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ENFOQUE

El PLD: La historia de Caín y Abel

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Rafael Guillermo Guzmán FermínSanto Domingo, RD

El relato bíblico del Libro de Génesis describe la rivalidad y posterior lucha entre Caín y Abel, que surgió con la asignación y división de capacidades y poderes dada por Dios a uno y otro hermano, lo que determinó que en Caín naciera uno de los pecados capitales más dañinos del ser humano: la envidia.

La interpretación filosófica del pensamiento hebreo describe este hecho bíblico como el rompimiento de los lazos de solidaridad, camaradería y afectos inherentes a la misma naturaleza humana, por un cambio hacia unas relaciones basadas en el egoísmo, el odio, la avaricia y la opresión hasta llegar a la muerte, representadas por uno de estos hermanos, y que siglos después, continúan marcando los conflictos humanos hasta nuestros días.

El espíritu de Caín se interpreta como la reencarnación del concepto y práctica de la codicia y avaricia en el saqueo de los imperios conquistados, la mentira, el engaño y el autoritarismo como forma y manera de dominación, y la violación e ignorancia de los preceptos legales. Mientras que el discernimiento de Abel se encarna los sentimientos contrarios, como son la justicia, la entereza, la verdad y el sacrificio por los demás, el respeto a la dignidad y la paz de los pueblos oprimidos.

No en vano la traducción hebrea del nombre “Caín” significa acumular, poseer, adquirir, que conduce a la inconducta humana de dominación y control, sentimientos estos que al no respetarse los controles impuestos por Dios o por el hombre terminan cayendo en el despotismo y explotación, cuyos sinónimos son: abuso, chantaje, engaño y fraude. En cambio, la traducción del nombre “Abel” es la antítesis de la de su hermano, pues significa solidaridad y cooperación, la justicia, la fe y la ayuda a los más débiles.

En fin, en el pasaje bíblico que citamos Caín era el agricultor terrateniente y Abel el pastor de ovejas, y ahí se revela el surgimiento del mal, dando lugar a la aparición de otros sentimientos como la discordia y el resentimiento, que terminarán con la fractura de la hermandad y posterior crimen.

Ese mal originario se ha enquistado en la naturaleza del ser humano y su manifestación la podemos ver en estos tiempos en el intercambio y las relaciones sociales, políticas, económicas e ideológicas, separando los grupos sociales cuando se manifiesta en forma de codicia desmedida y falta de escrúpulos de una minoría que se intenta imponer a la mayoría.

Sin querer pecar de extremista, son eventos de la evolución del ser humano que tienen mucho de común con la situación que ahora vive nuestro país político, en donde dos hermanos del mismo origen personifican la lucha entre el bien y el mal, y por la tozudez y desviación de los cánones filosóficos de uno de ellos ocasiona que de manera sistemática se aleje y debilite las estructuras del heredad de su guía, el profesor Juan Bosch.

En este escenario comparativo, veamos la diferencia de estos dos hermanos en sus estilos de gobernar dentro del partido de Juan Bosch: el del pastor Abel que trata siempre de guiar, cuidar y mantener unidas a sus ovejas, y el terrateniente Caín, que movido por resentimientos, envidia, odios, rencores y codicia sin límites, trata de imponer un estilo autoritario que deja implícita la intención de querer poseer y dominar los poderes de un Estado que siente que son de su propiedad, y de ejercer control e influencia en lo privado.

Abel obviamente personifica al Leonel Fernández quien luego de 12 años de gobierno entrega a Danilo Medina (Caín) un país políticamente estable, económicamente en desarrollo, con una seguridad ciudadana óptima, con el combate al narcotráfico y crimen organizado como nunca en su historia, con credibilidad en las instituciones del Estado, y un PLD unido y fortalecido como parte esencial del gobierno y del Estado.

Sin embargo, así como la antítesis bíblica de los referidos hermanos, Danilo Medina, por desviarse de la guía institucional del gran guía y líder fundador, será responsable de entregar el poder en el 2020 con un panorama diametralmente opuesto: una nación políticamente dividida, económicamente al borde del colapso, con los mayores niveles de inseguridad ciudadana e incremento del narcotráfico y estructuras del crimen organizado.

Entregará el Estado bajo una crisis de credibilidad institucional generalizada, cuya última víctima fatal dentro de su sistemática destrucción de las bases fundamentales del sistema democrático, será el descrédito definitivo de la JCE.

Y como si esto fuera poco, todo indica que entregará un PLD desacreditado, manchando el legado de Juan Bosch por la mácula indeleble del fraude y engaño a la voluntad de las mayorías, independientemente de una situación de corrupción desmedida, y un PLD dividido y derrotado.

Esto es tan real, que mientras en el año 2011 el gobierno de los EEUU en la figura del Procurador General del Departamento de Justicia de los Estados Unidos, ERIC HOLDER, felicitaba al gobierno dominicano del entonces presidente Leonel Fernández por su lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico, en cambio, recientemente los jefes de la DEA y FBI tuvieron que venir al país para “invitar” a las autoridades responsables a realizar el arresto del famoso capo llamado César El Abusador sin que fuera exitosa dicha captura. ¡Cuánta diferencia! En este contexto, nadie duda que Danilo Medina, como Caín, cargará sobre sus hombros el peso histórico de la destrucción del PLD, tal vez debido a que sus raíces no fueron las doctrinas del boschismo, sino otras más radicales y asiáticas, que son la negación dialéctica del pensamiento político del presidente advitan del PLD. En cambio, Leonel Fernández, al no desviarse nunca de estos preceptos, sigue demostrando que nació del vientre materno del PLD y su padre fundador Juan Bosch.

Volviendo al libro sagrado, ante el enojo de Caín con su hermano, Yahvé le reprocha que si hubiera actuado bien, de seguro andaría con la cabeza altiva, pero de no hacerlo, el pecado acecharía a su puerta. Pero como nadie puede engañar a Dios, Yahvé da otro consejo a Caín para que controle sus ansias de poder y riquezas, consejo que Caín desobedeció, y por el contrario, da rienda suelta a su resentimiento y soberbia, y le prepara una emboscada a su hermano para vengarse.

En ese momento su corazón es presa del odio, rencor y venganza, tóxicos sentimientos que junto a sus propios intereses dominaron su voluntad, y conduce a Abel al campo –representada por la JCE– para cometer su crimen, convirtiendo a Abel en el primer mártir, quien sigue viviendo en todos los corazones de los justos, y el otro, perseguido por sus pecados hasta su destierro en la tierra de Nod.

A fin de cuentas, ahora podemos ver que dentro del PLD existen muchos “Abeles” que también han sido humillados, presionados, cancelados, burlados y engañados, extorsionados y oprimidos tan solo por pensar y seguir democráticamente a aquel que Dios ha bendecido con los dones y talentos de un verdadero líder de la justicia y auténtico discípulo del maestro Juan Bosch: Leonel Fernández.

Este, al igual que Abel, vive en el espíritu de los dominicanos de bien, que amamos nuestra patria, democracia y la libertad: vive en los corazones de quienes creemos en un líder que posee los mismos valores que en su momento idealizó nuestro insigne patricio Juan Pablo Duarte.

Es por esta y todas las razones esgrimidas, que el pueblo soberano, que se ha expresado en su ejercicio democrático, no permitirá que se avasalle su elección, la cual es clara y contundente, y acompañará hasta las últimas consecuencias al elegido por LA FUERZA DEL PUEBLO, al líder y defensor de los valores y la moral de la República Dominicana: LEONEL FERNÁNDEZ.

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