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MS-13

Cómo opera la Mara Salvatrucha, de la que uno de sus miembros fue apresado en RD

“Vives para la Mara o mueres por la Mara”, es el lema de la banda de sicarios Mara Salvatrucha o MS-13 quienes a base de asesinatos, extorsión, tráfico de drogas y de personas, control territorial entre otros delitos, han llevado terror a varios países de América del Sur.

La noche del jueves el departamento de investigaciones criminales de la dirección Regional Cibao Sur, informó que había arrestado en el municipio de Bonao, provincia Monseñor Nouel a Mario Ernesto Peña Colocho, de origen salvadoreño y perteneciente a esta red criminal.

Esta banda de sicarios iniciada en la década de 1980 en las calles de Los Ángeles, Estados Unidos, surge a raíz del flujo migratorio de personas desde El Salvador, como resultado de las guerras civiles que vivían en esa época ese país, Guatemala, y Nicaragua.

Muchos de ellos terminaron en Los Ángeles, viviendo en su mayoría en los barrios mexicanos del Este y en el valle de San Fernando. Aunque las pandillas mexicanas reinaban en los bajos fondos locales, los inmigrantes endurecidos por la guerra rápidamente se organizaron en grupos rivales, el más fuerte de los cuales se llamó los Fumetas de la Mara Salvatrucha o MSS (por sus iniciales en inglés).

En sus inicios los MS-13 ofrecían protección para los recién llegados, que con frecuencia recibían maltratos de parte de otras pandillas, además de que se dedicaban al tráfico de personas que intentaban dejar la guerra civil y buscar un lugar en los Estados Unidos.

Luego de concluido el conflicto en El Salvador en 1992, las autoridades estadounidenses comenzaron a deportar en masa a los salvadoreños ligados a la MS-13.

Ya en su país, los repatriados empezaron a dedicarse al narcotráfico, sicariato, extorsión a pequeños comercios e instituciones, secuestro y tráfico de armas, cobro de peajes, entre otros delitos criminales.

Esta práctica fue llevada de igual forma a países como Guatemala, Honduras, Argentina y de vuelta también a Estados Unidos, dedicándose en la región norteamericana a la venta de narcóticos y la “protección” de territorios en las ciudades para extorsionar a pequeños negocios y bares clandestinos.

La banda se ha expadido también por Canadá, México, Italia, Portugal y España.

Los miembros de esta banda se caracterizan por cubrir sus cuerpos de tatuajes, a menudo incluso la cara, cada uno tiene un significado para el grupo, además de perforaciones, utilizan su propia jerga para hablar y su propio lenguaje de señas.

Se desconoce la cantidad exacta de miembros de esta banda, se dice que en El Salvador hay más de 60.000 "mareros", organizados en "clicas" (células) de cerca de 1000 personas, siempre jóvenes que rara vez pasan de los 30 años.

Para pertenecer a esta banda, uno de los ritos de iniciación es que los varones deben aguantar una paliza por 13 segundos por varios miembros de la organización o matar a alguien regularmente un pandillero rival o miembro de la policía.

Las mujeres, sin embargo, pueden elegir ser violadas por diez miembros del grupo.

Están organizados por jerarquías, muchos de los cabecillas están incluso en la prisión y desde allí dirigen los grandes lineamientos.

De este grupo criminal no se sale y la más pequeña traición o deslealtad, porque se castiga con la muerte, de acuerdo a su lema "vives para la mara o mueres por la mara".

Entre los crímenes que fueron adjudicados a la pandilla, basado en traición, está el asesinato a puñaladas de una de sus miembros, la adolescente de 17 años, Brenda Paz, el 13 de julio de 2003, tras descubrir que era informante del Buró Federal de Investigaciones (FBI).

Otro acto violento realizado por la Mara fue cuando éstos dispararon en varias ocasiones a un autobús de civiles, causando más de 25 muertes. El móvil para el atentado recaía en que el Gobierno de Honduras quería aprobar la pena de muerte y la pandilla no estaba de acuerdo.