Tratar una adicción puede costar hasta RD$250,000 a la semana
Tratar una adicción o un trastorno mental a una persona puede implicar a la familia el desembolso de 250,000 pesos por una semana y entre 700,000 y 800,000 pesos por 15 o 20 días de ingresos en un centro especializado privado.
En otros de nivel más moderado o con visión más humanista, el mes de tratamiento puede variar entre 300,000 y 85,000 pesos; pero en ningún caso la cifra está al alcance de la mayoría de las familias dominicanas.
A esto se suma que el país sólo dispone de entre 40 y 50 camas para el ingreso y tratamiento de este tipo de trastornos, mostrando un déficit que puede superar el 250% frente a una demanda creciente desde hace años y que ha empeorado como consecuencia de la pandemia de Covid-19.
La realidad no es ajena a los especialistas de la conducta humana y sobre todo a aquellos que están vinculados a ofrecer ese tipo de atención. Este es el caso de Hanoi Vargas, director ejecutivo de la Fundación Voluntarios Verdaderos (Volver), quien vive cada día las angustias que pasan familias dominicanas de recursos medios y bajos cuando uno de sus miembros presenta ese tipo de conducta.
De ahí que Vargas decidió no cruzarse de brazos y tiene elaborada una propuesta que presentará próximamente a las autoridades gubernamentales, para que se incluya esa atención dentro de la cobertura de la Seguridad Social, de las ARS privadas y del Seguro Nacional de Salud (Senasa) para que toda la población tenga acceso a una rehabilitación de manera digna.
Dijo que el país cuenta apenas con 40 o 50 camas para más de 10 millones de habitantes, por lo que sólo pueden ingresar personas en condiciones de crisis muy avanzada, por lo que se necesita incrementar esa respuesta entre un 150 a 250%. A esto se suma, precisa, que la inversión en salud mental es urgente, al recordar, que a ese servicio se le destina apenas el 0.38% del presupuesto del Ministerio de Salud Pública.
El especialista de la conducta humana entiende que llegó el momento de que el Estado asuma esa responsabilidad, garantizando cobertura a través de la Seguridad Social.
Su propuesta incluye desarrollar alianzas público-privadas y crear un plan progreso que permita incorporar cada vez mayor cantidad de personas a este servicio que responda a un concepto de rehabilitación.
Corta y larga Estadía
Volver cuenta con dos residencias, una de corta y de mediana estadía y larga estadía con espacios suficientes para una expansión en caso de hacer una alianza público-privada que le permita subvencionar la inversión en el tratamiento sin perder la calidad y calidez del servicio que merecen ese tipo de pacientes.
Destaca que dentro de las cosas que le diferencian de otros servicios de salud mental y tratamiento de adicciones están que involucra la psicoeducación familiar, la confidencialidad, la priorización de la recreación y terapias complementarias como clases de ajedrez, de música, de deportes y el componente espiritual. La de corta estadía está ubicada en el Distrito Nacional y la de larga estadía en San Pedro de Macorís. El 65% de la demanda que recibe es por adicción y 35% por otros problemas a nivel de salud mental como esquizofrenia, psicosis inducida por sustancias, bipolaridad y depresión mayor.
Inician hasta a los 11 años
La mayor población que recibe es jóvenes, pero en los últimos tiempos ha crecido la demanda de atención entre adolescentes. Le preocupa, señala el especialista, ver que situaciones de conducta están debutando en personas cada vez más jóvenes, incluyendo niños y niñas de 11 años, que ya asumen actitudes de desafío a la autoridad de los padres e incluso caen en consumo de sustancias.
Entiende necesario que el sistema educativo incorpore la psicoeducación y la enseñanza de la moral y cívica.
Sobre el impacto de la pandemia de Covid-19 en la salud mental, Vargas cita que se observa mucho la pérdida de sueño y la ansiedad por no poder cumplir con compromisos, por los cobros compulsivos y no poder ser el proveedor familiar como antes, por lo que buscan evadir o para desconectarse de la realidad caen en el uso y abuso de sustancias psicoactivas, pastillas para dormir y alcohol, y violencia intrafamiliar.
También se observan episodios de depresión y estado de melancolía fruto del distanciamiento, algunos de los cuales terminan en suicidios. Volver surgió en 2005 y su logo es una R al revés, inspirado en el pasaje bíblico del hijo pródigo, para que las personas dejen la vida tóxica, disfuncional, lesiva a la salud y a la familia, para retornar.