LA ARRANCADA
La calidad de las fuentes informativas
¿Cómo podemos alcanzar el rigor en periodismo? Fuentes, fuentes y fuentes. Esa es, desde luego, una de las primeras lecciones que enseñamos a nuestros estudiantes cuando llegan al grado. La calidad de un medio se mide por la calidad de sus fuentes.
Si la lucha contra una pandemia pasa por hacer caso a las autoridades sanitarias, la lucha contra la desinformación, las fake news o la infodemia, como bautizó la Organización de Mundial de la Salud (OMS) al exceso de información acerca de un tema, radica en hacer buen periodismo. Se trata de tener como referencia a informadores que narran los hechos y los interpretan con ayuda de fuentes con autoridad, expertas en la materia. Es decir, periodismo de calidad, de verificación, de contraste y de no dar por válido nada que no haya sido avalado por al menos tres fuentes.
Ningún medio de comunicación, sea cual sea su naturaleza y a pesar de algunos errores, ha pasado por alto esta realidad durante los meses de alerta sanitaria que hemos vivido, y seguimos viviendo.
Los tertulianos han dado paso a los expertos
A la hora de hablar de la cobertura informativa que ha recibido la Covid-19, hemos visto cómo en todos los relatos ha imperado la necesidad de contar con voces especializadas y con experiencia en el campo sobre el que opinaban. Hemos sido testigos de cómo los tertulianos de siempre han dado paso a especialistas y profesionales en la materia. Ya sea por el confinamiento o las facilidades que ofrece hoy en día el acceso a Internet, lo cierto es que se ha roto cualquier barrera espaciotemporal para poder tener testimonios de primera mano. No importa la calidad de la imagen, en esta ocasión importan los datos y la contextualización de los hechos para comprender la realidad a la que nos enfrentamos.
Las principales fuentes de información de las que dispone cualquier periodista son las personas, los acontecimientos y los documentos. En situaciones como la actual las personas se convierten en un importante yacimiento informativo para el periodista. De hecho, los documentos (informes, estudios, etc…) necesitan de la ayuda de gente erudita en la materia para poder comprenderlos y divulgarlos al resto de la población.
La dependencia mutua entre la fuente y el periodista existe siempre, pero durante situaciones de emergencias o crisis se hace más palpable. La fuente necesita del periodista para llegar a un número mayor de personas y el periodista les necesita en su labor de «traducción» de una realidad compleja.
La gente esta alerta
Las principales empresas de verificación en España (Maldita, Newtral y EFE Verifica) han recibido miles de consultas por parte de los ciudadanos y han verificado cientos de informaciones. Esta proactividad por parte del usuario indica que la gente está en alerta. Demandan información verídica.
Más del 73% de los españoles afirma comprobar el contenido que le llega por redes sociales. Por primera vez, tras la crisis financiera y de credibilidad que afectó de lleno a los medios de comunicación en 2008, los medios de comunicación y sus periodistas se han acercado a esa audiencia por la que hace tantos años luchaban las grandes cabeceras.
Los datos indican que el consumo de webs, aplicaciones de noticias y redes sociales con fines informativos durante esta pandemia ha crecido exponencialmente. Tras la declaración del estado de alarma y el consiguiente confinamiento, el 78% de los ciudadanos se informaron más que antes de la pandemia.
No dejemos pasar esta oportunidad. Los periodistas están haciendo bien su trabajo y los ciudadanos lo están reconociendo. «Precisión, veracidad, claridad, coherencia, exhaustividad, concisión y corrección» (Sundar, 1999) son sinónimos de calidad y, por tanto, esta calidad se traduce en credibilidad por parte de los consumidores. Distintos informes internacionales apuntan ya a un aumento de la credibilidad en los medios y su cobertura informativa de la pandemia.
La importancia de los medios en situaciones de crisis
«Los medios de comunicación tienen un papel clave en las situaciones de crisis, emergencias y desastres que va más allá de la simple narración de los hechos. Cuando acuden a un desastre encuentran una población vulnerable que lucha por necesidades y derechos básicos» (Herrero & Almendral, 2018).
Los periodistas son las principales fuentes de información a las que los ciudadanos acuden cuando necesitan comprender lo que sucede, el periodismo ayuda a disminuir la angustia que puede generar una situación desconocida que irrumpe en nuestras vidas de forma abrupta. Desde un punto de vista psicológico sabemos que la mejor manera de reducir la incertidumbre es aportando información.
Por ello, la sociedad necesita un periodismo especializado y de servicio capaz de encontrar a las fuentes con autoridad en cada tema y ofrecer a los ciudadanos y ciudadanas datos y contexto de los hechos narrados.
Repensar el mañana pasa por repensar las políticas públicas, los servicios sanitarios, educativos y sociales. Dentro de estos últimos, los medios de comunicación y sus periodistas juegan un papel determinante en la lucha contra la infoxicación. Por ello, hoy más que nunca tenemos que proteger a los periodistas y ponerlos en valor ante las nuevas generaciones. Los medios de comunicación no pueden prescindir de su principal intangible.
Como señalaba Bernabé Fraguas en el prólogo de su obra «Periodismo preventivo», «el mundo se está escribiendo y es tarea de la ciudadanía, que componemos todas y todos nosotros, exigir que se haga lo mejor posible» (2007, p.15). Una sociedad bien informada es una sociedad más libre, más justa, más democrática, más comprometida con su comunidad y sobre todo con un pensamiento crítico que la hará avanzar al futuro del bienestar.
La versión original de este artículo ha sido publicada en la revista TELOS, de Fundación Tele.