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Las abuelas hacen de maestras

La enseñanza a distancia está chocando con otro problema: niños que están al cuidado de abuelos analfabetos que no pueden guiar el aprendizaje de sus nietos.

Por más que se afana por ayudar a sus nietos, Morayma Medina queda impotente porque no sabe de letra. JORGE CRUZ /LD

Por más que se afana por ayudar a sus nietos, Morayma Medina queda impotente porque no sabe de letra. JORGE CRUZ /LD

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Laura CastilloSanto Domingo, RD

Los abuelos, padres y tutores iletrados que tratan de ayudar a los niños a tomar las clases en modalidad a distancia en este nuevo año escolar 2020-2021, tienen doble responsabilidad sobre sus hombros. Tratar de entender las tareas para ayudarles a los más pequeños de la casa se ha convertido en una odisea.

“Yo no puedo ayudarlos porque no sé ni leer, ni escribir. Su mamá y su papá trabajan y salen a las 9:00 y pico de la noche”, dijo abrumada Morayma Medina, quién tiene a su cargo cinco nietos, mientras sus padres laboran hasta tarde de la noche.

La señora se disponía a poner en actitud de clase a uno de sus nietos, Ariel Félix Matos, de seis años de edad que cursa el segundo de primaria, mientras los demás estaban en la galería para no distraer al menor.

Cuando reporteros de este diario llegaron a su vivienda en el sector Villa Juana, el televisor estaba ya encendido con las notas del Himno Nacional a todo volumen y niños que estaban en la parte delantera de la casa se pararon inmediatamente haciendo reverencia al Himno e imitando al niño que salía uniformado en la pantalla con la mano derecha en el pecho.

Pero lamentablemente ese no era el canal que le correspondía. Sin querer interrumpir el Himno, Ariel, le dijo a su abuela: “mamá no es el 29”, momento en el que ella le permitió el control para que le localizara el canal.

Cuando se percataron lo cambiaron con inmediatez y ya la clase había iniciado.

Al cuestionar a Morayma sobre su experiencia ayudando a los niños a tomar clases en la nueva modalidad “Aprendemos en casa preservando la salud”, expresó con toda sinceridad que aunque quieran ayudar no encuentran la forma.

“Es que no podemos, es que no podemos”, dijo con firmeza queriendo expresar tantas cosas que no sabía por cual iniciar.

Siguió contando y dijo que una de sus nietas, Mariel Matos, de cinco años de edad, es su primer año escolar, razón por la cual no sabe en cómo ayudarle.

Hasta el momento, Ariel y Mariel, ambos nietos de Morayma, se limitan solo a ver el contenido de los audiovisuales para ir adaptándose hasta que alguien con conocimientos le enseñe a leer y escribir correctamente.

Los demás nietos de la señora son de más edad y estos les ayudan “un poco” ya que también tienen que lidiar con sus tareas y estar pendientes a sus horarios.

En la casa de Morayma hay un televisor y aunque repiten la clases en diferentes horarios la energía eléctrica es inestable, problemática que dificulta el desarrollo exitoso de la docencia en modalidad a distancia en algunos hogares dominicanos.

“Ella no la está cogiendo (su nieta Marel), porque es el mismo televisor. Estamos enseñando a el niño a ver”, dijo y prosiguió diciendo: “mira las letras que tiene, que no sabe escribir bien. ¿Y entonces?, no estamos en nada así, es un problema que hay que solucionarlo”, concluyó diciendo.

A pesar de que la señora no sabe leer ni escribir, buscó una alternativa para que su nieta mayor le ayude a los más pequeños.

Compró una mini pizarra de madera y fondo blanco para que su nieta mayor que está más adelantada en la escuela, le transcriba la tarea y así Ariel y Mariel la ensayen en sus cuadernos.

Al día de ayer ya no tenían suficiente tinta para seguir transcribiéndole la tarea, que según la nieta la pasan muy rápido y los niños no les da tiempo copiarla, ya que no son tan agiles.

Ella utiliza la idea de tomarle fotos con el celular a la pantalla del televisor, para después con un poco más de calma escribirla en la pequeña pizarra y así los niños puedan transcribirlos con tranquilidad y a su ritmo.

La abuela de aproximadamente 55 años de edad, sugiere que el ministerio de Educación autorice a las maestras a tomar a los niños en grupitos pequeños para que ellas le den las pautas necesarias.

“Deben de coger aunque sea de 10 niños por curso. En la mañana 10 estudiantes, con uno o dos profesores y en la tarde lo mismo”, sugirió Morayma desesperada ya que los niños requieren de la intervención de un profesional para que puedan aprender.

Sus dos nietos menores están inscritos en la Escuela República Dominicana, ubicada en el sector Villa Juana. Los demás nietos están en otra escuela pública que no mencionó y uno de ellos en un colegio privado. Estos reciben su docencia por otras vías de comunicación sin presentar inconvenientes.

Otro testimonio

“Esta muchacha no entiende. Siento que se me va a reventar el corazón, yo tengo un sofoque que no lo soporto”, dice desesperada una abuela que le ha tocado enseñar su nieta durante las clases a distancia.

Con la voz alterada y notablemente sofocada la señora continua diciendo: “yo no sirvo para profesora, si usted no le puede dar clase bórrela de la escuela, porque yo no puedo. No sé de letra, yo no sé nada”, expresó.

Esa niña no cambia y entonces no asimila nada, solo me dice ¡abuela, abuela!. El corazón mío no da más”, asegura.