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Leonel en 1996: el cambio generacional en la vida política nacional

Discurso toma de posesión presidencial Leonel Fernández 1996

Leonel Fernández, foto de archivo. / Listín

Leonel Fernández, foto de archivo. / Listín

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Javier FloresSanto Domingo, RD

Leonel Fernández el encargado de dar el discurso de toma de posesión el 16 de agosto de 1996, al resultar ganador en un torneo electoral en el que por primera, y hasta ahora única vez, que se necesitó una segunda vuelta para definir quién se quedaría con la presidencia de la República.

En esa segunda vuelta, Fernández ganó la Presidencia al obtener un millón 466,382 votos, contra un millón 394,641 sufragios obtenidos por José Francisco Peña Gómez y el Partido Revolucionario Dominicano (PRD).

El candidato del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) obtendría la victoria luego de recibir el apoyo del líder reformista y presidente de ese entonces, Joaquín Balaguer, lo cual fue catalogado como el último "pase de antorcha" política de una generación a otra.

Esos comicios presidenciales del 96 fueron los últimos de los cuatro torneos electorales celebrados en la década de los 90, en donde predominó la crisis política que vivió el país entre 1990 y 1996, con dos líderes políticos luchando por ascender al poder mientras el otro se empleaba a fondo para mantenerse en él

Precisamente en esa inestabilidad política, donde ningún vencedor de las elecciones presidenciales siquiera se acercó al 40% de los votos y las acusaciones de fraudes estaban a “flor de piel” principalmente contra Joaquín Balaguer, enfocaba Fernández la mayor parte de su discurso de toma de posesión.

Teniendo presentes tanto a Balaguer como a Juan Bosch, el primer mandatario del PLD empezaba su primer discurso oficial, compuesto por seis páginas y 4,360 palabras, dándole el crédito a estos por ayudar al “desarrollo” de la democracia dominicana, que a ese entonces con solo 35 años de distancia tenía muy fresca en su memoria la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo.

“Ese proceso de transición de un régimen despótico a un sistema democrático no ha ocurrido de manera lineal. Por el contrario, ha tenido sus momentos de interrupciones, zizagueo y estancamientos, como lo demuestran hechos recientes de nuestra historia.

Sin embargo, la democracia no solo ha logrado sobrevivir, si no que ya empieza a experimentar signo de madurez y perfeccionamiento”, explicaba Fernández, quien al mismo tiempo exclamaba que “la democracia pudo sobrevivir porque contó con el privilegio de la presencia de los JB: Joaquín Balaguer y Juan Bosch”.

Tratando de alabar ambas figuras políticas, Fernández cuidó su alocución de no poner argumentos en contra de Bosch, quien fuera el líder del PLD y de quien fue el compañero de boleta es las elecciones de 1994; ni de Balaguer, quien le ofreció el apoyo determinante para que este venciera a Peña Gómez rebasando una ventaja de nueve puntos porcentuales del líder perredeista.

Tanto Balaguer como Bosch fueron enemigos y rivales políticos desde el derrocamiento de Trujillo hasta que se sentaron en la mesa de diálogo para formalizar la alianza que llevaría al candidato peledeista a la Presidencia.

“El doctor Joaquín Balaguer desde el poder, y el profesor Juan Bosch, desde la oposición fueron las dos figuras que las proporcionaron sentido de equilibrio y de estabilidad al sistema político en la República Dominicana”, decía Fernández ante los presentes en la Asamblea Nacional, entre los que destacaban los entonces presidentes de Venezuela, Haití, además del gobernador de Puerto Rico y el príncipe de Austrias.

El entonces Presidente de la República, aprovechaba la ocasión para engalanar a su contrincante, Peña Gómez, otro líder de la oposición política durante la década de los 90.

“Para mayor fortuna nuestra aún, hemos podido contar también con la presencia de otra vigorosa personalidad, perteneciente a una generación más joven que la de los dos maestros antes mencionados, pero que sin duda ha hecho aportes importantes al desarrollo de nuestro sistema democrático. Se trata del Dr. José Francisco Peña Gómez”, expresaba también Fernández.

Un llamado de unidad para retos del nuevo milenio

Con un gobierno que terminaría dentro del nuevo milenio, Fernández externaba la preocupación de que el país aún no estaría preparado para recibir los “cambios” que traería consigo el proceso de globalización mundial que estaba viviendo el mundo mientras se acercaba el año 2000.

