Balaguer en 1986: “En este Gobierno no habrá fiestas de exoneraciones, ni carnaval de jubilaciones”

Discurso presidencial de Joaquín Balaguer en el 1986.

Joaquín Balaguer, foto de archivo. / Listín

Joaquín Balaguer, foto de archivo. / Listín

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Luisanna CarrascoSanto Domingo, RD

El discurso de toma de posesión del presidente electo Joaquín Ricardo Balaguer en el año 1986, en su quinta vez asumiendo el poder, aseguraba que no facilitaría “una fiesta de exoneraciones y que tampoco habría en el gobierno un carnaval de jubilaciones”.

“En los últimos años se ha abusado de la tendencia de los dominicanos a no trabajar y a vivir en pleno vigor y a veces en plena juventud, de los regalos de la beneficencia pública sin que reúnan, en muchos casos, los requisitos mínimos que se requieren”, dijo el entonces mandatario.

Balaguer prometió impulsar la economía, alzar la bandera de la paz con la oposición, apoyar a la juventud y ser implacable contra los corruptos.

El mandatario prometió impulsar la economía dominicana y tratar de mejorar las condiciones de vida de los más necesitados, aunque dejando en claro que no podría realizar milagros para erradicar la pobreza del país, pues explicó que no era posible vivir en un país donde no existieran vicisitudes y personas de escasos recursos.

Balaguer hizo énfasis en tratar de que cada dominicano de la época tuviera las tres comidas en su mesa, ya que calificaba de inhumano el que miles de ciudadanos no pudieran obtener los alimentos básico.

“Aún hay miles de dominicanos, hombres y mujeres, niños y ancianos, que se acuestan cada día sin comer. El derecho de comer es sagrado y nos ha sido impuesto por la propia naturaleza. Por eso duele tanto a quien habla, como a la inmensa mayoría de sus compañeros, la crueldad y la profundidad de las mordidas de la miseria en la carne popular. Nos duelen, aunque no nos intimidan las limitaciones de nuestros recursos, la dependencia monocultivista, los residuos que aún quedan en nuestro ambiente de las luchas fratrieldas que flagelaron tantas veces nuestro ayer. Nuestro deber, en consecuencia, es declararle la guerra a esa plaga de todos los países en vía de desarrollo”, fueron sus palabras en la toma de posesión del 1986.

Se había propuesto declararle la Guerra a la hambruna y a las precariedades que atacaban a la República Dominicana, la cual venía arrastrando graves problemas económicos debido a la malversación de fondos públicos del gobierno anterior.

Con una actitud “pacifista”, el presidente electo dejó en claro que no deseaba desatar una guerra política contra la oposición, pues en su nuevo mandato “estaría dispuesto a gobernar por y para el pueblo sin reprocharle nada a quienes dirigieron el país en años anteriores”.

“Mi voz se alza, en medio de incertidumbre y de las angustias de estos días, para asegurar a todos mis compatriotas, inclusive a mis enemigos, a los de ayer, a los de hoy, que he vuelto para pedirles que rindamos juntos esta jornada de patria”, dijo Balaguer.

Meses después se desató el juicio del siglo, con la persecución y condena del expresidente Salvador Jorge Blanco.

“En mí, carecería no solo de gallardía, sino también de justificación. La única bandera enarbolarle es la Bandera Nacional, y el único Líder es Juan pablo Duarte”, dijo.

“En estas palabras inaugurales omito adrede reproches al gobierno saliente. Repudio el espectáculo primitivo de otras veces. No quiero ofender a los invitados internacionales ni quiero rebajar la dignidad jerárquica de esta ceremonia de cambio de poderes con apreciaciones sectarias ni con soberbias ni exabruptos de ocasión”, dijo Balaguer en su discurso de toma de posesión en el 1986.

Uno de los objetivos principales que se propuso el gobernante fue tratar de recuperar la confianza de la ciudadanía en el sector público, alegando que la confianza en el sector público era algo primordial para sacar al país adelante y condenó el nepotismo o los privilegios otorgados a los servidores públicos.

“El primero de esos objetivos básicos es devolver al país la confianza en primer término de la honestidad de los servidores públicos. Cada ciudadano independientemente de su ideología política, debe estar consciente que de que la rectitud de las máximas autoridades de la nación reposa la mayor garantía de seguridad para sí y para sus intereses. Sin confianza no hay seguridad, sin seguridad no hay inversión, sin inversión no hay desarrollo. La hermana gemela de la seguridad es la estabilidad. No hay talento individual o colectivo que prospere avanzando y retrocediendo entre cambios y vaivenes”, manifestó el mandatario para ese entonces.

El reformista también habló de ahorro interno y de paz, pues consideraba estas dos características imprescindibles dentro su nuevo mandato, comprometiéndose con los dominicanos para llevar al país hacia su máximo desarrollo.

“El ahorro interno y la auto superación deben ser en consecuencia, en el proceso de desarrollo nacional, las herramientas prioritarias. Estamos capacitados para todos los desafíos, entre pesares y escaseces alza su estructura monumental un pueblo intrépido y fuerte que acepta y espera confiado el porvenir. Hace tiempo que los dominicanos esperan la apertura de una etapa de conciliación que reparte al país para el advenimiento de una era de verdadera convivencia pacífica”, fueron las palabras que menciono el dirigente del reformismo.

