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La fauna salvaje al borde del colapso

Rinoceronte blanco

Rinoceronte blanco

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FERNANDO GOITÍAMadrid, España

En septiembre, unos pastores de renos en el Ártico ruso desenterraron los restos perfectamente conservados de un oso de la Edad de Hielo. Pertenece a una especie de oso pardo que vivió hace unos 30.000 años y quedó a la vista a causa del derretimiento del permafrost de las islas Lyakhovsky, en el noreste de Rusia. Ese mismo derretimiento de la capa de suelo permanentemente congelado de las regiones más frías del planeta, que nos está permitiendo recuperar restos de especies extinguidas, amenaza con extinguir a las que ahora viven en esas mismas zonas del planeta. El oso pardo siberiano es uno de los animales afectados por el calentamiento global. Pero la de los osos es solo una historia más del célebre Antropoceno, una era definida por nuestra intervención en el medioambiente y los grandes cambios que estamos produciendo en el planeta. Léase calentamiento global, acidificación de los océanos, extinción de especies derivada de la actividad humana, destrucción de la biodiversidad y, sí, también pandemias como la que nos ha tocado padecer.

El panorama, de hecho, no puede ser más desalentador. Según el último Informe planeta vivo, de World Wildlife Fund (WWF), en apenas medio siglo ha desaparecido el 68 por ciento de la fauna salvaje de la faz de la Tierra. Y no es el único dato que nos debiera sonrojar.

En estos 50 años, un 75 por ciento de la superficie terrestre no cubierta de hielo ha sido significativamente alterada y nuestra actividad ha degradado tres cuartas partes de las tierras y el 40 por ciento de los océanos, hoy muy contaminados y sobreexplotadas sus reservas de peces. Se han perdido, además, más del 85 por ciento de los humedales; el 22 por ciento de las especies florales están amenazadas de extinción; y las especies de agua dulce han caído un 84 por ciento… El informe destaca que esta situación es especialmente grave en Latinoamérica y Caribe, donde se ha producido un descenso medio del 94 por ciento.

Revertir la curva Los problemas abundan, pero, aseguran los expertos, todavía estamos a tiempo de «revertir la curva ». Para lograrlo, subrayan desde WWF, «será necesario un liderazgo sólido y que todos pasemos a la acción».

Lo cierto es que en los últimos 50 años, a la vez que el papel depredador y destructor de los humanos aumentaba, crecía la conciencia social sobre ese daño. En los ochenta comenzaron a reconocerse como tales las Áreas Naturales Protegidas, que hoy representan ya un 13 por ciento del área terrestre y un 2 por ciento del área oceánica. Y en la última década la ONU ha impulsado nuevas leyes en una docena de países africanos para la protección de la fauna salvaje, la restricción de la caza furtiva y el freno a la destrucción de sus hábitats.

De todo ello da cuenta el Wildlife Photographer of the Year, certamen que este año, en su apartado de elección popular, somete a votación (hasta el 2 de febrero) las mejores fotos de la última década. Sus imágenes evalúan nuestra relación con los animales sin dejar de mostrarnos, ante todo, la belleza. Natural, por supuesto.

La industria del oso En el Circo Estatal de San Petersburgo, el domador Grant Ibragimov actúa con tres osos pardos siberianos.

Para conseguir que un oso camine sobre dos patas, los encadenan por el cuello a la pared desde pequeños y así fortalecen los músculos de las piernas. Rusia tiene una larga historia de doma de osos para espectáculos y se niega a que el circo renuncie a exhibir animales salvajes.

Rinocerontes blancos Sudán fue el último macho de su especie. Los rinocerontes blancos del norte fueron declarados extintos en la naturaleza en 2009, y entonces Sudán, tras pasar la vida en un zoo checo, fue trasladado al centro Ol Pejeta, en Kenia, donde, pese a los cuidados que le dispensaron, no consiguió tener hijos. Falto de vigor, las hembras lo rechazaron por su edad: 36 años (unos 90 en años humanos). Su cuidador lo acompañó en sus últimos momentos de vida.

Adoptar a un murciélago Estos tres zorros voladores de cabeza gris han perdido a su madre. Julie Malherbe, fundadora del Joey and Bat Sanctuary, en Australia, es ahora su cuidadora. Vital en la polinización de más de 100 plantas autóctonas, este murciélago está hoy en estado vulnerable a la extinción. Las sequías y los frecuentes incendios están destruyendo sus hábitats. Foto: Douglas Gimesy

El último refugio Un perro y un alce, cara a cara. El can parece preocupado. Al fin y al cabo se halla frente al mayor cérvido del planeta, con hasta tres metros de largo y dos de alto. La imagen fue tomada en el Parque Grand Teton, en Wyoming, uno de sus grandes refugios. El alce vive en uno de los entornos más afectados por el cambio climático, lo que hace que su población se reduzca progresivamente

Alces.

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