“Lo que podría ser motivo de preocupación de esos cambios mundiales para la República Dominicana ha tenido lugar en un momento que todavía no estábamos preparados para recibirlos, con lo cual se ha generado la necesidad de acelerar la agenda del desarrollo nacional con la finalidad de ponernos a tono con la hora que va marcando la hora del mundo”, explicaba el mandatario.

Fernández añadía que revisó todos los programas de gobierno y dijo que encontraba más elementos en común que aquellos que podrían ser elementos de discordia.

El presidente detallaba que tanto los programas de gobierno de él, Peña Gómez y Jacinto Peynado, el candidato del Partido Reformista eliminado en primera vuelta, estaban en la misma página con respecto a lo que había que hacer contra la pobreza e iniciar el tránsito hacia la modernización y el desarrollo. Se encontraban de acuerdo con que se aprobara la Ley General de Electricidad, la ley general de privatización de la empresa pública, una ley de salud y una ley de educación.

“Eso prueba que las distintas fuerzas políticas que se disputan entre sí el escenario eleccionario nacional tienen un claro diagnóstico de nuestras debilidades actuales y una lúcida de hacia donde debemos encaminarnos como nación… ¿Por qué no trabajar juntos?”, era la cuestionante que planteaba el mandatario.

Fernández le hizo un llamado los diferentes líderes políticos, y a la ciudadanía en general, que estos debían de trabajar “unidos” para salir del “subdesarrollo económico”, lo cual a su entender era el principal reto del país al momento de asumir el poder.

“En muchas ocasiones sostuve que el gobierno que hoy se inicia debería ser un gobierno de unidad nacional, he planteado también una unidad programática y la celebración de una cumbre política con el propósito de garantizar la gobernabilidad del país”, señalaba en su discurso.

Eliminar la corrupción

La primera propuesta planteada por Fernández durante su discurso ese pasado 16 de agosto de 1996 fue la realización de “una profunda reforma y modernización del Estado” cuyo objetivo principal sería contribuir a la eliminación de la corrupción de la administración pública y hacer más eficiente el servicio público que se provee a la nación.

A pesar de esa promesa, fue durante esa gestión que se destaparon las acusaciones con relación al escándalo vinculado al denominado “Plan Eventual Mínimo de Empleo (PEME)”, donde funcionarios públicos de ese gobierno fueron acusados, supuestamente, de estafar al Estado por más de mil millones de pesos.

“Estamos obligados a gobernar como Dios manda, por lo que en esta hora suprema de mi existencia suplico a Dios Todo Poderoso que al igual que al Rey Salomón nos ilumine y nos provea de la sabiduría requerida para guiar a la República Dominicana por el Nuevo Camino”, con esa frase culminaba Fernández, quien volvería a la presidencia en el 2004, terminaba su discurso de toma de posesión.

DISCURSO COMPLETO

Señor Dr. Amables Aristy Castro, Presidente de la Asamblea Nacional

Excelentísimo Señor Doctor Joaquín Balaguer, Ex-Presidente de la República Dominicana

Señor Profesor Juan Bosch, Ex-Presidente de la República Dominicana

Excelentísimo Señor Rafael Caldera, Presidente de la República de Venezuela

Excelencia Doctor Lien Chan, Presidente del Yuan (Poder) Ejecutivo de la República de China

Su Alteza Real Príncipe de Asturias, Fernando de Borbón

Excelentísimo Señor Rosny Smarth,Primer Ministro de Haití

Su Excelencia Reverendísima Monseñor Chistophe Pierre, Nuncio Apostólico, Jefe de las Misiones Especiales

Excelentísimos Señores Jefes de las misiones Especiales

Honorable Señor Pedro Roselló, Gobernador de Puerto Rico

Altos Funcionarios Civiles y Militares

invitados Especiales

Señoras y Señores

Un día como hoy, hace 133 años, fue esparcido por el firmamento de la República Dominicana, el Grito de Capotillo.

Con ese hecho se anunciaba al mundo y al país que los dominicanos iniciaban una nueva etapa de luchas en la conquista por la soberanía, la independencia y la autodeterminación.

Esas luchas épicas culminaron con la Restauración de la República, con lo cual se logró una reafirmación de los valores y principios democráticos que dieron origen a nuestra fundación como pueblo, debido a los desvelos de nuestros Padres Fundadores, Duarte, Sánchez y Mella, y de quienes junto a ellos integraron la sociedad patriótica La Trinitaria.

