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Enfoque: Política

Banreservas, excepción de las instituciones de Trujillo

Si el Banreservas se mantiene como va, innovando, compitiendo en el mercado de las captaciones privadas sobre la base de su buen manejo, mantendrá su condición de: El mayor y el mejor

Torre Banreservas en la avenida Winston Churchill, en Santo Domingo.

Torre Banreservas en la avenida Winston Churchill, en Santo Domingo.

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Ángel LockwardSanto Domingo, RD

Cuando César He­rrera tituló su obra de Harmont a Tru­jillo dividió –certe­ramente- la histo­ria monetaria y financiera de la República, cerrando el ominoso circulo de la primera gran estafa sufrida por el país el 1 de mayo de 1869, a cargo de Edward H. Harmont, que sólo se cerró con el pago de la deuda externa el 14 de julio de 1947.

Tres meses después, se funda­ba el Banco Central como órga­no emisor: Desde 1999 fruto del desastre financiero y monetario -particularmente de Lilis-, no se emitía papel moneda en el país, circulaba el dólar y monedas nacionales desde 1937.

Podría pensarse que los ban­cos centrales y el Fondo Mone­tario Internacional son institu­ciones hijas del nuevo orden creado por los vencedores de la Segunda Guerra Mundial y, que en ese sentido, la dilatada per­manencia de los bancos emiso­res se debe al tutelaje de dichos órganos transnacionales, pero de la impronta de Trujillo, esta­dista organizador, empresario y criminal, surgió una institución que le ha sobrevivido, exitosa­mente y, en octubre cumplirá 80 años.

Había entonces tres bancos con doce oficinas, National Ci­ty Bank of New York, The Ro­yal Bank of Canadá y The Bank of Nova Scotia; Trujillo creó el Banco de Reservas y este ad­quirió el primero de los tres, li­geramente más grande y, eso sucedió en medio de la guerra (1939-45) el 24 de octubre del 1941.

A la muerte de Trujillo el 30 de mayo de 1961 le sobrevivie­ron muchas instituciones crea­das por su impronta y sus em­presas, que constituían el 51% del patrimonio industrial, co­mercial y agrícola, pasaron al Estado: Hoy, literalmente, nin­guna sobrevive, excepto el Ban­co de Reservas que continúa siendo el mayor banco nacional.

A partir de la creación –exi­tosa- del Banco Popular, en me­dio de nuestro más convulso pe­riodo contemporáneo, el 23 de agosto de 1963, días previos a la caída de Bosch y que abrió sus oficinas el 2 de enero de 1964, apenas 16 meses antes de que estallara la revuelta de abril, en medio de la cual quedó en la ca­lle Isabel La Católica, se creó la banca especializada –bancos de desarrollo, hipotecarios, finan­cieras, etc,.- hasta que sucesivas crisis consolidaron el oligopolio bancario que tenemos: Pero el Re­servas, no ha perdido su posición preeminente.

En abril pasado el Banreservas representaba el 33% de los acti­vos netos del sistema, el 35% de los pasivos y el 23% del capital de la banca con una rentabilidad del 30.75% de su patrimonio: Incluso con mejor promedio de ingresos financieros sobre activos produc­tivos que la mayoría: 13.46 versus 11.69.

Lo más increíble es que maneja mejor su cartera vencida -no obs­tante ser de capital estatal- que el promedio de los bancos privados: En cibaeño, tiene relativamente menos créditos vencidos.

El Banco de Reservas no ha so­brevivido, se ha mantenido al frente y, si bien parece que no ha­ce sentido que la República posea bancos comerciales –criterio con el que en general estoy de acuer­do– porque no es esa la función del Estado moderno, en ocasio­nes estas instituciones resultan de gran utilidad para propósitos de políticas públicas de interés gene­ral.

A finales del año pasado vimos por ejemplo que cuando los otros dos grandes bancos se replegaban del mercado, el Banreservas mon­tó una gigantesca feria de auto­móviles en medio de la pandemia ¿Propósito? ¿Prestar dinero? No, promover las ventas que genera­ron ingresos aduanales al fisco, to­do lo demás –aunque cierto- era secundario.

Este año protagoniza el fidei­comiso en todos los órdenes, pero sobre todo, para la vivienda social, una área básica de la política pú­blica de la Administración a la que la banca usualmente entra con ti­midez por la naturaleza, aparente­mente más riesgosa, del blanco de público: Los demás bancos van a ir integrándose, empero el estatal ya lo hizo como piedra angular de una política de Estado.

Si el Banreservas se mantiene como va, innovando, compitiendo en el mercado de las captaciones privadas sobre la base de su buen manejo y, se aprovechara además de su condición de inquebrable, con la buena gerencia que hasta ahora le están dando, mantendrá su condición de, según su viejo slogan: El mayor y el mejor..., que ahora se lee en sus impresos co­mo, el banco de los dominicanos.

Ni la democracia populista de los últimos 69 años le ha destrui­do….feliz aniversario.

Una edificación bancaria construida en la Era de Trujillo.

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