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Sor Blanca defiende labor por ancianos

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Eliana LedesmaSanto Domingo, RD

Sor Blanca del asilo San Francisco de Asís: “Han querido desacreditar el ho­gar, pero la mayoría del pueblo sabe como trabaja­mos...”

“Han querido desacre­ditar el hogar, pero la ma­yoría del pueblo sabe como trabajamos nosotros”, estas fueron las palabras ayer de sor Blanca, del asilo Hogar de Ancianos San Francis­co de Asís, al referirse a to­do lo acontecido en los últi­mos días en ese lugar con el reporte de cerca de una do­cena de envejecientes con­tagiados por el nuevo coro­navirus Covid-19.

Durante una entrevista telefónica la monja infor­mó a Listín Diario que todo marchaba bien en el hos­picio, y explica que hubo un mal entendido en vista de que han querido buscar opinión pública con lo ocu­rrido a los envejecientes positivos del referido virus y a las alegaciones que hi­zo la directora del Conse­jo Nacional para la Perso­na Envejeciente (Conape), Nathalie María.

Además, indicó que han trabajado por la vocación y amor a los ancianos. “No­sotros no trabajamos por un sueldo, trabajamos por amor, por vocación a los ancianos. Nos desvivimos por ellos”, puntualizó la sor Blanca.

También dijo que no va­lora como brote los regis­tros por el referido virus si­no como casos esporádicos.

Falta de personal médico

Asimismo, sostuvo que el Conape no repuso los mé­dicos que han pensionado a través del tiempo, por lo que solo cuentan con cuatro galenos.

“No es suficiente, desde luego no es suficiente”, indi­có la monja al referirse a la falta de doctores en la resi­dencia de ancianos.

En cuanto a insumos, di­jo que el pueblo y muchas personas han colaborado donando diversos artículos de protección tanto para los adultos mayores como para el personal que los asiste.

Supervisor de hogares

Mientras, el coordinador re­gional de los hogares del Gran Santo Domingo del Conape, José Estévez, denunció ayer que las monjas del hogar San Francisco de Asís autorizan la entrada de personas, violen­tando el protocolo. Indicó que desde que las familias llegan al asilo se ponen en comuni­cación con las monjas y estás permiten que entren, pasan­do por encima al personal que inspecciona y restringe el ac­ceso.

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