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Entrevista

Mario R. García: “El reto no es contar el golpe bajo, sino narrar la resiliencia”

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Gastón RoitbergLa Nación de Buenos Aires

Es autor de 14 libros, entre ellos el últi­mo HYPERLINK “https://www.garcia­media.com/blog/the-story-from-mobile-to-print/” The Story (en formato e-book), en el que narra los procesos de trans­formación de la narrativa y el di­seño en la era del móvil.

A los 73 años y con varias mi­llas acumuladas en su pasaporte y como runner (actividad depor­tiva que practica hace varias dé­cadas), el creador de experien­cias informativas y uno de los hispanos más influyentes en EE. UU. -según la revista People - ha participado en la renovación de más de 700 publicaciones en 120 países, incluidos The Wall Street Journal, Miami Herald y The Washington Post . En una entre­vista con LA NACION para la se­rie HYPERLINK “https://www.lanacion.com.ar/tema/corona­virus-y-medios-tid67775” “Co­ronavirus y medios” y lejos de Nueva York -una de las grandes ciudades del mundo con más muertes por coronavirus-, el Dr. Mario (como muchos lo apo­dan cariñosamente en la indus­tria) critica a los medios que uti­lizan el golpe bajo para cubrir la pandemia, relata cómo es dar clases por zoom, la plataforma de videoconferencia de moda, una HYPERLINK “https://www.lanacion.com.ar/tecnologia/no-tan-seguro-videollamadas-zoom-estan-bajo-nid2349247” experiencia no exenta de difi­cultades , y desarrolla lo que, de acuerdo a su visión, será un antes y un después en la historia de las organizaciones de prensa.

¿Cómo ve que la pandemia va­ya a golpear a la industria de medios?

Está afectando de una mane­ra extraordinaria la vida cotidia­na, pero el impacto va a ser en varios niveles. Llevamos cinco años de transformación en las re­dacciones hacia lo digital prime­ro ( digital first ) y muchas ya se estaban acercando a lo móvil pri­mero (mobile first ), es decir la producción de contenidos pen­sada directamente para el celu­lar. Esta situación nos ha forza­do a muchos a entender que el smartphone es la herramien­ta más útil para estar infor­mados y comunicados. En mi círculo de relaciones, adultos mayores, tengo gente que so­lo lo usaba para hablar y ahora se dan cuenta de que pueden comprar, que pueden hablar con sus hijos y nietos, que pue­den escuchar un servicio reli­gioso. Eso va a acelerar el foco de muchas redacciones hacia los móviles. Al mismo tiem­po, tengo un cliente en la In­dia, donde el diario papel si­gue siendo tan sagrado como las vacas. Allí un periódico re­gional imprime un millón de pe­riódicos. Pero ahora esa misma gente no quiere tocar el papel porque creen que puede estar contaminado. Entonces empeza­ron a producir un e-paper en .pdf y los lectores descubrieron que pueden leerlo por esta vía, por lo menos hasta volver a comprar su vaca sagrada, el papel. Es el mar­keting más grande que se le pue­de haber dado a las plataformas móviles y no lo creó ninguna em­presa. El beneficio va a ser que los anunciantes van a poner más anuncios en los teléfonos. Mu­chos se van a reencontrar con el diario papel con mucho afecto, pero el efecto de esta pandemia crea un antes y un después para las redacciones, para la econo­mía de los medios y para la ma­nera de hacer periodismo.

Qué puede destacar de la co­bertura de los medios mundia­les sobre la pandemia...

(Se entusiasma) Esto no tiene precedente, porque las grandes pandemias anteriores se dieron en épocas previas a la explo­sión digital. Las redacciones es­tán inventando nuevos proce­sos de trabajo al mismo tiempo que lo ejecutan. En mis charlas por zoom empiezo destacando lo que están haciendo los medios para seguir con sus procesos de producción de noticias. La infor­mación práctica e enciclopédica sobre la pandemia es muy des­tacable. Por ejemplo, The New York Times publicó en 3D por qué es tan importante mantener la distancia entre las personas. Se están usando todos los recursos narrativos de manera excelente para educar al público. Además, están a la vista los esfuerzos para acercar a los niños al tema. Hay suplementos especiales y nadie ha bajado la guardia en la crea­ción de nuevos productos.

¿Qué es lo que más lo conmue­ve y qué lo indigna en su con­sumo de medios en la cuaren­tena?

(Frunce el ceño) Por ejemplo, veo que hay demasiada repeti­ción de algún tipo de noticia. Es­toy un poco cansado de ver en los Estados Unidos la historia de que no hay dónde poner los cadá­veres de los fallecidos. Me afec­ta muchísimo esa información y creo a muchos les debe pasar lo mismo porque hiere la integri­dad de las personas. No tengo fa­miliares que hayan muerto, pero si me hubiese pasado no quisiera ver cómo fallecen en la más ab­soluta soledad, sin acompaña­miento. O que los apilan en ca­miones refrigerados uno arriba del otro. Esa historia debe que­dar a un lado. Lo que debe con­tinuar porque tiene interés huma­no es el contacto con las historias de quienes han superado el co­ronavirus, el reto de contar la re­siliencia. Varios de mis estudian­tes de 23 años se han contagiado y siempre les pido que cuando se inicia la clase le cuenten al resto por lo que han pasado y cómo lo­graron superarlo. Algunos narran alucinaciones que hay tenido, la sensación de ahogo, la falta de respiración, el uso de la máscara de oxígeno. Esas son las historias que los medios tienen que contar, porque mucha gente piensa que no le va a pasar. Historias de so­brevivencia y de prevención.

