Justicia

“Terapia de la escoba”, una técnica para moldear conductas de privados de libertad

Con diversas herramientas terapéuticas se apuesta a reinserción social de internos en los centros modelos de República Dominicana.

Los internos en los centros de corrección y rehabilitación tienen la oportunidad de participar en programas de alfabetización, educación básica, media y universitaria, así como en cursos de formación técnica. FOTOS RAÚL ASCENCIO Y EXTERNAS DEL NMGP

Wanda MéndezSanto Domingo, RD

Poner a los privados de libertad a barrer, a realizar manualidades, dar vueltas alrededor de un lugar o a mojar matitas constituyen técnicas usadas en los programas de tratamientos terapéuticos que se desarrollan en los centros de corrección y rehabilitación del Modelo de Gestión Penitenciario, enfocados en corregir las alteraciones conductuales que muestran desde que ingresa, como la agresividad, el estrés, la ansiedad y el poco amor por los demás.

El tipo de intervención no dependerá del delito que cometieron, sino de los resultados de una serie de pruebas a que son sometidos cuando ingresan, a través de un equipo multidisciplinario, lo cual sirve de base para la elaboración del plan de tratamiento terapéutico tanto individual como grupal.

En cada centro de corrección hay una junta de tratamiento, integrada por el director del recinto, el subdirector de asistencia y tratamiento, el subdirector de seguridad, un sicólogo, un médico, el jurídico, el área de asistencia social, de deporte y recreación.

Con el plan de tratamiento que aplican apuestan a la rehabilitación, pues los programas están dirigidos a mejorar la conducta del privado de libertad y fortalecer su desarrollado personal, para viabilizar su reinserción a la sociedad.

“Desde que llega un privado de libertad al nuevo modelo nosotros evaluamos su condición de salud física y mental, cuáles necesidades académicas requiere, cuál es su estatus jurídico y cómo poder ayudarle para agilizar su proceso, y si tiene alguna situación familiar”, expone la abogada Hilda Patricia Lagombra, quien dirige el Modelo de Gestión Penitenciaria desde hace poco más de un mes, teniendo bajo su administración 23 centros de rehabilitación y corrección.

Luego de ese levantamiento de información, y con el privado de libertad en un centro de observación por varios días, se empieza a crear un programa integral para su rehabilitación e incorporación a la sociedad, que incluyen diferentes tipos de terapias, tanto individuales como grupales.

A partir de que van resolviendo las necesidades sicológicas, inician los programas de tratamiento. Una de las situaciones que deben abordar es la del duelo, porque, según precisa Lagombra, ha perdido su libertad y tienen que ayudarlo a enfrentar las consecuencias de sus hechos para que acepte que al cometerlo le toca prisión, y que debe trabajar para que la sociedad vuelva a confiar en él y darle la oportunidad de cambiar.

Pasa a programas educativos y ocupacionales, ya sean de alfabetización, educación media o a la educación que requiera.

“El tratamiento es integral, porque no solamente va a una terapia para trabajar por ejemplo la drogodependencia, para bajar la ansiedad que provoca la misma prisión y la necesidad de saber cuál es su futuro, y qué va a pasar porque tiene un proceso penal pendiente, o si ya recibiste la condena tienes que empezar a vivir con esa consecuencia de tus actos”, explicó.

Trabajan con algunas patologías, si son antisociales, si tienen algún trastorno que requiera algún tipo de medicación, o si padecen de depresión, o con ansiedad, o tienen ideas suicidas. Se trata de patologías que requieren abordar con terapias ocupacionales, precisó Lagombra.

Las terapias individuales dependerán de los resultados de las pruebas que se les aplican, porque puede haber una población que solo requiera trabajar la ansiedad, otra el duelo de haber perdido a su familia, y otras que requieren tratamientos porque son drogodependientes y necesitan tanto terapia siquiátricas como ocupacionales a través de los sicólogos.

“Cada plan de los privados de libertad se trabaja de manera individual, porque todos tienen personalidades diferentes”, enfatizó.

