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Describen el horror que se vivió durante la matanza de cuatro miembros de una familia en Brisas del Edén

Eran aproximadamente las 3:00 de la tarde del pasado lunes cuando Leyda Vicente Sánchez y su familia aprovecharon el día feriado para reunirse como de costumbre y pasar un rato juntos.

Fue en ese momento en que su expareja Rubén Darío Jiménez Pérez, llegó a la vivienda ubicada en la calle séptima del sector Brisas del Edén, en Santo Domingo Este, con un arma de fuego y un plan macabro en la cabeza: matarlos a todos.

Al primero en apuntarle fue al cuñado de Leyda, a quien antes de disparar la primera bala le dijo que lo iba a “reventar”. Al ver a su cuñado en el suelo Leyda se hincó y le suplicó a su expareja para que detuviera la acción, a lo que le hizo poco caso. Ya inerte el cuerpo de Henry, siguió con la madre de la joven, la señora Olfelina Vicente, de 55 años, a quien le disparó matándola al instante también.

Es ahí cuando la mujer en su intento por persuadir al agresor, siempre hincada, él apunta hacia ella y también la mata, quedando su cuerpo con las rodillas dobladas y la cabeza hacia atrás.

“Él le dijo antes al cuñado que lo iba a reventar, que le iba a explotar la cabeza, y fue al primero que le tiró directamente a la cabeza”, dijo una pariente de la familia al narrar los hechos.

Cuando la joven se arrodillo para evitar que también le mataran a la madre su reacción fue:” Esa te la voy a desbaratar, por metiche”.

Pero antes de dispararle a la madre de la mujer, le leyó su sermón y le dijo por qué les estaba disparando: porque los odiaba.

El padre de Leyda, Ángel Robles Vicente, y su hermana Olyn quedaron gravemente heridos, muriendo el primero al día siguiente, mientras que la segunda se debate entre la vida y la muerte a la espera de una cirugía para extraerle la bala que se le alojó en un área delicada de la cabeza.

La versión de los hechos fue narrada por una pariente de la víctima, quien habló ayer para el programa televisivo El Día, donde dijo, además, que un día antes de darle la orden de alejamiento, ella había llamado a su papá y le había pedido que fuera a la casa, pero no solo.

El 16 del mes pasado fue a poner la denuncia, la cual quedó plasmada en el expediente número 1249, donde la denunciante manifestó que su expareja era una persona violencia que amenazaba constantemente con matarla a ella y a su familia. La mujer no salió del lugar hasta no lograr que le entregaran una orden de arresto en contra del hombre.

Cuando la Policía fue a buscarlo él le gritó repitiendo lo que tenía en su cabeza: que los iba a explotar a todos. Fue arrestado y referido a la Unidad de Violencia de Género de la Fiscalía de la Provincia Santo Domingo, donde fue dejado en libertad.

“Es triste, pero no le prestaron la atención que ella ameritaba, y lo que hicieron fue recriminarla a ella acusándola de ñoña, porque supuestamente no mostraba ningún rasguño que evidenciara la violencia ejercita por el hombre hacia ella”, dijo la pariente, al señalar que lo que hicieron fue referirla a un psicólogo.

Era una joven normal

Sus parientes la describieron como una joven normal, de una familia pequeña pero real, “de ese tipo de familia que no tienen nada, pero a la vez tienen mucho”. Su familia estaba integrada por cuatro miembros.

Las escenas de violencia que vivía la pareja eran constantes, hasta el punto de llegar a romperle el celular varias veces, lo que la mantenía en un estado de nervios, lo que era percibido por sus allegados, quienes notaron que desde que comenzó la relación con el victimario la joven empezó a cambiar.

“Leyda conoció ese tipo y todos en la familia percibieron que ella no iba bien con él, y él se llenó de odio con ellos porque la aconsejaban. La vieron cambiar, la vieron marchitarse. Pasó de ser una muchacha de la iglesia, que estudiaba, que comenzaba a producir, pero se marchitó. Se ausentó de sus redes sociales era triste, muy triste”, contó su pariente al programa. Leyda tenía 25 años.

La relación duró unos tres años, pero en medio de ese tiempo hubo una ruptura, por los problemas que enfrentaban. Después que retomaron la relación se embarazó y de ahí quiso darle formalidad a su vida y se mudó con su verdugo, sin imaginar que empezaba a recorrer el camino de la muerte.

Sobre el agresor

Rubén Darío Jiménez Pérez, quien tras cuatro días del hecho aún se encuentra prófugo, cambiaba constantemente de número de teléfono, lo que llamaba considerablemente la atención de la familia.

En medio de la investigación es que los familiares han descubierto “su perfil altamente peligroso. “La Policía aquí ha requisado su propiedad y encontró documentos y al introducirlos en la base de datos se encontraron con que la persona tiene un perfil altamente peligroso, ahí es cuando realmente la familia tuvo una información real de quién era esa persona”, dijo la mujer.

Parientes temen

La familia de Leyda se mantiene atemorizada, debido a que el hombre tras cometer los crímenes llamó a una tía de ellos que desconocía el hecho y le dijo lo ocurrido, y algo más: “que iba por más”.

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