Hoy, a tantos años de distancia de aquel acontecimiento memorable, la República vuelve a llenarse de júbilo.

Este acto solemne al cual asistimos es una demostración inequívoca de la madurez que ha ido conquistando el sistema democrático en la República Dominicana.

Si bien es cierto que la vocación por constituir un Estado de Derecho fundamentado en los principios de la democracia y la justicia social datan desde los mismos orígenes de nuestro surgimiento como nación, no lo es menos que esa vocación se ha intensificado, de manera particular, de los últimos 35 años desde la participación de la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo a la época actual.

Ese proceso de transición de un régimen depóstico a un sistema democrático no ha ocurrido de manera lineal. Por el contrario, ha tenido sus momentos de interrupciones, zizagueo y estancamientos, como lo demuestran hechos recientes de nuestra historia.

Sin embargo, la democracia no solo ha logrado sobrevivir, si no que ya empieza a experimentar signo de madurez y perfeccionamiento.

Cuando se examine en forma desapasionada esa etapa turbulenta de nuestra historia, y se cuestionen cómo fue posible la supervivencia de nuestro sistema político, aún en ausencia de radiciones, valores e instituciones democráticas, la respuesta, invariablemente, tendrá que ser una sola.

La democracia pudo sobrevivir porque contó con el privilegio de la presencia de los JB: Joaquín Balaguer y Juan Bosch.

El doctor Joaquín Balaguer desde el poder, y el profesor Juan Bosch, desde la oposición fueron las dos figuras que las proporcionaron sentido de equilibrio y de estabilidad al sistema político en la República Dominicana.

Otras sociedades latinoamericanas tuvieron la fortuna de haber podido contar con personalidades electrizantes del mundo de la política, como fueron los casos del presidente Rómulo Betancourt en Venezuela; Víctor Raúl Haya de la Torre, Presidente; José Figueres, en Costa Rica y Luis Muñoz Marín, en Puerto Rico.

En la República Dominicana hemos disfrutado de la oportunidad de haber contado no sólo con dos grandes líderes políticos de multitudes, como lo han sido el profesor Juan Bosch y el Dr. Joaquín Balaguer, sino, además de dos excepcionales figuras intelectuales que han sabido influir poderosamente en el pensamiento y en la conducta de sus connacionales.

Para mayor fortuna nuestra aún, hemos podido contar también con la presencia de otra vigorosa personalidad, perteneciente a una generación más joven que la de los dos maestros antes mencionados, pero que sin duda ha hecho aportes importantes al desarrollo de nuestro sistema democrático.

Se trata del Dr. José Francisco Peña Gómez.

En distintos momentos y bajo circunstancias adversa, estos tres hombres, comandando las tres principales fuerzas políticas del país, han sido la garantía de que la democracia dominicana no haya colapsado y de que el caos no se haya extendido como una mancha de aceite por todo el cuerpo social de la República Dominicana.

Ellos han sido los responsables de haber conducido el proceso de transición democrática que en los últimos treinta y cinco años ha vivido la República Dominicana. En ese proceso de transición hemos vivido momentos estelares que han permitido el ejercicio de uno de los pilares fundamentales de sustentación de la democracia representativa: la alternabilidad en el poder.

En 1978, se produjo la alternabilidad democrática del poder cuando el Partido Reformista tuvo que cederle la conducción de los destinos nacionales al Partido Revolucionario Dominicano, que entonces emergía victorioso en los comicios efectuados ese años.

Luego de dos administraciones sucesivas de ese partido, el Dr. Joaquín Balaguer volvió a conquistar el respaldo de la mayorías nacionales, y una vez más se produjo la alternabilidad democrática en el poder, cuando esta vez, en forma inversa, el Partido Revolucionario Dominicano hacía entrega pacífica al Partido Reformista Social Cristiano.

Mientras se producía ese fenómeno, el sistema político de la República Dominicana evolucionaba de un sistema bipartidista a uno multipartidista, con tres fuerzas fundamentales, la tercera de las cuales la constituye, el Partido de la Liberación Dominicana.

Para algunos analistas, tanto nacionales como internacionales, la democracia política dominicana se encontraba incompleta debido a que siendo un sistema constituido por tres fuerzas políticas fundamentales, sólo dos de ellas habían accedido al ejercicio del poder.

Se requería que esa tercera fuerza también obtuviese la oportunidad llevada por el apoyo de las grandes mayorías nacionales, de conducir los destinos del país.

