La República

El mundo les cayó encima al saber que el virus mató a su padre

La muerte de Jesús de la Paz, a causa del Covid, ha sido un duro golpe para la familia.

Luisanna CarrascoSanto Domingo, RD

Debajo de un árbol de bastante anchura, fami­liares de Jesús de la Paz, de 86 años, ingresado en la Unidad de Covid-19 del Hospital Moscoso Puello, esperaban ansio­sos noticias acerca de su pariente, sin imaginar que las informaciones no serían tan dulces como deseaban.

Al bajar el equipo de médicos de la unidad, to­dos corrieron hacia ellos con el corazón acelerado y el nerviosismo se nota­ba en sus rostros. Para la familia De la Paz fue un duro golpe enterarse que su familiar estaba en la lista de fallecidos.

Mientras a las herma­nas les caía el mundo en­cima, al haber sucumbido su padre ante la enfer­medad, uno de los hijos menores, Evaristo, ha­bló con reporteros de Lis­tín Diario y contó que su padre mostraba mejoría la noche del lunes, pero en cuestión de horas em­peoró, lo que llevó a los es­pecialistas a llevarlo a la Unidad de Cuidados Inten­sivos, donde falleció tem­prano ayer en la mañana.

“No pude hacer nada; lo trajimos el jueves por­que se sentía mal, enton­ces le hicieron la prueba y dio positivo, enseguida lo ingresaron en la Unidad. Teníamos la esperanza de volverle a ver pero ya no pudimos ni siquiera des­pedirlo, la última vez que lo vi fue el jueves”, explicó Evaristo mientras se rasca­ba la cabeza con nerviosis­mo y no dejaba de mani­pular su teléfono.

Mientras sus hermanas estaban abrazadas, lloran­do desconsoladamente, los familiares de los demás en­fermos de Covid-19 trata­ban de darles ánimos con la incertidumbre de que hoy podría ser uno de ellos que estuviera en esa mis­ma situación.

Algunos se alejaban afectados por el impacto de la noticia ajena y empe­zaban a llorar y llamar a sus familiares. Los demás estaban desesperados y se abalanzaban hacia los doc­tores en busca de respues­tas esperanzadoras.

“Doctora, dígame co­mo esta mi pariente”, era lo que repetían, a lo que la doctora Francisca Mo­ronta, con mucha agilidad, primero los saludaba y lue­go les informaba del esta­do de los internos.

“Como uno no pue­de entrar a verlo, ni nada, uno lo que hacía era venir a pararse aquí, desde tem­prano hasta altas horas de la noche, lo que los docto­res decían era la única co­nexión que teníamos del estado de mi papá; enton­ces uno hacía lo que ellos decían y ahora llegamos aquí a las siete de la ma­ñana y ahora a las once de la mañana nos infor­maron que el de nosotros murió”, manifestó una de las hermanas de Evaristo.

De Tamayo a la capital

Los familiares de Jesús no tienen idea de cómo contrajo el virus del Co­vid-19, pues lo habían traído a la capital desde Tamayo, lugar al que pen­saba regresar luego de que le realizaran los estu­dios médicos.

Un poco alejados de la terrible escena estaba un joven que andaba con una mochila y una sábana do­blada entre las manos. Se paseaba por el lugar in­tranquilo, hasta que la doctora Moronta le vio y le reprendió, pues el joven era uno de los casos posi­tivos pero asintomáticos.

La especialista insistió a los familiares a que se retiraran a sus casas y re­gresaran al día siguiente a la hora indicada, pues al quedarse estaban en ries­go de infectarse.

EL DRAMA

Aguantando agua, sol, sereno Horario de informes

“Los pacientes asinto­máticos son los que más infectan porque ponen a todos en riesgo, enton­ces por eso les decimos que si tenemos un hora­rio para darle las infor­maciones, solo vengan a esa hora y no pasen días enteros en esta área aguantando agua, sol y sereno”, dijo la doctora Francisca Moronta.

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