Historia
La segunda fase del 30 de mayo de 1961
Uno de los principales obstáculos que por años afrontaron historiadores, sociólogos y analistas del pasado para reconstruir de manera objetiva lo que Antonio García Vásquez llamó “la conspiración del 30 de mayo”, ha sido la cuestión de la fiabilidad de las fuentes documentales y de los testimonios personales, existentes en torno al episodio en el que resultó muerto el dictador Rafael L. Trujillo.
Durante el gobierno Balaguer-Ramfis, período junio-noviembre de 1961, se impuso una versión oficial sobre el hecho político de la avenida, según la cual se logró distorsionar y manipular la casi totalidad de los documentos y testimonios que pudieron recabar las autoridades de las deposiciones de los propios conjurados mientras estuvieron detenidos en las cárceles de la dictadura. En sintonía con esa campaña difamatoria, la escuela trujillista de desinformación presentó a los tiranicidas, ante la opinión pública, como un grupo de traidores y ambiciosos que codiciaban destronar a Trujillo para ellos luego beneficiarse del poder político.
La memoria colectiva se nutrió vigorosamente de esa campaña de desinformación hasta el punto de que, durante poco más de tres decenios, hubo quienes cuestionaron si los conjurados obraron o no contra Trujillo inspirados por motivos patrióticos o por ambición personal. Lo cierto es que transcurrieron muchos años para que comenzaran a aflorar documentos y testimonios fehacientes, atesorados con admirable devoción y cuidado en el seno de respetables familias, que han posibilitado una reconstrucción bastante objetiva y fidedigna sobre los propósitos y magnitud del complot del 30 de mayo.
Se recordará que el complot para ajusticiar a Trujillo se planificó para desarrollarse en dos fases que estaban a cargo de dos grupos de conjurados: el grupo de acción y el grupo político. El grupo de acción tenía por misión tenderle una emboscada a Trujillo con el propósito de eliminarlo físicamente; mientras que el grupo político tenía por responsabilidad, tan pronto Trujillo fuera eliminado, poner en marcha un golpe de Estado para derrocar el gobierno trujillista, apresar a los principales miembros de la familia del tirano, así como a aquellos colaboradores, civiles y militares de conducta reprochable. Finalmente, el grupo político debía propiciar la formación de un gobierno civil de transición hacia el sistema de la democracia.
Sabemos que la noche del 30 de mayo de 1961 la primera fase de la conspiración se materializó exitosamente y que Trujillo cayó fulminado por las balas justiciera de “los hombres de la avenida”, entonces integrado por siete hombres. También sabemos que la segunda fase del complot ni siquiera pudo iniciarse debido a la ocurrencia de algunas contingencias que alteraron el curso de los acontecimientos inmediatamente posteriores al tiranicidio. Esto último permitió que el gobierno de los Trujillo nunca perdiera el control de la eficaz maquinaria de la dictadura, razón por la cual los conjurados se vieron obligados a dispersarse y buscar refugio seguro para ellos y algunos de sus familiares más cercanos. Cerca de la media noche del 30 de mayo los servicios de inteligencia de la dictadura tenían en su poder una lista, no definitiva, con los nombres de los principales actores en el hecho de sangre de la avenida.
A continuación, enumero los principales factores, fruto del azar, que impactaron negativamente los planes de los conjurados, impidiendo así que ellos pudieran comenzar a poner en marcha la segunda fase de la conspiración:
1- La emboscada a Trujillo estaba planificada para un miércoles; pero, por obra del azar, la misma tuvo lugar el martes 30 de mayo, y no el día después. Esa imprevista circunstancia provocó que de los nueve hombres que debieron ir a la avenida, solo siete pudieron estar presentes, permaneciendo fuera de la acción tres personas claves que vivían en el interior (Moca y La Vega), y quienes ni siquiera se enteraron de que esa noche, martes 30 de mayo, Trujillo sería emboscado.
2- El general José René Román Fernández (Pupo), secretario de las Fuerzas Armadas, y quien debía ser una persona clave durante la segunda fase del complot, tampoco supo que esa noche del martes 30 se produciría el atentado contra Trujillo. Descansaba plácidamente en su hogar cuando, sorpresivamente, llegó a su casa, alarmado, el general Arturo Espaillat (Navajita) y lo alertó en el sentido de que El Jefe había sido víctima de un atentado. Los responsables de contactar a Pupo Román, una vez muerto Trujillo, nunca pudieron verlo esa noche.
