Los "chivos virtuales" reaparecen en las clases a distancia

Las trampas con las prácticas y el clásico "chivo", ese recurso a que apela el estudiante para pasar un examen, también se están poniendo de manifiesto de manera ingeniosa en la docencia virtual.

Cuando las clases eran presenciales, "el chivo" consistía en deslizar un papel con contenidos de la asignatura debajo de la hoja de examen o anotarlos en la butaca.

Estudiantes del sexo femenino incluso llegaron a pegar un papel con eventuales respuestas en el borde de las faldas y otros anotaban en las palmas de las manos material que podía salir en una evaluación.

El “soplar” una respuesta a un compañero cercano y el intercambio de exámenes han sido otros de los tantos recursos a que recurren los estudiantes para lograr una buena calificación en una prueba.

Todo esto se ha hecho aprovechando los descuidos del profesor que debe vigilar a decenas de estudiantes al mismo tiempo dentro del aula, para evitar que incurran en trampas durante las evaluaciones.

Con la llegada de la era digital, esos contenidos se tienen a la mano en los teléfonos inteligentes, razón por la que educadores prohíben utilizarlos durante los exámenes.

Ingeniosos

Ahora con la docencia virtual las trampas para pasar un examen suelen ser igual de ingeniosas, constituyéndose en un reto para los docentes detectarlas.

Como las plataformas de universidades suelen sacar a quienes intentan salir de ella para buscar respuestas en Google, los estudiantes universitarios apelan al uso de dos celulares o un celular y una PC.

Un móvil lo utilizan para entrar a la plataforma y el otro para “googlear” las respuestas del examen.

Los alumnos hacen capturas de pantallas de exámenes y se los pasan a los compañeros que cursarán la asignatura en un próximo cuatrimestre. Si el profesor repite el examen del nivel anterior, una nota excelente está asegurada.

Aunque algunas plataformas de universidades impiden realizar la captura de pantalla al examen, porque sale en blanco, los estudiantes utilizan el otro celular para hacerle una fotografía.

Los grupos de WhatsApp de los estudiantes, independientes de los creados por los profesores, también se han convertido en una fuente de apoyo.

Una estudiante aplicada reveló que llenó en 10 minutos un examen parcial programado para media hora en la plataforma de la universidad donde está matriculada.

Le hizo una captura de pantalla a su nota, un 20 de 20, y la pasó al grupo de WhatsApp de sus compañeros para mostrar cómo le había ido en la prueba, algo muy común entre estudiantes que comparten una sección.

Cuenta que de inmediato sus compañeros, al ver que había logrado la máxima puntuación del examen parcial, le pidieron ayuda por el grupo de WhatsApp privado y en los 20 minutos restantes del examen, ayudó con las respuestas a cerca de 10 compañeros de clases.

Con respecto a las prácticas asignadas, la docencia virtual ha aumentado el recurso del copiado-pegado para realizarlas, por lo que algunos catedráticos universitarios suelen encontrar en el proceso de corrección varios trabajos “igualitos, hasta con puntos y comas”.

El intercambio de prácticas también es algo común, principalmente porque los estudiantes alegan que están saturados con tantas tareas asignadas por los profesores, ahora que la docencia se realiza a distancia.

Los profesores

Los profesores se quejan por estas prácticas deshonestas de estudiantes que incluso logran una mejor calificación que otros mucho más aplicados y que se abstienen de incurrir en esas acciones.

Han planteado que por lo menos los exámenes sean presenciales, con la división en grupos reducidos para que tomen las evaluaciones en horarios distintos.

Algunos docentes han recurrido a los exámenes orales, pero con secciones tan numerosas sería tedioso elaborar una evaluación para cada estudiante, a fin de evitar también las trampas con esta modalidad.

“Debe buscarse una metodología diferente aunque sea para examinarlos”, explicó un educador sobre la problemática de las artimañas en medio de la docencia virtual.

Otros profesores evitan el uso de las plataformas de las universidades para las evaluaciones, ya que sólo permiten preguntas de selección múltiple, falso o verdadero o el mandato de “complete”.

“Yo prefiero ponerles exámenes en los que tengan que razonar una respuesta. Nunca que la respuesta esté en los contenidos que les he compartido durante todo el cuatrimestre. Responderían con ese material al lado y no sería una real evaluación”, dijo un profesor que declinó identificarse.

Un educador indicó que la plataforma de la universidad que maneja, solo cambia a los estudiantes el orden de las preguntas del examen, pero son las mismas para todos, lo que contribuye a que ellos intercambien respuestas durante la evaluación.

En los foros se comunican también entre ellos para compartir respuestas a través del sistema de mensajería WhatsApp.

Durante la docencia por videoconferencia a través de diversas plataformas, especialmente Zoom, algunos estudiantes entran, pero dejan cámaras y micrófonos apagados para poder realizar oficios o cualquier otra actividad en la casa, o simplemente dedicar esas horas a su trabajo.

Esos estudiantes luego investigan con sus compañeros que cátedra impartió el profesor y las prácticas que asignó, lo que también preguntan directamente al profesor bajo el alegato de que “la plataforma me sacó” o que tuvieron “fallas en el servicio de internet”.

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