El día del 2020 en que la angustia se aposentó en el país

Cuando la pandemia empezó a expandirse muchas informaciones creaban grandes temores en la sociedad, algunas bien fundamentadas y preventivas, pero otras que solo eran producto de los tormentos que provocaba el virus.

Al inicio de la expansión del Covid-19 en el país, la gente se mantenía atenta a cada información que circulaba. Era difícil escapar al miedo cada vez que aparecía una noticia que daba cuenta del fallecimiento o la gravedad de algún amigo o miembro de alguna familia.

Al inicio de la expansión del Covid-19 en el país, la gente se mantenía atenta a cada información que circulaba. Era difícil escapar al miedo cada vez que aparecía una noticia que daba cuenta del fallecimiento o la gravedad de algún amigo o miembro de alguna familia.

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Patria Reyes RodríguezSanto Domingo, RD

Cuando al país empeza­ron a llegar informacio­nes sobre un virus “letal” que apareció China, que era altamente contagio­so y estaba causando mi­les de muertes en Europa, se inició un periodo de mu­cha preocupación y frenéti­ca ansiedad, en el que cada noticia creaba mayores te­mores en la población.

Se debe recordar, como ahora, cuando el Gobierno anunció las primeras me­didas, que prácticamen­te decretaban un estado de sitio: cierre total de las fronteras por aire, mar y tierra, suspensión de las ac­tividades comerciales no esenciales, cierre de docen­cia, toque de queda y hasta militares limitando las en­tradas y salidas de la capi­tal y las provincias.

Los primeros quince días cuando se aplicaron las medidas anunciadas el 17 de marzo de 2020, la gen­te se mantenía escuchan­do los noticieros y siguien­do las redes sociales, dando crédito a todo lo que se pu­blicaban en medios locales e internacionales.

En cada boletín que leía el propio ministro de Sa­lud, Rafael Sánchez Cárde­nas, la gente sólo esperaba saber cuántos habían muer­to, cuántos se contagiaron y cuántos estaban en cuida­dos intensivos. Solo se escu­cha a la gente decir: “ya van tantos muertos”.

Casi a final de marzo, el ministro de Salud dijo que comenzaría la reclusión de los casos positivos y de aque­llos que hayan tenido con­tacto con casos confirma­dos. Con esta noticia circuló la información de que se es­taban preparando carpas en el Centro Olímpico, donde serían llevados los contagia­dos, pero estas nunca se vie­ron.

Ansiedad e incertidum­bre era lo que se respiraba en las casas, y mucha gen­te no se atrevía a salir si no era con camisas o blusas con mangas hasta las muñecas, pantalones largos, guan­tes, mascarillas de varios ti­pos, lentes protectores y has­ta gorras. La gente parecía “extraterrestre” en los su­permercados, de tantos ac­cesorios que se ponían para prevenir el contagio.

En abril, tanto en redes sociales como en algunos medios, empezaron a apa­recer noticias de cadáveres abandonados de personas que, supuestamente, habían muerto por Covid-19. Es­to creó pánico y angustia y la gente se encerraba en sus casas, mirando como en Eu­ropa y Estados Unidos los muertos eran trasladados en fundas negras y en cantida­des. Los escaparates vacios de alcohol, gel antibacterial (manitas limpias), guan­tes, mascarillas, vitaminas y otros desinfectantes, daban cuenta de cómo gente que intentaba protegerse.

En julio, se empezó a pu­blicar la información de que se agotaba la disponibilidad de camas UCI en la mayoría de hospitales y clinicas del país, lo que agravó la pre­ocupación de la población, muchas aún en total confi­namiento. Ahora que ya el país está en un estado más relajado por el inicio de la vacunación, sólo queda re­cordar esos momentos de angustia que vivió la pobla­ción al principio de la pan­demia y las muchas infor­maciones que solo crearon mayores temores, y que ni siquiera llegaron a ocurrir gracias a los grandes esfuer­zos de las autoridades y de todo el personal de salud.

TERROR La fosa común El 2 de abril, ante una población cargada de angustias, el alcalde de Santiago hizo uno de los anuncios más temebro­sos de la pandemia: la construcción de una fo­sa común en el cemen­terio del Ingenio, del distrito municipal San­tiago Oeste.

En su cuenta de Twitter, Abel Martínez comuni­có que “debido al incre­mento de casos del Co­vid-19 hemos instruido a la dirección de Obras Públicas Municipales la construcción de una fosa común a los fines de recibir los cadáveres; ojalá no tengamos que usarla...aunque hoy em­pezaron a llegar”.

No se conoció de nin­guna persona que fuera enterrada en la fosa co­mún que mandó a cons­truir el alcalde de San­tiago, ni se supo nunca del área de aislamiento en el Centro Olímpico.

Las fosas que fueron construidas en Santiago.

Los guantes sólo fueron usados durante los primeros meses. Las autoridades dijeron que no eran necesarios.

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