“La educación no está caminando bien en el país”
Se define como una educadora amada por todos, porque siempre fue respetuosa y nunca dirigió una expresion “descompuesta” a ninguna persona.
Aunque tiene 106 años, la señora Audilia Pérez Germán todavía se preocupa por la educación y los buenos modales, añorando su época de juventud, cuando, desde su rol de maestra, orientaba a los alumnos a tener buena formación, pero convencida de que se empieza por el hogar.
De forma atenta y con mucha amabilidad, recibió a un equipo de Listín Diario, junto con el único hijo que parió, en el apartamento donde viven modestamente, que le entregó el presidente Joaquín Balaguer en 1993, en el sector Los Ríos del Distrito Nacional.
Esperaba por la entrevista sentada en un mueble, y con un bastón al lado derecho que casi no usa. Tan pronto entramos al apartamento se puso de pie, saludando con bastante ánimo y mucha cortesía.
Sin que mediara pregunta alguna, arrancó dirigiéndose al fotógrafo para elogiarle el color del pantalón, dando demostración de ser una mujer que toma en cuenta los detalles.
¡Qué lindo está ese pantalón crema! Fue su primera expresión. El crema es su color favorito. Así está pintada la pared del apartamento y los muebles de la sala.
Desde el inicio de la entrevista se enfocó en dar a conocer sus cualidades. A la vez que recordaba cómo fue su formación y cómo era la educación en su tiempo, iba haciendo una crítica a la nueva generación y al sistema docente actual.
“Yo tuve lo que hoy en día da brega encontrar”, acotó, y luego de pausar para pedir que no la interrumpan, concluyó la idea expresando que “hoy en día me quedo sorprendida, no hay distinción, no hay respeto, la vida es lo que usted quiera, los muchachos entran a la casa sin saludar”.
Aunque habla con lucidez y precisión, no retiene informaciones sobre la cantidad de años que duró impartiendo docencia ni de los centros educativos donde trabajó, que le permitieron recibir una pensión de 8,500 pesos, que ahora constituye el único ingreso de Audilia Pérez Germán y de su hijo Domingo Fernández.
Lo que sí conserva en su memoria es que fue directora de un instituto comercial que fundó en Ciudad Nueva, del Distrito Nacional, donde enseñaba mecanografía y taquigrafía, lo cual refería constantemente durante la conversación, sobre todo para hacer hincapié en el trato que daba a los estudiantes, algunos de los cuales les exoneraba el pago.
Se definió como una maestra distinguida y querida en Ciudad Nueva por su carácter y porque no le hablaba mal a nadie.
Hizo una breve pausa para pensar lo que iba a decir, y luego refirió que estaba un poquito olvidadiza. Al retomar el hilo de la conversación, enfatizó: “los alumnos se portaban bien, porque cuando iban a entrar a la escuela se paraban en la puerta y saludaban, porque yo los enseñaba, si no lo hacían, los regañaba”.
“Cuando no saludaban yo los devolvía a la puerta para que saludaran”, resaltó. Y de inmediato cuestionó que “ahora no, ahora desde la puerta vocean, no saludan”.
Por eso percibe que la educación en el país no está caminando bien. “Aquí yo no noto que existe educación. No se está dando educación en las casas. La educación empieza en el hogar”, precisó.
Recuerda que antes tenía que aprenderse muchos libros para luego enseñar a los estudiantes.
Destaca que procede de una familia educada y con buena formación.
“La educación es la base de todo”, asegura. Vive sin opulencia, pero cree que es rica, por la educación que tiene.
Una ofensa Para doña Audilia representó una ofensa la forma en que un director de una escuela la recibió cuando iba a comenzar a trabajar.
“Me dijo que yo tenía un buen cuerpo, yo le dije que su atención no era halagarme, sino presentarme como profesora”, contó. El director la enamoró pero ella reaccionó molesta. Le señaló que tuvo un solo novio, de su barrio, que se casó con él, y que aunque estaba soltera en ese momento porque su esposo murió muy joven, él no debía estarla enamorando.
“Tuve mi novio, fue mi esposo, y aquí estoy viuda, no he visto un hombre más”, comentó. Por eso, más adelante precisó que solo tuvo un hijo, que tenía 5 años cuando murió su padre.
Su fe en Dios le ha permitido llegar a 106 años. Al acostarse y al levantarse cada mañana agradece al Señor por mantenerla viva, con expresiones como “Gracias Jesús, Tú estás conmigo”.
Estar informada Le gusta ver televisión para estar informada de lo que ocurre en el país.
“Yo no me acuesto sin noticia”, enfatizó. No obstante fascinarle ver televisión, desaprueba las clases no presenciales. “Yo no noto que la enseñanza sea verdadera dándola por la televisión, es personal”, dice.
Cooperación A su carácter y forma de comportarse atribuye que ahora varias vecinas la protejan y se preocupen por su alimentación, llevándole comida casi todos los días.
Durante la entrevista llegó una joven a su puerta para pasarle comida y ella se acercó de una vez para prestarle la debida atención, aunque necesitó de la ayuda de su hijo porque el plato estaba caliente.
“Todavía yo como, no como cantidad, pero como, por eso me traen, porque saben que yo como de todo”, enfatizó.
Activa Ya no cocina porque ha perdido la agilidad, pero todavía prepara café por la mañana. Para mostrarnos que está en condición de hacerlo, fue a la cocina, prendió la estufa y colocó una greca. Sus vecinos le pasan comida o su hijo sale a comprarle algo.
Le gustaba bailar en su juventud y aunque ya no puede hacerlo, se cuadró con su hijo para exhibir como lo hacía antes en fiestas sociales.
Así como tuvo el detalle de apreciar el color del pantalón del fotorreportero a la llegada, cuando nos despedía se dirigió a mi para decirme: “Está lindo el color del pelo, ni está rojo, ni está negro”.
DATOS Origen Nació el 9 de julio de 1914, en Ciudad Nueva, Distrito Nacional.
Salud Ya camina lento, y a veces con un bastón, por problemas de circulación, que hace se le hinchen las piernas. Sufre de presión baja.