¿Cuál es la mayor demanda de periodistas y medios en este momento de aceleración de la digitalización en las salas de re­dacción?

Muchos periodistas están ávi­dos por conocer qué están hacien­do otros medios en la cobertura de este evento tan extraordinario. Todos, aun los más reacios perio­distas en términos de aprendizaje digital, están agilizando sus pro­cesos de trabajo para aprender a contar en el móvil. La parte bue­na es que ha creado cierta inquie­tud para contar de otra manera.

Y cómo piensa adaptarse a la nueva realidad un profesional como usted tan acostumbrado a viajar por el mundo visitando redacciones

(Suspira) Soy un individuo que nunca había estado 24 días en el mismo sitio, durmiendo en el mismo lugar, por más de tres décadas. Todos nos estamos re­descubriendo. A los 73 no nece­sito estar visitando dos países en un día. Nos llevó en mi empresa a reconsiderar procesos de traba­jo, como por ejemplo las capaci­taciones. A mis estudiantes de la Universidad de Columbia les en­seño por videoconferencia. No es lo mismo, pero sí pasó más tiem­po con ellos, hasta me han llama­do un sábado para discutir sobre sus proyectos finales. Es un pro­ceso colaborativo que funciona, aunque obviamente no es como estar presente. Creo que de todos modos esto no es temporal, hacer tu trabajo a larga distancia se ins­taló como proceso. El efecto del virus es de largo plazo y con gran permanencia. Aunque esté la va­cuna los efectos a nivel social, profesional y del empleo va a ser permanente. Será un antes y un después.

¿Qué ventajas y desventajas tie­ne dar clases vía zoom?

Todos tuvimos que cambiar la parte pedagógica del proceso. En las primeras semanas entendi­mos que no era necesario que los alumnos prendieran su cámara. Pero aun en las mejores universi­dades pasa que algunos alumnos pueden estar conectados, pero mirando una película en Netflix. Segundo, en una clase presencial se puede dar una conferencia de 45 minutos y luego abrir a pre­guntas y respuestas, pero en este tipo de modalidad cada 15 minu­tos hay que lograr algún tipo de interactividad, incluso haciendo preguntas a los asistentes. Terce­ro (y lo más interesante, se ríe) ves las mascotas de los alumnos, a las madres y las abuelas de los chicos. Mis clases son de tres ho­ras, entonces funciona muy bien traer invitados con diferentes puntos de vista. Pedagógicamen­te tuvimos que entender que no es lo mismo que una clase presen­cial, pero la transmisión de cono­cimientos funciona bien.

Escribió en su blog que sufrió un caso de “ HYPERLINK “https://www.lanacion.com.ar/tecnolo­gia/hay-medio-millon-contra­senas-expuestas-internet-pero-nid2354005” zoombombing “ (el hackeo o filtración en una vi­deoconferencia por zoom) ¿Pue­de relatarnos ese episodio tan particular?

(Se ríe por varios segun­dos) Me creía una especie de su­perhéroe, un súper Mario, al que no podía pasarle nada en las cla­ses. Había leído que podía ocu­rrir y pensé quién se puede me­ter en una clase de Mario García a estropearlo todo. Pero pasó, en el medio de la conferencia apare­ció un video porno de alto nivel. Hubo una interrupción y luego uno de los alumnos me enseñó a configurar algunas cuestiones para evitar un zoombombing. A la media hora volví, pero ya es­taba afectado. Mi hija Elena jus­to estaba en el llamado. La histo­ria no termina ahí, porque en la charla siguiente alguien se metió y empezó a escribir en la pantalla frases racistas. Tuve que volver a parar la clase y revisar de nuevo la configuración. Zoom progre­só demasiado rápido, el mundo entero lo adoptó, y ellos no esta­ban preparados para el zoome­rang que les vino. Es uno de los daños colaterales de la tecnología y lo peor es que esto ha ocurrido en clases de geografía de cuarto grado. Siempre hay gente que se presta a estos ataques.

¿Qué va a permanecer y qué va a cambiar en los medios del mundo cuando pase esta crisis sanitaria?

Es la base de mi libro Story . Mi trabajo es convencer a las re­dacciones en pensar de peque­ño a grande, del móvil al resto de las pantallas. El periodista que es­tá en la calle tiene que considerar que su historia va a ser consumi­da en la pantalla pequeña, en vi­deo y audio, y tiene que prepa­rarse para ello. En segundo lugar, nos vamos a dar cuenta de que mucha gente puede colaborar en equipo incluso estando fuera de la redacción. Vamos a tener me­nos de esas reuniones de 15 per­sonas improductivas. Colaborar por zoom, por skype, puede ser muy válido también. Mucho de eso se va a eliminar y vamos a co­laborar más a larga distancia.

El diseñador de medios, Mario García, es uno de los hispanos más influyentes de los Estados Unidos

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