VIDA DE SERVICIO
Los Ángeles Custodios un centro para dar amor a niñas
Vocación de servicio es lo que define la labor que realizan religiosas de la Congregación Hermanas de Los Ángeles Custodios, quienes utilizan el dinero que reciben de sus propias pensiones para mantener a flote los Hogares-Residencia Ángeles Custodios.
El hogar, ubicado en el sector La Esperilla de la capital, tiene por misión garantizar que las 70 niñas y adolescentes que viven allí, puedan recibir la formación y la educación que las prepare para la vida.
Los resultados de su labor los ven a diario en testimonios de personas que formaron parte de los hogares- residencia y hoy son profesionales de las más diversas ramas, e incluso algunas que han incursionado hasta en la política.
Todas las menores proceden de hogares vulnerables, de comunidades apartadas y empobrecidas del país sobre todo de la región Sur. En los hogares no sólo reciben techo, alimentación, espacio de recreación, formación de hogar, oportunidad de asistir a escuelas y universidades, sino el apoyo emocional y espiritual que les convierte en seres integrales.
El cupo de las dos residencias sólo les permite albergar 70, pero la demanda de ingreso dobla esa cantidad.
Se quedan allí hasta después de concluir la carrera universitaria y logran insertarse.
Entonces ese cupo se abre para otras con iguales necesidades.
Escasos recursos
La hermana María Jesús, una religiosa de origen español a quien desde muy niña sus padres le inculcaron la vocación de ayudar a los más pobres, es la encargada de los hogares, las residencias y la administración desde hace dos años.
Hacer las cuentas cada mes es para ella un dolor de cabeza, ya que sólo reciben una subvención estatal a través del Consejo Nacional de la Niñez (Conani) de 40,000 pesos mensuales, que son utilizados en el pago del autobús que lleva a las niñas al politécnico y para pagar tres educadoras que están con las niñas por tiempo parcial, explica la hermana.
El presupuesto mensual de gastos en el mantenimiento de los hogares-residencia ronda los 400 y 500 mil pesos, por lo que las seis religiosas a cargo colocan el dinero de las pensiones que reciben cada mes para ser utilizado en la compra de los alimentos, pago de personal, mantenimiento, entre otros.
El centro recibe además apoyo de apadrinamientos a través de una fundación creada en España, fondos que son utilizados en la compra de camas, colchones, reparación y mantenimiento de la planta física.
Actualmente se encuentra en reparación de los baños de las residencias, ya que al tratarse de una estructura que data de los años 1950, requiere intervenciones y reparaciones permanentes, explica María Jesús a redactores de Listín Diario.
Dice que a su llegada encontró una parte del hogar convertido en un almacén y en condiciones de deterioro, espacio que empezó a habilitar para mayor aprovechamiento de las residencias.
Muy vulnerables
La hermana María Jesús no conoce la cifra exacta de cuantas se han formado allí, pero sabe que son muchas.
Unas son llevadas por sus padres y en otras por familiares y allegados que las ven en condiciones muy vulnerables para que puedan seguir estudiando. Unas hacen un aporte mensual mínimo y otras no aportan nada.
“Buscamos que ellas salgan preparadas para la vida en todos los aspectos, en el aspecto cristiano, cultural, ético para afrontar la vida con preparación para que vivan con dignidad”, explica la religiosa al mostrar su funcionamiento.
OTROS DATOS
Donación
La hermana María Jesús recuerda que esa casa fue donada por Trujillo a la Congregación para el funcionamiento del politécnico Ángeles Custodios, pero al resultar pequeña se trasladó el colegio; y ese local quedó para las residencias.
Luego fue obteniendo otros espacios para su ampliación.
Congregación
A inicio de 1950 las hermanas de la Congregación religosa llegaron desde España a República Dominicana y el entonces presidente Trujillo les hizo cargo del politécnico, que luego fue ampliando y convirtiéndose en residencia hogar.
Misión
La Congregación Hermanas de Los Ángeles Custodios fue fundada por la beata madre Rafaela Ybarra en el 1894 en Bilbao, con misión a favor de niños y niñas en riesgo de exclusión social. Ella procedía de una familia adinerada, era comerciante, pero tenía contacto con muchos niños a quienes veía eran abusados.