Newsletters: Una forma para periodistas constructores de su propio medio

Un espacio privilegiado para el periodista.

Un espacio privilegiado para el periodista.

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FUNDACIÓN LUCAS DE TENAMadrid, España

Son numerosos los ejemplos de news­letters que no están vinculadas a ningún medio de comuni­cación sino que han nacido por el empuje de uno o varios periodistas y han logrado al­canzar audiencias relevantes y cierta monetización, sobre todo a través de patrocinios, en numerosos nichos. Entre ellos, en España, por citar un ejemplo conocido de boleti­nes que han logrado audien­cia, está Kloshletter, o incluso hay casos de éxito de news­letter realizadas por periodis­tas españoles en inglés, como Dealflow, de Jaime Novoa.

Si, además, el autor es ya un reputado periodista especia­lizado en algún tema en con­creto, con muchos seguido­res en redes sociales, el paso a la newsletter se está convir­tiendo en otra opción a tener en cuenta para profesionales en activo ante la incertidum­bre sobre el futuro de muchas plantillas de periodistas que se ha planteado debido a la crisis causada por el COVID.

Precisamente Digiday rese­ñaba hace unas semanas el impulso que estaba tomando esta iniciativa y The Washing­ton Post recogía hace unos días varios casos de conoci­dos periodistas que han dado ese salto. Por ejemplo, Emily Atkin periodista en New Re­public, que estaba harta no sólo de su revista sino de la industria del periodismo en general.

Durante siete años, Atkin ha­bía ido logrando una audien­cia fiel en temas vinculados al calentamiento global. Trató de impulsar a su medio para que fuera líder en este tipo de in­formación, organizando inclu­so debates, pero su esfuerzo se vino abajo cuando su revista publicó un controvertido artí­culo de opinión.

“Lentamente, en el trans­curso de una carrera en esta industria, comienzas a darte cuenta de que hay una línea entre cuando la publicación te beneficia como periodista y cuándo la estás beneficiando tú“, dijo. Y la pregunta fue: “¿Esta publicación me da tan­to como yo a ella?”.

Y dejó la revista y creó Hea­ted, una newletter “para per­sonas cabreadas por la crisis climática”, según la propia definición de la newsletter. Heated se encuentra entre las publicaciones mejor pagadas de Substack.

Substack, la plataforma de monetización de newsletter

Substack está ayudan­do precisamente, sobre to­do en el mundo anglosajón, a que periodistas y especia­listas en alguna temática se aventuren en este camino. Substack, con sede en San Francisco, fue fundada por Hamish McKenzie, Chris Best y Jairaj Sethi en 2017. Los tres habían trabajado juntos en Kik, una aplica­ción de mensajería cofun­dada por Best. Desalenta­dos por los algoritmos de las redes sociales que con­trolaban la distribución de noticias, querían una plata­forma que permitiera a ca­da cliente construir un “mi­ni imperio de medios” en torno a sus listas de correo, dijo McKenzie en una en­trevista.

La plataforma alberga los

boletines y todo lo necesario para que funcionen a cam­bio del 10 por ciento de los ingresos por suscripción. Los creadores mantienen el dere­cho sobre todo el contenido, además de sus listas de co­rreo. Los boletines no inclu­yen anuncios. El columnis­ta Matt Taibbi es otro ejemplo del paso de un medio a tratar de vivir de su propia newslet­ter. Taibbi dejó Rolling Sto­ne en abril para escribir en Substack a tiempo completo. Andrew Sullivan hizo lo mis­mo la semana pasada, dejan­do New York Magazine para re­sucitar su blog The Dish. Joan Niesen, una escritora de Sports Illustrated que fue despedida en octubre, poco después de la venta de la revista, comenzó un boletín gratuito de Substack la semana pasada.