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FEMINICIDIO

Asesino de Gladis la hostigaba

Gladys Elizabeth Alvarado, víctima de feminicidio.

Gladys Elizabeth Alvarado, víctima de feminicidio.

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Carolina PichardoSanto Domingo, RD

El olor a cloro, detergente y humedad era predominante en la casa. El piso seguía mojado. Desde antes de llegar a la puerta de la vivienda ubicada en un callejón del sector Villa Blanca, en Sabana Perdida (Santo Domingo Norte), ya se distinguía el lugar donde ocurrió. Agentes de la Policía Nacional salían y entraban de la casa de blocks que tenía un adorno navideño en la entrada. Las hijas de Gladis Elizabeth Alvarado, de 47 años, aún no se habían enterado que su madre había perdido la vida, todavía existía la esperanza de que sobreviviría a las siete estocadas propinadas por Manuelcito Montero Ogando, de 53 años, con quien tenía un año de relación.

Fueron pasadas las 6:00 de la mañana de ayer cuando una hija de crianza de la fémina escuchó los gritos de auxilio, que provenían de la primera planta de la casa. En ese momento estaba alistando a su hija para la escuela, y no entendió bien desde dónde provenía el ruido, pero no fue hasta cuando su padre, José Miguel Cabrera, bajó las escaleras, tumbó la puerta y vio la desgarradora escena: la pareja con heridas de arma blanca tirada en el piso. Minutos después una unidad del Sistema Nacional de Atención a Emergencias y Seguridad 911 se trasladó a la estrecha calle para auxiliarlos.

Pero a las 10:30 de la mañana explotó la burbuja: una llamada a la Policía fue la detonadora de la noticia que tanto temían. Gladis había muerto, y su verdugo aún seguía en el Hospital Traumatológico doctor Ney Arias Lora, tras haberse propinado varias puñaladas. Todo estaba en calma hasta que una de sus hijas gritó, esa fue la alarma que avisó a todos lo que había ocurrido.

“Nunca se me olvidará cuando me pidió ayuda, y no la pude ayudar”, vociferó desconsolada la joven.

Unos 30 minutos después, tras un candente sol que calentaba los zincs de las viviendas de alrededor, el cielo se puso gris y llovió. Esto provocó que los dolientes se colocaran en otra de las casas a sufrir y esperar que se calmara la llovizna.

Tanto Gladis como la hija de crianza que prefirió no identificarse por temor a represalias, conversaban a menudo y esta le llegó a decir que no quería continuar la relación. Manuelcito, quien residía en San Juan de la Maguana y la visitaba con regularidad, tenía un mes “hostigándola”. “Él era celoso, la vivía llamando y en un mes vino como 10 veces. Ella le dijo por teléfono que ya no quería una relación, pero él le decía mi amor, no me dejes”, comentó.

Sin embargo, a pesar de la separación, el pasado viernes Manuelcito volvió a la residencia para buscar su ropa y volver a la provincia sureña. Pero no cumplió su promesa, durmió todos esos días en la casa hasta que a primeras horas de la mañana del lunes propinó las estocadas frente a una nieta de tres años de la occisa.

Habitación de la víctima

A las 9:00 de la mañana ya el piso estaba seco. En la puerta de la casa había un cartel con el mensaje “Jehová bendiga este hogar”. A simple vista no se podía apreciar que horas antes ocurrió un acto violento, pero al entrar a la primera habitación del lado izquierdo, se podía ver una mancha roja en forma de corazón que cubría el colchón blanco. Según contaron los testigos, puede que el verdugo haya aprovechado que la mujer estaba durmiendo con su nieta para cometer el acto.

Aunque sus parientes limpiaron el piso para borrar el rastro mortal, en las paredes exteriores a la vivienda amarrilla con rosa se quedaron impregnadas marcas rojas de sangre.

Gladis Elizabeth Alvarado, quien trabajaba en servicios domésticos, dejó a tres hijos en la orfandad de 25, 19 y 17 años de edad.

Sus restos fueron velados en la vivienda donde fue asesinada.

La Procuraduría General de la República informó que en lo que va de año se han producido al menos 63 feminicidios en todo el país.

En los últimos días también se han registrado los asesinatos de Fátima Guzmán asesinada la madrugada del viernes por su esposo Humberto Buz en La Guáyiga, en Pedro Brand; así como Leónidas Mueses José, (Yarisa), quien recibió 11 heridas de arma blanca hechas por su pareja, identificada como Salvador Tapia, de 63 años.