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“Hay que reconstruir la confianza en el periodista”

Una de las medi­das que más urge acometer, en esa necesidad de re­construir el oficio, pasa, tal como coincidieron en ase­verar ambos ponentes, por recupe­rar la confianza de los lectores en la prensa, que se ha desmoronado, “lo que es un problema muy im­portante si vives en un país demo­crático”, indicó Moreno.

“Es muy urgente realmente”, apunta Rusbridger. “El caos de in­formación y el impacto que está te­niendo sobre las democracias es un tema de preocupación para todos. En EEUU ha sido más prominen­te porque no asociamos esa falta de respeto por el periodismo a un país que se enorgullece de ser el fa­ro de la libertad de expresión. Pero en todos los países estamos viendo el mismo patrón, no saber en qué creer, en qué confiar, qué es verdad y qué no lo es. Todos estamos sin­tiendo que las cosas no están fun­cionando si la sociedad no pue­de acordar qué es cierto y qué no es cierto. Esto, lamentablemente, se ha visto exacerbado por la cri­sis del COVID-19”, y la urgencia es aún mayor.

Esa emergencia que vive el pe­riodismo es una de las causas que ha llevado a Rusbridger a publi­car dos libros en un breve lapso de tiempo, que precisamente tra­tan de recomponer esa situación. El primero de ellos, de hace un par de años, The Future Of News: The Remaking of Journalism and Why It Matters Now, y el nuevo, que se publica en unos días, News: And How To Use It, y en el que precisa­mente Rusbridger trata de desglo­sar qué es lo que el periodismo cree que está haciendo o da por sentado y en qué se queda corto para recla­mar esa posición que quiere para sí mismo.

En esa búsqueda de solucio­nes, una de las causas que ha identificado Rusbridger por las que no se está logrando que en un momento de crisis como el actual la gente se refugie en el periodismo, radica en “la inca­pacidad de los periodistas en pensar qué es lo que hacen pa­ra que otros lo entiendan, por­que nosotros mismos no enten­demos lo que hacemos”.

Para Moreno, una de las seña­les más preocupantes que se perci­ben “es que no tenemos ideas cla­ras sobre cómo salir de este caos como periodistas. Si preguntamos a un periodista, probablemente ar­gumente que el periodismo es un arte, y que es necesario volver a los fundamentos de nuestro oficio, que es el periodismo, y que eso es lo que nos va a salvarlo y eso no es suficiente”.

Según Rusbridger, una de las medidas que puede ayudar a me­jorar esa confianza en el periodis­mo es “ser más humilde. El perio­dista debe explicar mejor qué es lo que hacemos, y a la hora de gene­rar confianza, recordar que esta­mos en el siglo XXI y no en el XIX o el XX. El mensaje no puede basar­se en la premisa de que yo soy pe­riodista y que por tanto tienen que creerme por ese solo hecho. No po­demos esperar que se confíe en no­sotros por quién somos sino por la forma en que estamos narrando las cosas. El punto de partida es muy básico: hay que asumir que el mun­do ha cambiado en los últimos 15 años de una forma que no podía­mos imaginar”.

El ex editor de The Guardian también hizo hincapié en que, aunque se está viviendo un mo­mento de verdadera crisis en la industria de los medios, recor­tar gastos “no nos va a llevar al éxito. Si uno trabaja con un CEO que cree que se puede recor­tar la nómina a los periodistas en un 20%, las cosas van a em­peorar, habrá menos cosas que leer en el periódico, menos gen­te lo comprará, menos gente se anunciará con nosotros, y llega­mos a la situación de que la gen­te dice que el periódico no vale la pena leerlo, que no encuen­tran nada de interés, y no pa­gan por él. Eso ya sabemos que no funciona. Ahí tenemos el ca­so de The New York Times, que siempre es citado como un caso de éxito. Es verdad que al hablar del New York Times hay que te­ner en cuenta ciertas particula­ridades, como que Nueva York es la ciudad más rica del mun­do y son un mercado en sí mis­mo, pero conservaron una re­dacción muy grande y siguieron invirtiendo en sus productos in­formativos y se dieron cuenta de que la gente estaba dispuesta a pagar por esa información.

Otra de las soluciones apun­tadas por Rusbridger es la for­mación. “Esto va a requerir una generación para corregirlo. De­bemos empezar en las univer­sidades con los programas de educación cívica y explicar por qué es una buena idea que las personas estén informadas para tomar mejores decisiones. Esa era la teoría en que nosotros nos educamos, era como un deber estar informado para tener una mejor sociedad, pero la gente ya no piensa así. Tenemos que vol­ver a las facultades y decirle a las personas que tienen que identi­ficar lo que es cierto y lo que no lo es, porque es importante sa­ber esa diferencia. También es importante tener una sociedad que sea independiente y que pueda cuestionar el poder”.

Un plan B para el periodismo

Rusbridger incidió también en la necesidad de tener un plan B para el periodismo. “Por su­puesto -comenta el ex editor de The Guardian-, el plan A es que los lectores regresen y pa­guen, que recuperemos la pu­blicidad y que las tecnológicas desfallezcan. Ese es el plan A, pero es posible que no suceda y hay que tener un plan B y ese plan B empieza porque la so­ciedad entienda que necesita tener una buena información. Somos un servicio público, co­mo la policía o la energía. Noso­tros prestamos un servicio simi­lar. Si esas personas que prestan ese servicio no van recibir un pa­go del mercado, entonces hay que buscar otro tipo de estructu­ra, bien por fondos sociales o de caridad, pero primero tenemos que comenzar mostrándoles el beneficio que le traemos al pú­blico. Creo que así es como tene­mos que reconstruir la confian­za: demostrando el trabajo que hacemos”.

Cherilyn Ireton, directora ejecutiva del World Editors Forum, que hizo la presentación, Rusbridger y Moreno, durante la sesión.

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