Es, efectivamente lo que acaba de ocurrir.

El reciente triunfo obtenido en las urna por el Partido de la Liberación Dominicana viene a completar ese elemento faltante en nuestro sistema multipartidista en el que sólo dos de sus organizaciones habían ejercido plenamente el poder del Estado.

Pero además el triunfo del PLD viene a constituir un acto de reivindicación frente al Prof. Juan Bosch, ya que el haber sido interrumpido en el ejercicio de su mandato democrático, encuentra ahora, por intermedio de uno de sus discípulo, la representación de los que fue su visión de una República Dominicana donde no pereciera la Libertad.

Sin embargo, debo advertir que para los seguidores del Partido de la Liberación Dominica, el triunfo electoral que ha obtenido no ha sido interpretado como una expresión de adhesión incondicional de la ciudadanía que ejerció el sufragio en su favor, si no mas bien como un acto de fe y como un testimonio de confianza.

Los últimos tres procesos electorales que ha tenido el país (1990,1994 y este último que acaba de transcurrir, 1996) ofrece lecciones importantes para una sociología de la política dominicana.

En 1990, el Partido de la Liberación Dominicana obtuvo la mas alta votación que hasta entonces había obtenido en toda su historia, mientras que el Partido Revolucionario Dominicano y Partido Reformista Social Cristiano obtenían, ambos, la mas baja votación que jamás hubiesen registrado en toda su participación previa.

Cuatro año después, es decir, en 1994, el Partido de la Liberación Dominicana experimenta un abrupto declive, mientras que el Partido Revolucionario Dominicano y el Partido Reformista Social Cristiano se disputan el primer lugar, habiendo obtenido, en esa ocasión, la más alta votación que en toda su historia ambos partidos habían experimentado.

Sin embargo, dos años después nada más, el Partido Reformista social Cristiano llega a sus más bajos niveles históricos y el Partido de la Liberación Dominicano a escalar cumbres, nunca antes alcanzadas.

Cómo interpretar ese fenómeno ? Cómo explicar la oscilación en forma de péndulo que han experimentado las principales fuerzas política del país, que de la cima se han desplomado al suelo y del suelo han vuelto a emerger como fuerza triunfante ?.

La única explicación válida a todas esas efervescencias del sistema político dominicano se encuentra en el reconocimiento de la búsqueda que realiza el pueblo dominicano de encontrarse con formas renovadas de liderazgo y condición de la política.

Ese proceso de búsqueda del pueblo dominicano con un estilo renovado de liderazgo político ha coincidido con un fenómeno de mutación histórico a escala planetaria que reclama de nuevas energías nacionales para ser encauzadas en favor del progreso y la prosperidad de todos los dominicanos.

Si en los treinta y cinco años de luchas que el pueblo dominicano ha desplegado en favor de la transmisión democrática ha podido contar con el talento de tres figuras de excepción, el proceso de consolidación democrática que ahora se inicia, requiere, por encima de todo, de instituciones fuertes.

El filósofo español José Ortega y Gasset decía que el hombre es él y sus circunstancias con lo que llegó a coincidir con el autor del 18 Brumario de Luis Bonaparte, quien, con notable lucidez elaboró el concepto de que si bien es cierto que son los hombres quienes hacen la historia, nunca la hacen las circunstancias o condiciones escogidas por ellos.

La circunstancia en que nos tocará ejercer el poder en la República Dominicana, nos vienes impuesta por el devenir de la historia.

Los últimos años han sido escenario de una revolución llevada a cabo en toda la humanidad con consecuencias y proyecciones originalmente inimaginables, y que ha repercutido en el ámbito de la geopolítica, el conocimiento científico técnico y en los nuevos sistemas de producción y comercialización de bienes y servicios.

El fin de la guerra ha determinado que en lugar de una confrontación bipolar de carácter político ideológico y militar entre dos superpotencias, como fue el caso de los Estado Unidos y la Unión Soviética, las relaciones internacionales se hayan reorganizados de manera multipolar, donde lo que cobra importancia por encima de los referidos factores, es la economía y el comercio.

La naturaleza multipolar de las relaciones internacionales ha dado lugar a la formación de bloques comerciales internacionales, como son los casos de la unión europea, conformado por los 15 estados suscribientes del Tratado de Mastricht; tratado de Libre Comercio entre Estado Unidos, México y Canadá y la Asociación de Estados Asiáticos.

