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Miraflores

Vendedores se arriesgan para obtener el sustento de sus familias

Aunque teme al virus, Winston dice que está obligado a salir a vender. /JORGE CRUZ

Aunque teme al virus, Winston dice que está obligado a salir a vender. /JORGE CRUZ

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WANDA MÉNDEZSanto Domingo, RD

Hace seis meses que Wins­ton consiguió un empleo como vendedor de acceso­rios para celulares. Su lu­gar de trabajo es una calle del ensanche Miraflores, y el área donde exhibe la mercancía es el baúl de una “minivan”.

El estado de emergencia que decretó el gobierno el 19 de marzo, para preve­nir la pandemia del coro­navirus, lo obligó a perma­necer más de un mes sin laborar, recibiendo solo la ayuda del dueño del nego­cio, con lo poco que tenía ahorrado.

Winston contó que la si­tuación económica se le puso difícil, por lo que se vieron en la necesidad de reabrir a mediados de abril, ya que, en su caso, tiene una familia que man­tener.

“No me puedo parar, no tengo ayuda”, dijo el jo­ven, de 18 años, quien ha tenido que reintegrarse al trabajo para poder obte­ner el sustento de su espo­sa, y dos hijos, uno de dos años, y una bebé de ocho meses.

Obligado a trabajar “Cuando los niños piden leche, tengo que salir a comprarla”, expresó. Su mujer está desempleada, por lo que los únicos in­gresos de ese hogar son los 12,000 pesos de salario que percibe cada mes.

Comentó que la venta no es buena, porque muchos clientes no saben que el ne­gocio está abierto, y que, además, solo desde las 8:00 de la mañana hasta la una de la tarde.

De todas formas, mientras reporteros de Listín Dia­rio estuvieron allí, se ob­servaron varias personas desmontarse de carros y motores para adquirir algún artículo.

Desde la adolescencia Winston narró que traba­ja desde adolescente pero que se sintió más presiona­do a hacerlo a partir de los 16 años, cuando se casó, ya que no tenía mucho apoyo económico, debido a que fue su madre que se ocupó sola de la crianza de él y de otros dos hijos, con trabajos informales, vendiendo prin­cipalmente productos de belleza. Dice que no tuvo el cariño ni el apoyo paterno.

“Nunca me ha gustado pe­dir, siempre me ha gustado ganarme yo el dinero”, su­brayó Winston.

Cursa el último año del ba­chillerato en el liceo Benito Juárez, de Cristo Rey, en ho­rario nocturno, porque de día debe trabajar.

Su deseo es estudiar Siempre soñó con ir a la uni­versidad a estudiar contabi­lidad, pero duda que pueda ingresar tan pronto se gra­dúe del bachillerato, porque ahora la prioridad es man­tener y educar a sus dos ni­ños. “Vivo el día a día”, en­fatiza.

Tener el negocio abierto tampoco le ha sido fácil, porque los agentes de la policía se lo prohíben y en varias ocasiones se le han llevado el vehículo con la mercancía, e incluso, ha estado detenido, teniendo que el propietario que in­tervenir para que lo libe­ren

SEPA MÁS Temor al contagio El joven, que reside en Villa Mella, usa masca­rilla para evitar conta­giarse con el Covid-19. Cuando retorna a su ho­gar, se desinfecta con al­cohol y se dirige al baño, antes de tener contacto con su mujer e hijos.

“Está difícil esta situa­ción por el coronavi­rus, uno llega a su casa con el miedo de infec­tar a su familia”, mani­festó Winston, luego de concluir su jornada en el sector Miraflores de la capital.