CORONAVIRUS

El coronavirus ataca con más fuerza a fumadores de hookah y adultos con comorbilidades

Doctor Francisco Ureña, director del hospital regional San Vicente de Paúl.

Doctor Francisco Ureña, director del hospital regional San Vicente de Paúl.

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Juan Eduardo ThomasSan Francisco de Macorís, RD

Los pacientes jóvenes que fuman “hookah” y los adultos que en promedio tienen 65 años, y que lle­gan con problemas de dia­betes e hipertensión ar­terial, son los que mayor gravedad han presentado ante el coronavirus en el hospital regional San Vi­cente de Paúl, ubicado en la provincia Duarte.

Este hospital, con 146 ca­mas disponibles, trabaja ex­clusivamente con pacientes de Covid-19 desde marzo pasado, cuando la pande­mia que azota el mundo se cebó con San Francisco de Macorís, la cabeza del nor­deste del país.

“Se nos complican los envejecientes, los que tie­nen en promedio 65 años y llegan con diabetes e hi­pertensión. También los jóvenes que llegan con his­torial de fumar hooka”, ex­plica el doctor Francisco Ureña, director del hospi­tal San Vicente de Paúl.

Ayer el Ministerio de Salud informó que las co­morbilidades preponde­rantes en los casos de co­ronavirus en el país eran de 31% de pacientes con hipertensión arterial, un 24% con diabetes y seis por ciento con enferme­dad pulmonar crónica.

El hospital San Vicente de Paúl ha tratado ya cer­ca de quinientos pacientes positivos al Covid-19, se­gún explica su director.

Cuando se le pide al di­rector que evalúe el com­portamiento de las perso­nas en la comunidad frente al distanciamiento social como prevención al coro­navirus, no hay titubeos en su respuesta: “Mal. La gen­te en las calles lo está ha­ciendo muy mal”.

Se refiere a las aglome­raciones en los bancos co­merciales y las filas para entrar a los supermerca­dos, donde se registra un panorama muy similar al que se ve en la capital domi­nicana estos días: personas amontonadas, sin respetar el distanciamiento pruden­te de los dos metros que pi­den las autoridades de Sa­lud Pública.

Ahora están llegando menos personas al hospi­tal que en el mes de marzo y principios de abril. Al ter­minar la semana pasada so­lo tenían ocupadas 25 de las 146 camas disponibles y la atención en la emergencia por igual había descendido: de 8 a 10 pacientes que lle­gaban solo procedían a in­ternar uno o dos, cuenta.

En esos primeros días de la enfermedad los pacientes llegaban en grandes núme­ros.

El doctor Ramón Mena, de la Clínica Siglo XXI, el se­gundo centro en atención de pacientes de COVID en la provincia, recuerda que esos primeros días era cons­tante darse telefonazos con las autoridades de Salud Pública para ver quien te­nía una cama disponible. Se pasaban los pacientes de un lado a otro hasta garantizar la asistencia de salud.

Pero el doctor Francisco Ureña, justo antes de ter­minar esa idea de que la cantidad de pacientes que reciben ha bajado, inmedia­tamente refuerza otra pa­ra evitar la comodidad de quien lo pudiera leer en es­te periódico: “No quisiéra­mos pero podríamos tener un repunte de la enferme­dad”, lanza como adver­tencia, en caso de que las personas no cumplan de manera debida el distan­ciamiento social.

“Hay que seguir traba­jando, crear estrategias. Mientras más gente se ex­pone (rompiendo el dis­tanciamiento) más per­sonas se van a infectar”, detalla el médico.

Los Aguayo

Música y esperanza suelen recibir los pacientes del centro de aislamiento ubi­cado en Los Aguayo, en la carretera Antonio Guz­mán Fernández, que co­munica San Francisco de Macorís con El Ranchito.

Son las seis de la tarde y un convoy de la Cruz Roja Dominicana y la Defensa Civil se ubican a la entra­da del centro, que ha sido improvisado por las au­toridades el lugar de ais­lamiento de los casos de Covid-19 positivos asinto­mático o ya con bajos sín­tomas.

Tras la puerta enrejada, los internos se unen con oraciones y manos al cielo mientras les suenan músi­ca cristiana.

Normalmente se llega a este centro de aislamiento por referimiento del hos­pital San Vicente de Paúl o por haber sido del pri­mer grupo de diagnostica­dos positivos que pasaban cuarentena en sus propias casas. El Gobierno tomó la decisión de llevarlos allí, en ocasiones casi a la fuer­za de los militares, para evitar que se siguiera pro­pagando el coronavirus, que un momento parecía incontrolable en la tierra del Jaya.

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