A ésta situación de cambio geopolítico le ha acompañado una revolución científico – Tecnológico, en virtud de la cual, las tecnologías y los sectores productivos tradicionales, entre los cuales se encuentran la siderurgia, el petróleo, la industria química, petroquímica y el transporte basado en motor de combustión interna, han sido sustituido por la electrónica, la informática, biotecnología, la telecomunicaciones, fibra óptica y el micro chip.

Un reputado investigador de las ciencias gerenciales, Peter Drucker en su libro, La sociedad Post-Capitalista ha descrito este fenómeno como la transformación que conduce hacia la sociedad post-capitalista o sociedad del capitalismo.

He aquí, como él nos presenta lo que actualmente hipnotiza a la humanidad:

«La nueva sociedad, que ya está aquí, es una sociedad post-capitalista. Seguramente, utilizará el mercado libre como el único mecanismo probado de integración económica. Será una sociedad anticapitalista. No será ni siquiera no-capitalista. Las instituciones del capitalismo sobrevivirán, aun cuando algunas, por ejemplo los bancos puedan desempeñar papeles muy diferentes. Pero el centro de gravedad de la sociedad post-capitalista – su estructura, su dinámica social y económica, sus clases sociales- es distinto de los que dominaron durante los últimos 250 años y definieron las cuestiones en torno a las cuales cristalizaron los partidos políticos y grupos sociales, los sistemas de valores de la sociedad, de los compromisos personales y políticos.

Y más adelante, añade:

«El recurso económico básico ya no es el capital ni son los recursos naturales ni el trabajo, para decirlo en lenguaje de los economistas. Es y será el conocimiento. Las actividades centrales de creación de riqueza no serán ni la asignación del capital a uso productivo ni el trabajo — los polos de la teoría económica de los siglos XIX y XX, bien fue la clásica, marxista, Keynesiana y Neoclásica. El Valor se crea hoy por la productividad y la innovación, ambas aplicaciones del conocimiento al trabajo.»

La revolución científico – tecnológica ha sido la base de donde ha emanado el fenómeno de la globalización, el cual ha representado un desafío al concepto tradicional de Estado – Nación, en razón de que las fronteras nacionales son traspasadas por el proceso de transnacionalización de la producción, las comunicaciones, el transporte, el comercio y las finanzas.

En la actualidad hay un proceso de globalización que se expresa en la República Dominicana, no sólo a través del sistema de Internet en la computadora o de Teleconferencia, como recientemente comprobé en la recién inaugurada en la Plaza de la Salud, sino también en el turismo, en las zonas francas, en las transacciones financieras internaciones y en la puesta en práctica de los acuerdos del GATT.

El desafió al que nos enfrentamos como nación es el de como asimilamos esos cambios en nuestras estructuras económicas, sociales y políticas sin que ello represente una amenaza de supervivencia a nuestra sociedad, si no que por el contrario es un estímulo al progreso y a la modernización.

Lo que podría ser motivo de preocupación de esos cambios mundiales para la República Dominicana ha tenido lugar en un momento que todavía no estábamos preparados para recibirlos, con lo cual se ha generado la necesidad de acelerar la agenda del desarrollo nacional con la finalidad de ponernos a tono con la hora que va marcando la hora del mundo.

Esas tareas de ponernos a tono con el ritmo de avance con que transita la humanidad no es — ni puede ser — labor de un solo individuo.

No es — ni puede ser — labor de un solo partido.

No es ni siquiera tarea de todos los partidos.

Es la labor de toda la sociedad trabajando con un sentido de dirección hacia la conquista de metas nacionales.

He examinado con profundo detenimiento los programas de gobierno de todos los partidos que terciaron en el recién finalizado torneo electoral y he encontrado que en todos esos programas hay mas elemento en común que elemento de separación.

Eso prueba que las distintas fuerzas políticas que se disputan entre sí el escenario eleccionario nacional tiene un claro diagnóstico de nuestras debilidades actuales y una lúcida de hacia donde debemos encaminarnos como nación.

Tal vez pocas naciones en el mundo tengan una visión tan clara como la tenemos los dominicanos respecto del tipo de sociedad que deseamos para nosotros y para nuestros hijos.

