La República

La gran oportunidad para Latinoamérica

La oportunidad que tiene América Latina en ese sentido es aún más formidable cuando consideramos nada más las debilidades del mercado asiático, sino también las fortalezas relativas que tienen nuestros países frente a las economías orientales.

Tratado de libre comercio entre la República Dominicana y los Estados Unidos.

JONATHAN D’OLEO PUIGSanto Domingo, RD

En el año 2005 va­rias economías de nuestra región re­cibieron una esto­cada frontal a raíz de la eliminación del Acuerdo Multifibras. Bajo ese acuerdo, naciones en vías de desarrollo podían exportar cierta canti­dad de textiles a países indus­trializados según cuotas pre­establecidas. Dado el hecho de que países asiáticos como Chi­na, Taiwán y Vietnam tenían y, de hecho, continúan tenien­do una ventaja comparativa en la exportación de textiles fren­te a sus contrapartes en Lati­noamérica, al liberalizarse los mercados ellos ganaron y no­sotros perdimos.

México cerró decenas de maquiladoras en la frontera con Estados Unidos. En Cen­troamérica y el Caribe, por igual; gran parte de las zonas francas de producción textil re­dujeron significativamente sus operaciones o cerraron defini­tivamente con el objeto de re­localizarse a un país asiático donde tuvieran acceso a más y mejor mano de obra barata. Consecuentemente, la tasa de desempleo en la región Lati­noamericana incrementó y el dinamismo económico de cier­tas zonas, como la zona de la frontera norte de México, mer­mó.

Hoy, quince años después de aquel revés, Latinoamérica po­dría retomar parte del terreno que perdió en el mercado tex­til. Esto debido a la desconfian­za hacia China que ha genera­do la pandemia del covid-19 emparejada con la guerra co­mercial que la Casa Blanca ha emprendido en contra de Asia, especialmente en contra del gobierno comunista-dictatorial de Xi Jinping.

La oportunidad que tiene América Latina en ese sentido es aún más formidable cuando consideramos no nada más las debilidades del mercado asiáti­co, sino también las fortalezas relativas que tienen nuestros países frente a las economías orientales. Específicamente en lo que tiene que ver con la ex­portación de productos texti­les hacia Estados Unidos y Ca­nadá.

¿Cuáles son esas fortalezas relativas? Por un lado, está la balanza co­mercial de nuestros países frente a EE. UU. Actualmente, en la ma­yoría de los casos, Latinoaméri­ca presenta un déficit en ese in­dicador lo que quiere decir que, en términos agregados, estamos importando más de lo que esta­mos exportando a los países de­sarrollados de América de Nor­te. ¿Y cómo es que dicho déficit es una fortaleza para Latinoamé­rica? Lo es en el sentido de que pone a nuestras economías fue­ra de la mira de Estados Unidos y Canadá en lo que tiene que ver con políticas proteccionistas.

En el caso de China, por ejem­plo, la Casa Blanca ha estado su­biendo significativamente las restricciones a la importación debido a que ese país tiene un superávit comercial con Estados Unidos en el orden de los 400 mil millones de dólares. Tam­bién es preciso señalar que di­cho superávit se debe, en parte, a la devaluación de la moneda china propiciada por el gobierno comunista como modo de man­tener y robustecer su liderazgo en los mercados de exportación. Esa política de devaluación, de hecho, constituye una franca violación de las reglas institui­das por la Organización Mun­dial de Comercio para los países miembros ya que desnivela arti­ficialmente el terreno de juego sobre el cual los actores econó­micos compiten por oportunida­des para exportar e importar.

Por otro lado, Latinoaméri­ca aventaja a China por el he­cho de que nuestras economías están más cerca de Estados Uni­dos y Canadá no solo en térmi­nos geográficos, sino también en lo que tiene que ver con nuestros sistemas políticos e idiosincráti­cos. Esto, en turno, reduce sig­nificativamente el costo de flete e incrementa la fluidez de la ne­gociación entre las partes involu­cradas en la dinámica de expor­tación-importación.

Varios países Latinoamerica­nos entre los cuales están Méxi­co, Perú, Colombia, República Dominicana, así como toda la región de centroamericana, tie­nen acuerdos de libre comercio suscritos con Estados Unidos. En Asia solo Corea del Sur, Japón y Singapur han suscrito acuerdos de esa naturaleza con los estado­unidenses. Y en el caso de esos tres países asiáticos, su fuerte no es la exportación de bienes cu­ya producción requieren del uso intensivo de mano de obra bara­ta, sino el de bienes con un grado mucho más sofisticado de valor agregado. Por tal razón, a pesar del tratado de libre comercio que tienen con EE. UU., estos países asiáticos no son una amenaza para Latinoamérica en el área de producción de textiles para ex­portación.

En síntesis, por todo lo an­tedicho, Latinoamérica, espe­cialmente las regiones de Cen­troamérica, México y el Caribe, deben aprovechar las actuales coyunturas económicas para re­plantear sus propuestas de valor a compañías multinacionales de la industria textil con el objeto de que se relocalicen aquí. Esto, en el mediano plazo, puede ayudar a aliviar las altas tasas de desem­pleo que predominan en nues­tros pueblos.

Ahora, que quede claro, es­te tipo de inversión extranje­ra directa no es ni será la pana­cea que llevará a nuestra región al próximo escalón en el proceso de transformación hacia econo­mías desarrolladas en la era de la información. Para ello necesita­mos entrenar a nuestros recursos humanos en un sistema de edu­cación más sofisticado y bajo li­derazgos que fomenten la com­petencia y la cooperación; no la explotación y la cultura del “quí­tate tú para ponerme yo”.

El autor es economista y experto en políticas públicas. Sitio web: www.jonathandoleo.com