La República

LA ARRANCADA

La calidad de las fuentes informativas

Eva HerreroMadrid, España Tomado del diario “The Conversation”

¿Cómo podemos alcan­zar el rigor en perio­dismo? Fuentes, fuen­tes y fuentes. Esa es, desde luego, una de las primeras lecciones que en­señamos a nuestros estudiantes cuando llegan al grado. La cali­dad de un medio se mide por la calidad de sus fuentes.

Si la lucha contra una pan­demia pasa por hacer caso a las autoridades sanitarias, la lu­cha contra la desinformación, las fake news o la infodemia, como bautizó la Organización de Mundial de la Salud (OMS) al exceso de información acer­ca de un tema, radica en hacer buen periodismo. Se trata de tener como referencia a infor­madores que narran los hechos y los interpretan con ayuda de fuentes con autoridad, expertas en la materia. Es decir, perio­dismo de calidad, de verifica­ción, de contraste y de no dar por válido nada que no haya si­do avalado por al menos tres fuentes.

Ningún medio de comunica­ción, sea cual sea su naturaleza y a pesar de algunos errores, ha pasado por alto esta realidad durante los meses de alerta sa­nitaria que hemos vivido, y se­guimos viviendo.

Los tertulianos han dado pa­so a los expertos

A la hora de hablar de la co­bertura informativa que ha re­cibido la Covid-19, hemos vis­to cómo en todos los relatos ha imperado la necesidad de con­tar con voces especializadas y con experiencia en el campo sobre el que opinaban. Hemos sido testigos de cómo los tertu­lianos de siempre han dado pa­so a especialistas y profesiona­les en la materia. Ya sea por el confinamiento o las facilidades que ofrece hoy en día el acceso a Internet, lo cierto es que se ha roto cualquier barrera espacio­temporal para poder tener tes­timonios de primera mano. No importa la calidad de la ima­gen, en esta ocasión importan los datos y la contextualización de los hechos para comprender la realidad a la que nos enfren­tamos.

Las principales fuentes de información de las que dispo­ne cualquier periodista son las personas, los acontecimientos y los documentos. En situacio­nes como la actual las personas se convierten en un importan­te yacimiento informativo para el periodista. De hecho, los do­cumentos (informes, estudios, etc…) necesitan de la ayuda de gente erudita en la materia pa­ra poder comprenderlos y di­vulgarlos al resto de la pobla­ción.

La dependencia mutua en­tre la fuente y el periodista exis­te siempre, pero durante situa­ciones de emergencias o crisis se hace más palpable. La fuente necesita del periodista para lle­gar a un número mayor de per­sonas y el periodista les necesi­ta en su labor de «traducción» de una realidad compleja.

La gente esta alerta

Las principales empresas de ve­rificación en España (Maldita, Newtral y EFE Verifica) han re­cibido miles de consultas por parte de los ciudadanos y han verificado cientos de informa­ciones. Esta proactividad por parte del usuario indica que la gente está en alerta. Demandan información verídica.

Más del 73% de los españo­les afirma comprobar el conte­nido que le llega por redes so­ciales. Por primera vez, tras la crisis financiera y de credibi­lidad que afectó de lleno a los medios de comunicación en 2008, los medios de comuni­cación y sus periodistas se han acercado a esa audiencia por la que hace tantos años luchaban las grandes cabeceras.

Los datos indican que el con­sumo de webs, aplicaciones de noticias y redes sociales con fi­nes informativos durante esta pandemia ha crecido exponen­cialmente. Tras la declaración del estado de alarma y el consi­guiente confinamiento, el 78% de los ciudadanos se informa­ron más que antes de la pande­mia.

No dejemos pasar esta opor­tunidad. Los periodistas están haciendo bien su trabajo y los ciudadanos lo están recono­ciendo. «Precisión, veracidad, cla­ridad, coherencia, exhaustividad, concisión y corrección» (Sun­dar, 1999) son sinónimos de ca­lidad y, por tanto, esta calidad se traduce en credibilidad por parte de los consumidores. Dis­tintos informes internacionales apuntan ya a un aumento de la credibilidad en los medios y su cobertura informativa de la pan­demia.

La importancia de los medios en situaciones de crisis

«Los medios de comunicación tienen un papel clave en las si­tuaciones de crisis, emergencias y desastres que va más allá de la simple narración de los hechos. Cuando acuden a un desastre en­cuentran una población vulnera­ble que lucha por necesidades y derechos básicos» (Herrero & Al­mendral, 2018).

Los periodistas son las princi­pales fuentes de información a las que los ciudadanos acuden cuan­do necesitan comprender lo que sucede, el periodismo ayuda a disminuir la angustia que puede generar una situación desconoci­da que irrumpe en nuestras vidas de forma abrupta. Desde un pun­to de vista psicológico sabemos que la mejor manera de reducir la incertidumbre es aportando in­formación.

Por ello, la sociedad necesi­ta un periodismo especializado y de servicio capaz de encontrar a las fuentes con autoridad en cada tema y ofrecer a los ciudadanos y ciudadanas datos y contexto de los hechos narrados.

Repensar el mañana pasa por repensar las políticas públicas, los servicios sanitarios, educativos y sociales. Dentro de estos últi­mos, los medios de comunicación y sus periodistas juegan un papel determinante en la lucha contra la infoxicación. Por ello, hoy más que nunca tenemos que proteger a los periodistas y ponerlos en va­lor ante las nuevas generaciones. Los medios de comunicación no pueden prescindir de su principal intangible.

Como señalaba Bernabé Fra­guas en el prólogo de su obra «Pe­riodismo preventivo», «el mundo se está escribiendo y es tarea de la ciudadanía, que componemos todas y todos nosotros, exigir que se haga lo mejor posible» (2007, p.15). Una sociedad bien infor­mada es una sociedad más libre, más justa, más democrática, más comprometida con su comunidad y sobre todo con un pensamiento crítico que la hará avanzar al fu­turo del bienestar.

La ver­sión original de este artículo ha si­do publicada en la revista TELOS, de Fundación Tele.

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