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Enfoque

Para los EEUU el país es una piedra angular estratégica en el Caribe

Joe Biden, presidente de Estados Unidos y Luis Abinader, presidente de República Dominicana.

Joe Biden, presidente de Estados Unidos y Luis Abinader, presidente de República Dominicana.

Estados Uni­dos y Repúbli­ca Dominica­na comparten una larga his­toria que abarca la gober­nanza, el comercio y las raíces poscoloniales fami­liares. Con 2,2 millones de personas, la diáspora do­minicana es la quinta po­blación hispana más gran­de de los Estados Unidos, con una presencia cultural significativa en las artes, la música, los deportes y la política. Por el contrario, la República Dominicana es el cuarto socio comer­cial más grande de Estados Unidos en América Lati­na y el Caribe y es el sex­to destino más popular del mundo para los turistas es­tadounidenses.

En el pasado, sin em­bargo, Estados Unidos ha pasado por alto esta im­portante relación bilate­ral. Como resultado, la República Dominicana ha recurrido a otros socios, particularmente a China continental, en busca de asociaciones más fructífe­ras. En tan solo los últimos tres años, la República Do­minicana ha roto relaciones diplomáticas con Taiwán y ha firmado decenas de nue­vos acuerdos económicos y culturales con Beijing.

Afortunadamente, el ac­tual presidente dominicano, Luis Abinader, es abierta­mente pro Estados Unidos, con vínculos personales que se remontan a su época co­mo estudiante de posgrado en Massachusetts. Además, ha adoptado una postura más dura sobre China que las administraciones ante­riores. Existe una ventana de oportunidad para que la administración Biden vuel­va a comprometerse con la República Dominicana a lo largo de las siguientes cinco prioridades compartidas.

El Caribe La República Dominicana es una piedra angular en el Caribe debido a su ubi­cación estratégica, econo­mía relativamente podero­sa y buenas relaciones tanto con CARICOM como con los países centroamerica­nos. Se erige como un alia­do importante y un mode­lo de progreso. Por ejemplo, mientras que en 1990 el PIB per cápita de la República Dominicana era de $991, comparable en ese momen­to al de Honduras ($993), El Salvador ($914) y Guate­mala ($845), hoy la compa­ración ni siquiera es cerca­na, ya que el PIB per cápita en la República Dominica­na ha aumentado a $8.282. El fenomenal crecimiento de la República Dominica­na significa que brinda tan­to lecciones como oportuni­dades para otros países de la región. Otros países de la Cuenca del Caribe pueden aprender de la implemen­tación efectiva del Tratado de Libre Comercio Repúbli­ca Dominicana-Centroamé­rica, que contribuyó a tripli­car el comercio con Estados Unidos desde que se firmó el acuerdo en 2004.

Las administraciones de Biden y Abinader tienen un interés en la seguridad y la prosperidad del Caribe y deben hacer de esto un ele­mento central en su com­promiso bilateral. Como se­ñaló el secretario general de la Organización de los Estados Americanos en su testimonio ante el Senado, el Caribe es la tercera fron­tera de los Estados Unidos y debe ser tratado en con­secuencia como una priori­dad.

Porcelana La República Dominica­na ha girado cada vez más hacia China en los últimos años, como lo demuestra de manera más prominen­te la ruptura de los lazos diplomáticos con Taiwán en 2018. Esta decisión sor­prendió a muchos observa­dores internacionales, que habían visto a la República Dominicana como un “Alia­do de Taiwán”. Hasta el día de hoy, la decisión es muy impopular entre la pobla­ción dominicana, con un 71 por ciento apoyando el restablecimiento de las re­laciones diplomáticas con Taiwán. China empujó a Re­pública Dominicana hacia su esfera de influencia con su diplomacia de “guerre­ro lobo” Covid-19, aprove­chando el equipo de protec­ción personal y las vacunas a cambio de favores diplo­máticos. Por ejemplo, Re­pública Dominicana inicial­mente excluyó a Huawei de sus redes 5G como parte de la Iniciativa de Red Limpia, pero luego revirtió esta de­cisión debido a la presión de China.