3- El chofer de Trujillo, que defendió con valentía a su Jefe, recibió varios impactos de balas. Antes de terminar la refriega, se ocultó en los matorrales contiguos amparado por la oscuridad de la noche en donde perdió o fingió perder el conocimiento. Al cabo, pudo llegar a la vieja carretera que conducía a San Cristóbal y consiguió un carro público que lo transportó al hospital militar Marión. Allí se identificó y declaró que tanto él como El Jefe habían sido víctimas de un atentado.
4- Poco antes, o en el preciso instante, de que los conjurados llegaran a la residencia del general Juan Tomás Díaz, con el cadáver de Trujillo en el maletero del vehículo, desde el hospital militar Marión se alertó a la familia Trujillo y a los organismos de seguridad en torno a lo sucedido en la avenida.
5- Antes de la media noche, autoridades militares y del servicio de inteligencia se encontraban en el lugar del tiranicidio en donde encontraron una pistola, calibre 45, que inadvertidamente se le cayó a Antonio de la Maza. Los organismos de seguridad no tardaron mucho tiempo en identificar al propietario de dicha arma, registrada a nombre del general Juan Tomás Díaz.
6- El carro de Trujillo, que los conjurados tenían previsto retirarlo para esconderlo y despistar así al gobierno, quedó abandonado en el lugar de los hechos. En su interior, se encontraron la prótesis dental de Trujillo y su quepis militar, además de los numerosos orificios de balas de diferentes calibres que impactaron el vehículo, lo que hizo suponer que se trató de un operativo en el que participaron militares.
7- El carro marca Mercury, propiedad de Salvador Estrella Sadhalá, que esa noche conducía Roberto Pastoriza, presentó problemas con el encendido y, apremiados por la rapidez conque hubo que proceder ya terminada la refriega, quedó abandonado muy próximo a donde Trujillo perdió la vida. Antes de la media noche, el Servicio de Inteligencia Militar ya había ubicado al propietario de ese carro y una unidad de caliés se trasladó a la casa de Salvador Estrella Sadhalá con órdenes de arrestarlo.
8- Uno de los siete conjurados de esa noche, Pedro Livio Cedeño, resultó gravemente herido, por lo que poco después fue conducido a la clínica Internacional en donde fue intervenido quirúrgicamente. En ese centro de salud fue pronto ubicado el herido por agentes del SIM, quienes no tardaron, tras torturarlo, en determinar que esa noche él había visitado la casa del general Juan Tomás Díaz, entre otras revelaciones.
Como puede constatarse, si bien la muerte de Trujillo, que era el componente central de la primera fase de la conspiración, resultó exitosa; no es menos cierto que la segunda fase, la que correspondía desarrollar al grupo político y el subgrupo militar, nunca pudo comenzar debido a que, en cuestión de horas, los planes originalmente concebidos por los jefes de la trama política simplemente se esfumaron sin que ninguno pudiera explicarse las verdaderas causas de ese fallo.
Pasada la media noche del 30 de mayo, a los héroes de la conspiración, presa de una inexplicable incertidumbre y desconociendo por completo los accidentes del azar que entre otras cosas les había impedido contactar a Pupo Román, no les quedó más remedio que dispersarse y buscar refugio en lugares seguros, que dicho sea de paso no tenían, hasta tanto pudieran reflexionar y tratar de tomar control de la situación.
Nada de lo contemplado para la segunda fase de la conspiración pudo llevarse a cabo, debido a múltiples causas totalmente ajenas a la voluntad y planes de los conjurados. Cosas del azar, se dirá. Sin embargo, al juzgar retrospectivamente la hazaña del 30 de mayo, si se es honesto, debe admitirse que se trata de un extraordinario acontecimiento político por medio del cual sus protagonistas, no solo arriesgaron y sacrificaron sus vidas, al igual que las de muchos de sus familiares, sino que también lograron, tras el ajusticiamiento del dictador Trujillo, liberar al pueblo dominicano de una de las más sangrientas tiranías de América, allanando así el camino para la construcción del sistema de la democracia en la República Dominicana.