La vida de los centenarios
La abundante comida permitió a Jacinta Zorrilla llegar a 101 años
Doña Jacinta Zorrilla creció en un hogar donde había “comida en abundancia”, lo que ha sido uno de los factores que le han permitido llegar a 101 años.
Recuerda que en su casa había de todo, porque su papá era agricultor y ganadero, por lo que pudo recibir una buena alimentación.
“Comíamos mucho: mucha carne, mucha leche; había mucho queso, había de todo”, enfatiza.
Narra que la agricultura en su época era algo grande, y que además de su padre, sus hermanos varones también trabajaban.
Aunque ha ido perdiendo el apetito, dice que le fascina comer arroz, habichuela, carnes, frutas y plátanos fritos.
Pero ella piensa que no solo la buena alimentación contribuye a la longevidad, pues expone que solo ella está viva, y tuvo 17 hermanos.
Es por ello que a la alimentación de calidad le suma el estilo de vida saludable, ya que no tuvo vicios, como fumar e ingerir alcohol, además de que tampoco se trasnochaba.
Respeto
Jacinta resalta que antes los hijos respetaban mucho a sus padres y a las personas mayores, y les hacían caso cuando les llamaban la atención, pero observa que “eso se acabó ya”.
Como acostumbra a leer y escuchar noticias, se enteró del fallecimiento en un accidente de tránsito el domingo 15 de septiembre en San Francisco de Macorís de cinco adolescentes que se levantaron a escondidas de sus padres de madrugada. Cuando se le refirió ese hecho, de inmediato indicó: “Antes no se veía eso, el niño que se acostaba, se acostaba a dormir”.
Lamenta que no haya recibido el calor de su madre, porque murió de parto estando ella pequeña. Durante su niñez, recordó, le encantaba bañarse en el río Soco.
Doña Jacinta no tuvo mucha escolaridad, pues dice que en su campo en ese tiempo no había escuela. Sin embargo, dice que aprendió a leer y a escribir a través de sus hermanas mayores.
En sus años mozos fue una mujer laboriosa que se dedicó a coser en un taller que tenía junto a su esposo, un oficio que aprendió de forma empírica al igual que sus hermanas. Ese negocio fue el medio de sustento de la familia de Jacinta, en el cual confeccionaban no solo las ropas que vendían en el mercado local, sino también en el extranjero. Incluso, trabajó en una factoría de Nueva York durante un año.
Doña Jacinta es nativa de Las Cuchillas, El Seibo, en la región Este del país, pero luego, ya casada, se trasladó a Santo Domingo, porque a su esposo le interesaba que los hijos estudiaran.
Y es que aunque ella solo tuvo una hija, crió varios, porque se ocupó de otros tres que tuvo su marido de un matrimonio anterior, y además, más tarde, la pareja decidió adoptar uno.
Ella se quedó con las ganas de tener varios hijos, como era su deseo y el de su marido.
“Lo que Dios disponía con uno eso se hacía, pero me hubiera gustado tener dos o tres hijos”, comenta la dama.
Jacinta se mortifica porque ya no puede realizar labores en la casa, debido a que permanece en una silla de ruedas producto de una caída que le provocó una fractura en la cadera. “Ya no sirvo para nada”, se lamenta.
Ahora, su pasatiempo es leer periódicos todos los días y escuchar el rosario en una emisora, porque es una mujer religiosa. Su hija Mireya indicó que todos los domingos le llevan la comunión desde una iglesia católica. Desde la muerte de su marido, Hipólito de la Cruz, en 1995, vive con su hija biológica.
SEPA MÁS Formó una familia estable
Su origen. Nació en Las Cuchillas, provincia El Seibo, en la región Este del país, el 16 de agosto de 1918. Luego de casada, se mudó a la Capital.
Descendencia Parió una sola vez, a su hija Mireya, pero crió varios muchachos, a tres que tuvo su esposo con una pareja anterior y a otro que más tarde adoptó.
Salud Pese a que ha padecido algunas complicaciones de salud, como artritis, osteoporosis, hipertensión, las ha ido rebasando, y todavía luce con buen ánimo, hasta el punto que se mortifica porque no puede ayudar con los quehaceres domésticos.