Y por supuesto, mi gran interrogante es la siguiente. Si efectivamente, las distintas fuerzas políticas que conforman el espectro nacional y las distintas organizaciones que hoy integran lo que en el lenguaje moderno se llama sociedad civil, pero en tiempo no muy lejanos se le identificaba como fuerzas vivas de la nación, están de acuerdo respecto a lo que hay que hacer para hacer de la pobreza e iniciar el transito hacia la modernización y el desarrollo, y por qué no podemos actuar juntos ?.

Si el Partido Revolucionario Dominicano, el Partido Reformista Social Cristiano y el Partido de la Liberación Dominicana estuvimos de acuerdo, en nuestros respectivos programas de gobiernos para que se apruebe la Ley General de Electricidad, para de esa manera evitarle al pueblo dominicano los interminables e irritables apagones, por que no podemos trabajar juntos ?.

Si el PRD, PRSC, y el PLD estuvimos de acuerdo en nuestros programas de gobiernos en promover una ley general de privatización de la empresa pública, para una vez estudiada la situación de cada una de las empresas de CORDE, saber qué hacer con ellas, por qué no podemos trabajar juntos ?.

Si PRD, PRSC y el PLD nos comprometemos en nuestros programas de gobierno a cambiar la situación de la justicia dominicana mediante la conformación del Consejo Nacional de la Magistratura, la aprobación de la ley de carrera judicial y la creación de la Escuela Nacional de la Magistratura, ¿ por qué no podemos trabajar juntos ?.

Si sabemos que se requiere de la aprobación de una ley de salud y de otra ley general de educación, para que nuestro pueblo pueda disfrutar en ambas áreas de servicios de mayor calidad, Por que no podemos trabajar juntos ?.

Lo que se quiere es evitar que se produzca nuevas quiebras de bancos y de que pobres infelices pierdan los ahorros de toda una vida, y por tanto resulta imperativo la aprobación de una nueva ley que regule el funcionamiento de las actividades bancarias, Por que no podemos trabajar juntos ?.

Quien os dirige la palabra cree firmemente que en esta hora crucial que vive el mundo y la República Dominicana es obligación de todos contribuir con la realización de metas u objetivos nacionales que nos permitan salir de la inocultable situación de sub-desarrollo en que nos encontramos en víspera del advenimiento de un nuevo siglo y un nuevo milenio.

En muchas ocasiones sostuve que el gobierno que hoy se inicia debería ser un gobierno de unidad nacional, he planteado también una unidad programática y la celebración de una cumbre política con el propósito de garantizar la gobernabilidad del país.

La gobernabilidad es un tema nuevo que hace referencia a ideas viejas.

En el fondo, la gobernabilidad democrática hace referencia a la necesaria legitimación que debe tener todo sistema político o lo que es igual, a la necesidad de preservar la estabilidad y el orden político como consecuencia del apoyo que recibe en la distintas fuerzas que interactúan en el seno de la sociedad.

Hasta hace relativamente poco tiempo, la amenaza de la gobernabilidad de las naciones latinoamericanas estaba dada por las ocurrencias y los golpes de estado militares que desconocían los gobiernos civiles electos.

En la actualidad los golpes de estado militares en América Latina están en crisis. El transito de regímenes autoritarios a gobiernos civiles ha dejado como una sombra del pasado las viejas sonadas cuartelarias.

La amenaza a los sistemas democráticos está dado hoy por la incapacidad de poder satisfacer las demandas económicas sociales de las grandes mayoría nacionales.

No hay democracia donde hay estómagos vacíos.

No hay democracia donde no hay derecho a la educación y a la salud.

No hay democracia donde no se reconoce el derecho que tiene todo ser humano a desarrollar sus potencialidades creadoras.

Obviamente, en aquella sociedades donde no hay garantía a las satisfacción de esos derechos fundamentales para la convivencia humana produce una desestabilización del orden y se entra en el campo cenagoso de la ingobernabilidad.

Proveer esas posibilidades y el disfrute de esos derechos al pueblo dominicano, insisto, es tarea de todos; y cuando hablamos de garantizar la gobernabilidad en la República Dominicana, mediante un pacto legislativo, que permita la aprobación de leyes consideradas de interés nacional, de ninguna manera se está solicitando que nadie pierda su identidad ni que deje de ejercer su rol de organización opuesto a la que en estos momentos tiene bajo su responsabilidad en la conducción de los destinos nacionales, sino que hagan efectiva su cuota de aportación al mantenimiento de la estabilidad cuya existencia nos favorece a todos.