Covid-19 Mientras Estados Unidos es­pera la autorización para la vacuna AstraZeneca, se han retenido decenas de millo­nes de dosis en las instala­ciones de fabricación de Es­tados Unidos. En marzo, el presidente Abinader implo­ró al gobierno de Biden que compartiera estas dosis con República Dominicana y otros países menos desarro­llados que ya han autoriza­do la vacuna AstraZeneca. Mientras tanto, China llenó el vacío enviando un lote de 768.000 dosis de la vacuna Sinovac a la República Do­minicana a finales de mar­zo. Sinovac presenta inquie­tudes no solo por su uso como herramienta diplo­mática más que como una muestra de buena voluntad, sino también por su tasa de eficacia deficiente, estima­da en un 50,38 por ciento según el ensayo, y su alto precio de $29.50 perderse.

Corrupción Como muchos países de la región, la República Domi­nicana tiene un problema de corrupción endémica, y ocupa el puesto 137 de un total de 180 países en el Ín­dice Global de Corrupción. Un ejemplo reciente y lla­mativo fue el enredo de la administración del expre­sidente Danilo Medina en el escándalo multinacional Odebrecht, durante el cual el gigante brasileño de la construcción admitió haber pagado 92 millones de dó­lares en sobornos a funcio­narios políticos en Repúbli­ca Dominicana.

La corrupción es aún más preocupante cuando se con­sidera en el contexto de la creciente influencia de Chi­na en la República Domini­cana. China tiene un patrón de invertir y otorgar présta­mos a gobiernos corruptos y autoritarios sin pedir con­cesiones en materia de de­rechos humanos o goberna­bilidad, calificándose como un socio comercial más fácil que Estados Unidos. China podría continuar con este patrón en República Domi­nicana, deshaciendo años de trabajo regional antico­rrupción y exacerbando un problema de corrupción ya profundo.

Afortunadamente, la lu­cha contra la corrupción es una de las principales prio­ridades de las administra­ciones de Biden y Abinader. El presidente Abinader ha permitido que su fiscal ge­neral, Miriam Germán, lide­re una investigación inde­pendiente sobre su propia administración, que ha lle­vado al arresto de al me­nos 10 funcionarios co­rruptos. Mientras tanto, la lucha contra la corrupción es también un principio fun­damental de la política ex­terior de la administración Biden, y el secretario de Es­tado Antony Blinken califi­có a la corrupción como el “talón de Aquiles” del pro­greso global.

Cambio climático La República Dominica­na es uno de los países con mayor riesgo de desastres naturales en el Informe de Riesgo Mundial 2020 y su­frió un récord de 30 ciclo­nes tropicales en 2020. Es particularmente vulnera­ble debido a su dependen­cia de las exportaciones agrícolas, que pueden ser completamente diezma­das por huracanes. , inun­daciones y deslizamientos de tierra.

La República Domini­cana ha colaborado con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Am­biente para reformar sus sectores económicos más importantes en torno a la sostenibilidad. Además, el presidente Biden destacó al Caribe como un área priori­taria para el financiamien­to climático en el marco del plan climático de su admi­nistración. El cambio cli­mático es un tema político clave para el presidente de Estados Unidos y una cues­tión de supervivencia para el presidente Abinader. Las dos administraciones pue­den encontrar fácilmente puntos en común sobre es­te tema.

Pasos de acción Si bien el compromiso en­tre los dos presidentes de­be guiarse por las priorida­des compartidas descritas anteriormente, el resul­tado debe ser un objetivo tangible, como renovar y mejorar la Iniciativa de la Cuenca del Caribe (CBI) con la República Domini­cana como socio clave.

Una CBI actualizada permitiría a ambas admi­nistraciones perseguir su interés compartido en el de­sarrollo y la seguridad en la Cuenca del Caribe, inclui­da la región prioritaria de la administración Biden, el Triángulo Norte. Al mismo tiempo, enviaría un mensa­je claro al gobierno domini­cano de que Estados Unidos reconoce que es un socio valioso, solidificando la re­lación bilateral.

El autor es vicepresidente senior, director del Proyecto de Prosperidad y Desarro­llo, y ocupa la Cátedra Wi­lliam A. Schreyer en Aná­lisis Global en el Centro de Estudios Estratégicos e In­ternacionales (CSIS) en Washington, DC Isaac Par­ham es pasante con el Pro­grama de las Américas del CSIS.

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