Ciudad

Nueva pandemia

A cementerios llegan más víctimas por clerén que del Covid-19

En el cementerio de la Máximo Gómez no hay supervisión de normas.

IVELISSE VILLEGASSanto Domingo, RD

William Alcántara Mon­tero trabaja como obrero en el Cementerio Nacional de la avenida Máximo Gó­mez. Desde que el coro­navirus comenzó a infec­tar personas en el país, se imaginó que su trabajo iba a tener mayor demanda por la cantidad de falleci­dos que se esperaba, pero ha sido todo lo contrario, ha enterrado más muertos por el envenenamiento de clerén y otras enfermeda­des, que por el Covid-19.

Los sepelios continúan de ocho a 10 difuntos al día, como es habitual. “Gracias a Dios que la ma­yoría de los fallecidos por la enfermedad están sien­do enterrados en otros ce­menterios”, afirma, por­que donde él está, al no haber una supervisión, se están violentando las nor­mas.

Alcántara Montero re­veló que en esta semana se hizo un entierro con más de 100 personas, la mayoría envejecientes.

En el Cementerio Cristo Redentor se están hacien­do de uno a cuatro sepelios diarios por Covid-19, te­niendo hasta el día de hoy un total de 73. Es el úni­co camposanto de Santo Domingo que a partir del 15 de marzo ha inscrito en un libro los que llegan por muerte de Covid-19.

Maribel Hernández, ad­ministradora del campo­santo, dijo que los sepelios están dentro de los rangos normales y han enterrado más por muerte debido a intoxicación por clerén que por coronavirus.

Cristo Salvador En el cementerio Cristo Salvador, ubicado en la Carretera Mella del muni­cipio Santo Domingo Este, el flujo de entierros oscila entre 13 a 20 cada día, y no tienen estadísticas, si son por coronavirus u otro tipo de fallecimientos.

Frida Altagracia Ureña dijo que no los están clasifi­cando, pero que la mayoría ha sido por clerén y muer­tes normales, principalmen­te de envejecientes. Las la­bores allí son cerradas a las 2:30 de la tarde. A las 2:00, tenían 13 enterramientos registrados.

Cementerios privados Una historia y panorama muy diferente se experi­menta en los cementerios privados, donde los entie­rros han aumentado y sus trabajadores lo hacen con todas las medidas de seguri­dad implementadas.

Michell Selman, directora de Relaciones Públicas del Parque Cementerio Puerta del Cielo, informó que han aumentado los entierros de tres a cinco diarios, im­plementado acciones para que las familias den sepul­tura digna a sus familiares. La falta de previsión del do­minicano les ha impedido a muchos sepultar sus fami­liares, pues la circunstan­cias los obligan a dejarlo a expensas de las autoridades para que lo hagan, por ende no hay un equilibrio entre los fallecidos y los entierros

Reclamo de los albañiles Al llegar a este cemente­rio se observaba un panora­ma diferente: albañiles en la entrada esperando, nu­merosas personas buscando informaciones y un militar uniformado verificando las defunciones y manteniendo el orden. Es decir, no pare­cía que hay cuarentena. El panorama es igual o pare­cido en todos los cemente­rios, pues tienen la particu­laridad de que son fuentes de ingresos de muchas fa­milias del sector informal.

Alcántara Montero, quien es secretario de Or­ganización del Sindica­to Unido de Trabajadores del Cementerio Nacio­nal de la avenida Máxi­mo Gómez, dice que no están llegando muchos fallecidos de Covid-19 y es la mejor medida por­que quienes trabajan de obreros no reciben infor­maciones, ni ayuda del Estado de cómo deben manejarse en este tipo de situaciones.

Asegura que su trabajo lo hacen en base a las reglas establecidas por las autori­dades y a los sepelios solo asisten de cinco a 15 per­sonas, pero ellos no tienen ninguna protección para evitar ser contagiados, aun­que el Estado debe valorar la importancia de su trabajo y ofrecerles ayuda para pre­servar su vida y la alimenta­ción de sus familias, ya que sus ingresos dependen de los recolectados en el servi­cio fúnebre.

Todos los albañiles adole­cen de lo mismo, ningún re­presentante de los ayunta­mientos los ha visitado para ofrecerles mascarilla,

otra protección y tampoco la ayuda económica, pues ellos viven de los servicios que ofrecen: exhumación de cadáveres, construcción de nichos, remodelaciones de tumbas, entre otros.

El privilegio de los cementerios privados En estos cementerios la fa­milias pueden optar por cremación para su ser que­rido o servicio de entierro sin velación, y si optan por sepultar sus restos, estos son protegidos en bolsas de seguridad selladas antes de ser colocados en el ataúd, garantizando la mayor pre­vención.

Informa que en cual­quiera de la elección los familiares y visitantes tie­nen que acogerse a que los velatorios se celebran en estricta intimidad familiar con un máximo de 15 per­sonas, respetando el espa­cio que debe haber entre los presentes, con una du­ración máxima de dos ho­ras.

Los servicios de inhuma­ción (entierros) están re­ducidos estrictamente pa­ra 20 familiares directos, por unos 20 minutos como máximo, evitando la con­centración de personas y en caso de que el fallecimiento sea relacionado con el Co­vid-19, solamente permiten un máximo de seis familia­res directos y se procede de inmediato a la inhumación del cadáver.

Los familiares deben per­manecer a dos metros de dis­tancia de la propiedad y del personal que está brindando el servicio y no se realiza la apertura del féretro en ningún caso.

Fueron canceladas las ce­lebraciones religiosas y el últi­mo servicio de inhumación se recibe a más tardar 2:30 de la tarde, permitiendo que los fa­miliares así como los colabo­radores puedan llegar a sus hogares antes del toque de queda a nivel nacional.

CLAVES Observan rigor. Hay cementerios don­de se respeta el rigor de solo permitir un máxi­mo de 15 personas en el sepelio de un cuerpo sin importar si el fallecido es de coronavirus o no, pero en otros no hay su­pervisión.

100 en un sepelio. Un albañil que tra­baja en forma habi­tual en el Cementerio Nacional de la aveni­da Máximo Gómez di­jo que observó un se­pelio donde asistieron 100 personas.

Esperan ayuda. Los trabajadores por cuenta propia de los cementerios se consi­deran merecedores de apoyo del Estado para seguir haciendo su la­bor.