La unión Rusia-China
Halford Mackinder fue un geopolítico y geógrafo inglés que en 1904 diseñó una teoría muy innovadora en ámbito geopolítico. Según esta “Quien domina el este de Europa, domina Heartland, quien domina Heartland, reina en la ‘Isla del Mundo’, quien domina la ‘Isla del Mundo’, gobierna el mundo entero”.
La Isla Mundo, como la llamaba Mackinder, estuvo dividida durante décadas por rivalidades nacionales. Entre ellas la división de Europa en dos bloques hasta 1989 y la consiguiente disolución de la URSS. La derrota de Rusia durante la Guerra Fría, conlleva un aislamiento, por la “humillación” de haber sido el país promotor del socialismo que pierde contra el capitalismo promovido por Estados Unidos. Aquí se origina el error estratégico de occidente, derrotar a Rusia y no lograr el acercamiento debido con China.
Heinz Alfred Kissinger, secretario de Estado de Richard Nixon en 1971, propició el acercamiento entre ambas potencias. Kissinger realizó dos visitas a China en plena guerra fría, programando el encuentro entre el presidente estadounidense y el líder del partido comunista Mao Zedong, en 1972. Este evento estratégico abrió las puertas al rompimiento de las relaciones con la República China de Taiwán y al establecimiento de relaciones diplomáticas con la República Popular de China.
El acercamiento a China fue un gran paso, no obstante, con el tiempo se olvidó la advertencia de Kissinger: “Hay que mantener a Pekín más cerca de Washington que de Moscú”. Rusia y China eran rivales por temas fronterizos, esto conllevaba que aun teniendo ciertas cosas en común como: la ideología comunista aunque con diferencias muy marcadas entre ellas, una fuerte y estable élite gobernante, un marcado nacionalismo y dos presidentes que al parecer ejer cerán el cargo de por vida; no se vislumbraba una alianza.
El 21 de mayo de 2014, los dos países firmaron un tratado mediante el cual Rusia se compromete a suministrar a China gas natural en grandes cantidades por 30 años. Estos dos países decidieron comenzar a comercializar en yuanes, lo cual debilita la influencia del dólar.
En la nueva configuración del orden mundial poscoronavirus, hemos visto estas dos potencias protagonistas. Llegan a Italia con ayuda humanitaria durante la pandemia. Rusia acaba de anunciar la primera vacuna eficaz contra el covid-19, la cual ha obtenido inmunidad en la primera fase de los ensayos clínicos. China ha ofrecido un crédito de 1.000 millones de dólares a América Latina para acceder a la vacuna contra el covid-19. Mientras tanto, Estados Unidos cierra el Consulado General chino en Houston; lo cual fue interpretado como una provocación política, y como respuesta a Pekín ordena cerrar el Consulado de EE.UU. en Chengdu.
Lo más preocupante de todo esto es que el presidente de los Estados Unidos no parece tener un plan estratégico más allá de ganar las elecciones presidenciales, dentro del cual está echar la culpa a un país extranjero de lo que está pasando, fenómeno que aparece como una constante en la política exterior del gigante del norte.
Todo indica que el centro de gravedad se movió y que occidente ha dejado de ser el centro del mundo. Algo que debe preocuparnos porque, aunque entendamos que los valores del confucianismo chino son moralmente correctos, no es lo que funciona en nuestra sociedad dominicana. Nosotros somos parte de occidente y somos más cercanos en valores y cultura a los Estados Unidos de América.