Para garantizar esa gobernabilidad debe haber una estrecha colaboración entre el Poder Ejecutivo y Poder Legislativo.

De manera equivocada se ha pretendido difundir la idea que el gobierno que hoy asume su mandato es un gobierno de base precaria porque se encuentra en franca minoría tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados.

Al hacerse esa afirmación, se pierde de vista el que desde sus orígenes, el Parlamento o Congreso fue concebido como un contrabalance o un contrapeso a la rama ejecutiva del poder público, el cual quiere significar que sólo dentro de una visión autoritaria de la democracia el que el poder ejecutivo controle o avasalle el Poder Legislativo.

Los criterios que a través de los órganos de opinión se han querido difundir tuviesen cierta veracidad, en el sentido de que un gobierno del Partido de la Liberación Dominicano resulta débil porque no tiene mayoría en el Congreso habría que preguntarse cómo gobierna Bill Clinton en los EE.UU. ,donde tanto el Senado como la Cámara de Representantes están bajo el control del Partido Republicano, o cómo gobernaron Ronald Reagan y George Bush, ya que bajo sus mandatos el Congreso estuvo bajo la dirección del Partido Demócrata ?.

El que el Partido controle la rama ejecutiva no tenga la dirección del Congreso, lo que significa es que hay que apelar necesariamente algo que el pueblo siempre ha deseado, y es a que se gobierne recurriendo a métodos democrático que no excluyan a nadie de los mecanismos de toma de decisión de sectarismo político.

En su extraordinario ensayo, James McGregor Brums, el biógrafo por excelencia de Franklyn Delano Roosevelt sostiene que el liderazgo político moderno ya no encuentra su fundamento en las condiciones del líder iluminado o del sujeto mesiánico, sino mas bien en la capacidad de transacción de interés en conflicto que asegure la conquista del bien común.

Esta experiencia que hoy se inicia en el Partido de Liberación Dominicana, en lugar de interpretarse en el ejercicio de un mandato débil por no disponer de mayoría congresional, debe visualizarse como una oportunidad que se ha ofrecido a la sociedad dominicana para que la democracia se ejerza al margen de criterios autoritarios y de prácticas excluyentes.

Por otra parte, estamos conscientes de que debido al hecho de que el Partido de la Liberación Dominicana no ha tenido un ejercicio previo de mandato presidencial, hay determinados sectores de la vida nacional que se manifiestan inquietos y se cuestionan en relación a los propósitos y la naturaleza del gobierno que hoy se inicia.

Señores miembros de la Asamblea Nacional, si lo tenéis a bien, permitidme despejar esas dudas y explicar el alcance de nuestros objetivos.

En primer lugar el gobierno que hoy se inicia se propone desarrollar una profunda reforma y modernización del Estado. Para eso, es decido conformar una Comisión Presidencial Pro-reforma del Estado, la cual será presidida por quien os dirige la palabra con la finalidad de darle seguimiento permanente.

El objetivo central de la reforma y la modernización del Estado Dominicano es de contribuir a la eliminación de la corrupción de la administración pública, hacer mas eficiente el servicio público que se provee a la nación debido a que el problema de la corrupcin es un mal estructural del sistema político dominicano y no una conducta exclusiva de una determinada fuerza política, hay quienes estima que una lucha de esa naturaleza tiene carácter quijotesco.

Se equivocan. La corrupción sí puede ser enfrentada, sobre todo en esta etapa del desarrollo de nuestros pueblos en que se ha tomado mayor conciencia de la relación directamente proporcional que existe entre los niveles de pobreza y el enriquecimiento desorbitado de unos pocos.

Para enfrentar la corrupción, empezaremos con un plan de aplicación universal de la Ley del Servicio Civil y la Carrera Administrativa.

Con la aplicación de esa ley se les proporcionará seguridad y estabilidad a los empleados y funcionarios públicos. En la medida en que mejoremos la administración del sistema tributario y podamos aumentar los ingresos del Estado, aumentar los salarios de los servidores públicos, pues tenemos la convicción de que uno de los elementos que más incide en la comisión de actos de corrupción es precisamente el de los bajos salarios.

Habrá seguro médico para todos los empleados públicos. Habrá promoción en base al mérito y educación continuada que eleve permanentemente la capacidad de dichos servidores.

Con esas medidas lo que se busca es profesionalizar la burocracia dominicana con lo cual se conquista la lealtad del empleado a funcionario público con respecto al Estado.