Puso el ejemplo de una persona que solo conoce vender drogas y necesitan prepararla para que pueda hacer otra cosa cuando salga en libertad, por lo que lo llevan a que entienda que debe prepararse para superarse en el nivel académico.

Un aspecto importante a destacar es que procuran que participe la familia del interno, porque, según enfatizó Lagombra, son los que ayudarán a comprometerlo.

Con la asistencia social identifican situaciones familiares que están provocando ansiedad e inconformidad y que está impidiendo que el programa de tratamiento se lleve a cabalidad.

Sobre la participación de un personal de seguridad en la junta de tratamiento, explicó que los programas deben ir ligados a esa área, porque no se puede poner a una persona con ansiedad de salir de prisión a trabajar en el exterior porque se puede escapar o a alguien que piensa en matar personas y a violar las reglas a trabajar en un área de mínima seguridad.

Expuso que a través del Infotep se forman a los privados de libertad en los cursos que necesita el mercado y en actividades productivas que permitan sustentar el modelo penitenciario, al tiempo que el interno recibe un incentivo económico que le permita dar ingresos a su familia. Los privados de libertad reciben 10% de los recursos económicos que generen los trabajos que realiza y otro 10% se le envía a su familia.

El delito se toma en cuenta para algunos programas educativos y técnicos y desde el ámbito de seguridad, que una persona que vino porque mató 5 tienen que darle protección para que no le hagan daño, pero también proteger a la población penitenciaria. Se evalúa ese perfil y la junta de tratamiento determina si va al área de máxima seguridad o al área regular.

Las técnicas terapéuticas La sicóloga Ramona Peguero, encargada de salud mental del Nuevo Modelo Penitenciario, explicó que el plan de tratamiento incluye diferentes técnicas terapéuticas que utilizan para dar respuestas a las necesidades de intervención sicosocial.

Expuso que uno de los problemas que afecta a los privados de libertad es la alteración cognitiva conductual, producto de situaciones, conflictos y traumas que en muchas ocasiones los ha llevado a delinquir. “Lo más grande para una persona es perder su libertad, ahí se alteran muchísimos procesos sicológicos y síquicos”, enfatizó.

Dice que las personas por lo general no se adaptan a estar en encierro, porque dejan muchas cosas cotidianas a las que estaban acostumbradas.

Entre las alteraciones de la conducta más frecuentes están la violencia y agresividad, ansiedad, depresión, desadaptación al medio social, problemas siquiátricos, e ideas suicidas. Algunos llegan ya con un diagnóstico previo de problemas siquiátricos, señala.

El abordaje incluye terapias tanto individuales como grupales, que ponen en práctica a través de diversas actividades, y que aplican después de una evaluación sicosocial, para determinar de dónde procede y su historia familiar.

Con esa evaluación, dice la sicóloga Peguero, se pueden dar cuenta, por ejemplo, si ha habido consumo de sustancias controladas, lo cual tiende a cronificar la alteración conductual.

Peguero indicó que una técnica utilizada en las terapias individuales es la cognitiva conductual, la cual ha dado resultado en otros países.

Es una técnica donde se reestructura el pensamiento, ya que el ser humano es “lo que pienso, lo que siento y actúo”. Enfatiza al cambiar el pensamiento se reestructura lo que se siente y con ello se tendrá una manifestación conductual diferente.

“Por ejemplo, usted me dice, todos me odian, entonces, la técnica conlleva a describir quiénes te odian y quiénes te aman, y cuando hacemos la lista vemos que quienes te aman son más que los que te odian, eso es un pensamiento distorsionado”, puntualizó la experta.

Otra técnica es la de simbolización sistemática, usada para abordar el proceso de adaptación al centro. “Es el reconocimiento de mi realidad, se le explica a la persona que está en este lugar porque esa es su realidad en este momento y que puede cambiar mañana”, enfatizó.

También citó la intervención en crisis, con la cual se procura tranquilizar la persona que ha entrado a una especie de “duelo” porque ha perdido su libertad, dándole la oportunidad de que se desahogue emocionalmente.

