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Abinader deja claro que no pide ayuda humanitaria, sino un modelo de producción y redistribución de las vacunas

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Santo Domingo, RDSanto Domingo

El presidente Luis Abinader deploró el proceso de distribución de las vacunas contra el coronavirus, donde los países más ricos las han acaparado de una forma injusta, negando el acceso a los países de menos ingresos, en contradicción con toda noción de solidarizada humana que plantean estos tiempos.

En su discurso en la XXVII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, Abinader dejó claro que no están abogando por ayuda humanitaria, no fondo de beneficencia, sino un modelo de producción y redistribución

“Que quede bien claro. No estamos abogando por ayuda humanitaria o por fondos de beneficencia. Lo que estamos planteando es una alianza para el desarrollo que nos permita transitar como región a un nuevo modelo productivo y redistributivo”, expresó.

Dijo que el sentimiento de vulnerabilidad que han descubierto con el coronavirus hace más evidente la responsabilidad del planta, y lleva a los gobiernos a revertir la trayectoria que han llevado hasta ahora.

“Sin embargo, y a pesar de la necesidad de una renovada visión multilateral, en el proceso de distribución de las vacunas contra el Covid-19, hemos observado que los países más ricos han adoptado políticas de acaparamiento que niegan, de una manera lamentable e injusta, el acceso a las mismas de los países de bajos y medianos ingresos, en contradicción con toda noción de solidaridad humana”, dijo el mandatario dominicano.

Abinader refirió al señalamiento de la CEPAL, de que para enfrentar la crisis sanitaria por el coronavirus se requieren de pactos políticos y sociales que permitan universalizar la protección social y la salud.

A continuación discurso íntegro:

Discurso presidente Abinader para la Cumbre Iberoamericana

Estimados amigos,

En estos momentos, nuestra región y el mundo enfrentan grandes retos que solo pueden ser abordados desde un multilateralismo renovado. En efecto, frente a la pandemia, la emergencia climática, la transformación tecnológica y la necesidad de articular un nuevo paradigma para el Estado de bienestar, se requiere reforzar la unidad y la cooperación entre los pueblos iberoamericanos.

El gobierno dominicano, al igual que el de otros países, ha hecho ingentes esfuerzos para paliar los efectos de esta crisis sanitaria y económica, destinando cuantiosos fondos hacia los sectores más afectados de la población, para que no quedaran desprotegidos por la merma de ingresos. Pero, además, hemos hecho un despliegue de recursos sanitarios para frenar el incremento del contagio, y hemos iniciado, exitosamente, el proceso de vacunación.

Previo a la pandemia, sin embargo, en Iberoamérica se evidenciaba una crisis del regionalismo en la parálisis de los mecanismos de integración y en la disgregación que mostraban nuestros países en los foros multilaterales.

En este período, así mismo, se notaba un cierto estancamiento económico, especialmente en América Latina y el Caribe que registró, en el período 2014-2019, el menor crecimiento desde la década de los cincuenta.

Estimados colegas, estos son datos muy preocupantes que nos obligan a redoblar los esfuerzos por la integración regional y el fortalecimiento del multilateralismo.

Para lograr esto, urge una reorientación en las prioridades del gasto público y en la forma que gobernamos nuestras sociedades. Es necesario caminar hacia un modelo de desarrollo que procure una distribución más justa de las grandes riquezas que hoy puede generar la humanidad, la protección de los derechos humanos y el medio ambiente, así como la actualización de las instituciones políticas democráticas a las nuevas tecnologías.

Este nuevo paradigma debe estar orientado hacia la protección de la democracia y los derechos humanos, sobre todo, frente a los riesgos que representan la desigualdad y las crisis, que como la actual, generan gran estrés en la gobernabilidad democrática.

Como ha señalado la CEPAL: «Para hacer frente a la crisis sanitaria, se necesitarán pactos políticos y sociales que se construyan con la participación de una amplia variedad de actores, que permitan universalizar la protección social y la salud…».

La universalidad de la enfermedad y de la crisis, han fortalecido la interconexión en el mundo. La diversidad, la equidad, la solidaridad son principios que se permean con más intensidad dentro de un tejido social más complejo, diverso y global.

El sentimiento de vulnerabilidad, que de pronto descubrimos por el virus, nos hace más evidente nuestra responsabilidad con el planeta, y nos debe llevar a tomar decisiones para revertir la trayectoria que hasta ahora llevamos.

Sin embargo, y a pesar de la necesidad de una renovada visión multilateral, en el proceso de distribución de las vacunas contra el Covid-19, hemos observado que los países más ricos han adoptado políticas de acaparamiento que niegan, de una manera lamentable e injusta, el acceso a las mismas de los países de bajos y medianos ingresos, en contradicción con toda noción de solidaridad humana.

Que quede bien claro. No estamos abogando por ayuda humanitaria o por fondos de beneficencia. Lo que estamos planteando es una alianza para el desarrollo que nos permita transitar como región a un nuevo modelo productivo y redistributivo.

No puedo terminar esta intervención sin referirme al sector turismo, que ha sido, para nosotros y otros países, un motor del crecimiento económico durante décadas. Este importante sector está muy afectado por la crisis sanitaria, y más allá de esta coyuntura, en el Caribe, ya se sienten los efectos provocados por el cambio climático en la medida que la degradación de los ecosistemas marinos y el aumento del nivel del mar destruyen nuestras costas.

Amigos, el mundo ha llegado a un punto de inflexión, que obliga a plantearnos otro modelo de desarrollo, justo, verde y sostenible. Triunfaremos juntos o fracasaremos separados, la decisión es solo nuestra. Muchas gracias.

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