Pero además de darle aplicación a la Ley de Servicio Civil y Carrera Administrativa, nos proponemos establecer un nuevo esquema de control financiero del Estado a cargo de la Controlaría General de la República, la cual operará con autonomía administrativa y presupuestaria.

Propiciaremos una verdadera reforma judicial, que garantice la aprobación de la carrera judicial que establezca la Escuela Nacional de la Magistratura, que eleve el salario de los jueces y demás auxiliares de la justicia y que dignifique el rol de los magistrados.

Todos esos son elementos previos para alcanzar la aplicación y las normas vigentes de nuestro Código Penal relativa a la comisión de delito lesivo al interés del patrimonio del Estado.

Finalmente, para atacar de manera directa todos los actos de corrupción que se realizan al amparo de la administración del sector público, se asignarán al Procurador General de la República funciones especiales para supervisar el programa anti-corrupción.

En lo referente al ámbito económico, el Gobierno que hoy se inicia anuncia que su estrategia de desarrollo descansa en los siguientes puntos:

1.- Estabilidad macroeconómica, con la cual se garantiza una estabilidad en los precios al consumidor y en la tasa de cambio.

2.- Reactivación de los sectores productivos, especialmente de los sectores agropecuario e industrial, para lograr una economía sustentable en el largo plazo.

3.- Cambio en el orden institucional, lo que implicará llevar un cambio de reformas en las finanzas públicas sobre todo en los marcos de la reforma tributaria y arancelaria.

En lo que atañe al sector externo, haremos modificaciones en el régimen de aduana, en la instituciones vinculadas al servicio exterior para poner a disposición de exportación y la atracción de nuevas inversiones.

4.- Equidad Social, con la cual se quiere dejar establecido que el gasto público será reorientado en favor de las áreas sociales, como educación, salud, agua potable, alcantarillado y vivienda.

El objetivo de la política económica de nuestro gobierno será el de reducir los altos niveles de la pobreza que actualmente existen, generando empleos de la mediana, pequeña y micoempresa, modificando el sistema de jubilaciones y de pensiones e introduciendo cambios en el sistema de seguridad social.

Nuestro gobierno será un gobierno orientado en favor de la niñez, de la juventud, de la mujer y de los envejecientes.

Para que sin demora alguna se comprenda la orientación de este gobierno, procederemos a poner en lo inmediato a poner en ejecución el programa de desayuno escolar gratuito en las escuelas públicas. Aplicaremos masivamente el programa de vacunación. Distribuiremos los libros escolares.

Arreglaremos las escuelas y empezaremos con nuestro plan de establecer laboratorios de computadoras en las escuelas, como una forma de introducir las nuevas herramientas de aprendizaje.

Con el gobierno que hoy se inicia, podremos decir, República Dominicana, despierta, que ya llegó la hora de la escuela, República dominicana despierta que ya llegó la hora de los niños.

Nunca olvidaré aquella frase de un niño que me cortó el paso por las calles de Salcedo para decirme en tono esperanzador: » Leonel, yo quiero que tu seas presidente para yo dejar de ser limpiar botas».

Tampoco olvidaré aquella joven de la sección de La Piña, en Santiago Rodríguez, quien me expuso en muy breves palabras el más completo de todos los programas políticos electorales.

Me dijo. A lo único que yo aspiro es a que un gobierno que usted presida en esta comunidad haya agua, luz y que se pavimenten las calles.

Nadie suele poner en dudas que la República Dominicana es un país con un gran porvenir. Con recursos naturales, con variedad de climas, con una gran infraestructura física, con una mano de obra abundante y deseosa de ser incorporada al mercado laboral, lo único que le hace falta es una renovación espiritual que le haga mirar con optimismo su propio destino.

Eso no quiere decir, en modo alguno, que desdeñemos la magnitud de la obra que nos aguarda. Sabemos que lo que tenemos por delante requiere de mucha ecuanimidad, enormes sacrificios y de gran prudencia.

Vamos afrontar el reto, que no es tan sólo mío, sino de nuestro partido y de mi generación.

Siento que el pueblo cifra muchas esperanzas en lo que hará nuestro gobierno. Y no lo defraudaremos.

Estamos obligados a gobernar como Dios manda, por lo que en esta hora suprema de mi existencia suplico a Dios Todo Poderoso que al igual que al Rey Salomón nos ilumine y nos provea de la sabiduría requerida para guiar a la República Dominicana por el Nuevo Camino.