Utilizan también terapias ocupacionales para que no tengan tiempo de pensar en cosas que no les convienen.

Citó que una técnica que suelen usar es ponerlos a dar res vueltas a la cancha, que tiene el objetivo de bajarles la ansiedad y el estrés, para que se tranquilicen y se adapten.

Además, trabajar en los talleres, ir a la escuela, leer un libro de superación personal, se manda a un destino. Las terapias grupales son sicoeducativas, dice, y orientadas sobre temas específicos, como manejo de conflictos, de la ira y la agresividad, además sobre la autoestima.

“Aunque no existe en este momento un estudio sobre los resultados, nosotros tenemos hasta ahora evidencia de que el tratamiento funciona en la mayoría de los privados, porque es un tratamiento integral”, destaca.

Terapia de la escoba La abogada Frania Navarro, subcoordinadora de asistencia y tratamiento, quien tiene 23 años trabajando en el sistema penitenciario, destacó que una técnica que ha sido útil es la “terapia de la escoba”, que consiste en poner al privado de libertad a barrer una determinada área para que se tranquilice cuando está agresivo o ansioso.

Cuenta que tuvo una experiencia particular cuando dirigió el centro de corrección de Haras Nacionales, en el 2005, donde había internos con problemas de adicción a sustancias controladas. Ahí pudo ver las diferentes manifestaciones cuando llegan al proceso de abstinencia y no consumo.

“Llegué a ver chicos que brincaban que parecían arañas y monos, una habilidad increíble, que cuando ellos lograban calmarse, que se encontraban arriba, en un techo, bajarlos era un problema, porque le tenían miedo a la altura, ni ellos mismos comprendían cómo habían subido ahí”, narró.

Expuso que luego solos iban mostrando qué les causaba la tranquilidad que el centro necesitaba para poder abordar el consumo de drogas, ya que no se utilizan medicamentos.

“Encontramos a muchos que cogían una escoba y se iban barriendo, aunque no lo crea, hasta dos kilómetros a la redonda, y ellos mismos te decían, es que ahí es que yo me siento bien”, dijo.

El objetivo, precisó, no era ponerlos a limpiar, sino entretenerlos, porque en una prisión lo que menos la gente se imagina funciona.

“Una persona ansiosa la pones a trabajar manualidades”, dice. Y la sicóloga agrega que a una persona que no tenga ningún tipo de apego, la ponen a mojar las matitas.

Navarro indicó que a partir de ahí le arman su proyecto de vida que se aplica en el programa Medio Libre, que los prepara para su reincorporación laboral, pero que inician desde el plan de tratamiento.

“Lo que tu mundo de vida no tuviste, tú encontrarlo, hasta el afecto. He tenido la experiencia en 23 años de servicios en el sistema penitenciario que la primera felicitación de cumpleaños se la he dado yo, su primer abrazo se lo he dado yo”, enfatiza.

Pero tienen algo muy claro, y es que es que no tienen una varita mágica en el nuevo modelo ni en los programas de tratamiento para transformar al individuo, porque considera que si este no interioriza como persona y acepta que se equivocó, el programa no le servirá.

SEPA MÁS Programas formativos 4,671 internos han participado en programas de alfabetización; 8,268 en educación básica, 10,234, en media.

Mientras, 395 han cursado carreras universitarias, con becas, mediante convenios suscritos con Universidades, y 24,519 han realizado cursos técnicos.

Además, los privados de libertad han sido favorecidos con asistencia médica y sicológica, a través de programas de salud, higiene bucal y de vacunación.

Terapia de la escoba En los centros modelos también se desarrollan actividades culturales y recreativas, como parte de las terapias ocupacionales, que incluye la realización de un festival penitenciario, programas de sensibilización social, de integración familiar que les incentiva con salidas para que visiten sus parientes, y de integración socio laboral.

Todas esas actividades forman parte del programa de tratamiento penitenciario que se desarrolla en los centros de corrección y rehabilitación, a fin de crear las condiciones de readaptación social y fomentar las competencias técnicas y laborales.