ENFOQUE/EL REFERÉNDUM
Un paso vital para definir un objetivo de nación
A propósito del impulso ante el Congreso Nacional por parte del presidente de la República para la aprobación de una ley orgánica que regule el referendo consultivo y constitucional aprobatorio, quiero traer algunos conceptos que publicara en este prestigioso diario en mayo del año 2012 en un artículo titulado “En Pos de un Objetivo Nacional”. Esto así porque en nuestro país se perfilan grandes cambios y uno de los principales, si no el más, lo es la materialización de ese sueño que tenemos todos los dominicanos de lo que quisiéramos llegar a ser como nación. Así lo expresó recientemente el director del Consejo Nacional de Competitividad en una conferencia, dándonos una clara señal de que es una preocupación del gobierno, el contar con un instrumento que permita, entre otras cosas, darle participación a todos los sectores que componen nuestra sociedad para definir hacia dónde queremos ir como país.
Pienso que valdría la pena en este momento, preguntarnos, cómo llegó a ser Barcelona el principal puerto del Mediterráneo y cómo han seguido avanzando hasta llegar en el año 2019 a ser el gran polo tecnológico del Sur de Europa, si hace unos treinta años atrás no era nada de esto. La repuesta sigue siendo increíblemente sencilla, se unieron como un solo cuerpo y definieron un Objetivo Nacional: “Llegar a ser el principal puerto del Mediterráneo”. El gobierno junto a su población, concentraron la totalidad de sus esfuerzos y recursos en el alcance de ese objetivo, y al final, llegaron a la meta. Así lo han hecho otros países que son hoy un ejemplo para nosotros y el mundo, y me pregunto. ¿Por qué no comenzar de una vez por todas a trillar un camino hacia algún lugar?
No se debe soslayar el hecho de que la modernidad tiende, por su naturaleza competitiva, a avasallar aquellos países que no tienen claramente definidos sus objetivos nacionales, condenándolos a un estado de miseria permanente. Es un asunto de competitividad con respecto a los demás países que sí tienen sus metas definidas, quedando, ad eternum, marginados, aquellos que no son capaces de establecer y definir un objetivo como nación.
Los objetivos de una nación deben formar parte integral del interés de los ciudadanos; deben ser el producto de las aspiraciones máximas que tenemos como país, manifestadas como parte de un consenso en donde se encuentren representados todos sectores de la sociedad, siendo la plataforma ideal, el referéndum, en donde podamos elegir lo que queremos llegar a ser. En esencia, deberían ser estos los fines que hayan de orientar y dar coherencia a la actividad global del estado.
El esfuerzo para el cumplimiento de los objetivos relacionados a la Estrategia Nacional de desarrollo, junto a nuestro apoyo y compromiso para el alcance de los Objetivos del Milenio, deberían ser elementos que se sumen al proceso, y cuyas acciones sean orientadas hacia el alcance de la meta, hacia el logro de ese gran objetivo que habrá de representar el mayor cambio que jamás se haya producido en nuestro país en los tiempos modernos.
Es importante destacar que, para el alcance de estas metas, deberían ser empleados todos los recursos disponibles, utilizar todo el poder nacional, como lo menciona John M. Collins, en su obra, La Gran Estrategia, integrando: “la suma de las capacidades actuales o potenciales de la nación, resultante de sus recursos militares, políticos, económicos, sociales, psicológicos, morales, geográficos, científicos y tecnológicos”. En un sentido práctico, sería definir qué queremos llegar a ser como nación y en qué tiempo y entonces, definir el rol y las acciones que cada ministerio e institución del gobierno dominicano y cada sector de la sociedad involucrado deba cumplir, entendiendo que cualquier retraso o negligencia en el trabajo encomendado, redundaría en perjuicio de la meta que queremos alcanzar.
Como podemos ver, este proceso necesariamente debe tener su origen, primero en todos los sectores que conforman nuestra sociedad y luego en las personas que dirigen los destinos de nuestro país, para ser incluido como una política de estado; es un planteamiento que debe surgir desde el corazón de cada dominicano hasta las más altas esferas del poder, para guiar nuestra nación por una autopista que nos habrá de permitir transitar hasta ese lugar que hallamos definido que queremos llegar.
Ojalá que todos juntos podamos llevar a cabo, ese sueño del cual hablaba Peter Prazmowski y podamos por fin dar inicio a una nueva etapa de nación, trabajando todos juntos con una misma visión, puestos los ojos en la meta que algún día, si nuestro gran Dios lo permite, habremos de alcanzar para beneficio de nuestro pueblo y de todas las generaciones que habrán de sucedernos.
El autor es ingeniero