Se comprometió a tratar a todos con igualdad, alegando que no habría distinción entre los miembros de su partido o aquellos que militaran en otras organizaciones. Balaguer aseguró que serviría a todos con el mismo espíritu de justicia, tolerancia y humildad, además de que los miembros del Partido Social Cristiano estarían bajo el ojo minucioso de su inspección.

“Tenemos una tregua política de no menos de dos años, si queremos sobrevivir a la crisis que actualmente nos azota y que de prolongarse expondría a males necesariamente a males tan graves como el de un cambio de nuestras instituciones democráticas por otras semejantes o peores a las que hasta ayer habían servido de expresión a nuestros vicios y resabios tradicionales. Tenemos que cambiar la actitud que hasta ahora hemos observado de reiniciar la guerra política al siguiente día de la instalación de un nuevo gobierno. En el momento actual se requiere imperiosamente de un respiro en el quehacer político. No se trata de que se eliminen las actividades organizativas de los partidos ni de que se deje de practicar, a través de un análisis continuo de la labor del gobierno, una oposición realmente edificante”, dijo como razones principales que sustentaron las bases de la política pacifica que Balaguer prometió en su discurso.

En su afán por querer mostrarse de una forma distinta ante la ciudadanía, Balaguer optó por darle participación a la juventud, se comprometió a ofrecerles puestos de trabajos dignos dependiendo de las capacidades que poseían en ese entonces los jóvenes dominicanos, quienes según el mandatario, fue por quienes logró subir al poder nuevamente.

“No vamos desde luego a prescindir de la experiencia ni hacer caso omiso de la historia, pero si queremos ofrecer a la juventud la oportunidad de servir a su país en puestos de trabajo y no en destinos públicos que se reduzcan a simples sinecuras. Confió que toda la gente nueva que me ayudó a triunfar en las elecciones de 1986 y que tan defraudada ha sido por distintas administraciones en un pasado reciente sepa colocarse a la altura de la oportunidad que le va a ser ofrecida”, expresó Balaguer en forma de agradecimiento a la juventud que lo apoyo en esa época.

Algo que siempre caracterizó a los gobiernos del mandatario fue el especial interés que ponía en la construcción y modernización de la infraestructura del país, por lo que en su discurso se comprometió a continuar las obras que dejó inconclusas el gobierno anterior como una forma de culminar con las prácticas egoístas.

“Un aspecto de la administración pública que en el nuevo gobierno se tomara muy en cuentas, es el del mantenimiento de las obras públicas que dependen tanto del estado como de los municipios. Obras costosas que originalmente pudieron exhibirse como un orgullo para el país han entrado en los últimos años en un rápido proceso de destrucción, no hay razón para que esa inversión la cual representa billones de pesos aportados no por ningún gobierno en particular sino por todos los contribuyentes dominicanos se esté dejando perder por falta de una atención adecuada”, dijo el mandatario en su alocución.

Por último le declaró la guerra a la corrupción, calificándola como “la peor de las lacras” y quiso dar a entender que dentro de su nuevo gobierno nadie estaría exento del castigo merecido por los actos mal habidos cometidos, dejando en claro que dejaría que cayera todo el peso de la ley contra los culpables que habían maltratado al país en años anteriores.

“Dejaré que en ese campo actúe la justicia libremente promovida o no por un movimiento popular que haga de ese acto de penalización del enriquecimiento ilícito un acto ejemplarizante, para corresponder de todos modos al clamor nacional asumo desde hoy la responsabilidad de ser implacable, no solo contra alguien que se apropie de una de una parte por mínima que sea, de la riqueza pública sino también contra el que induzca al servidor público al enriquecimiento ilícito. Para que hayan corruptos se requiere que hayan corruptores”, fue su advertencia para los que pretendía engrosar sus bolsillos ilícitamente.

Para finalizar su discurso, Balaguer terminó hablando acerca de las acusaciones de represión y privaciones de la libertad que eran un secreto a voces dentro de su forma de gobierno. El mandatario negó que sus mandatos anteriores se hayan cometidos actos de injusticia, alegando campañas sucias para desacreditar su imagen, además de justificar su accionar como una medida para mantener el orden dentro del territorio nacional, lo que le aseguraba el control sobre los grupos anarquistas.

“Algunos voceros de partidos extremistas y algunas personas de ideología izquierdistas han hablado irresponsablemente tras el triunfo del partido Reformista Social Cristiano, de la posibilidad de quien habla retornen la represión y el temor al ambiente político dominicano”, manifestó el líder del Partido Reformista.

Joaquín Ricardo Balaguer llegó hasta las últimas líneas de su discurso con la misma frase que habían repetido sus antecesores: “tened la seguridad de que en mis manos no perecerá la libertad”, pero haciéndole una clara advertencia que no tendría favoritismos y privilegios con nadie, así como también no brindaría su apoyo de cualquier índole a sus allegados si llegaran a enfrascarse en la búsqueda de algún privilegio, entregándose a velar por el bienestar del país.