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Ensayo

Presidente Báez, planes de anexión y el endeudamiento externo del país

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Homero Luis Lajara SoláSanto Domingo, RD

El 15 de noviembre de 1865, el país se encontraba bajo los efectos de una guerra que dejó al erario agotado y asediado por los aprestos conspirativos de Pedro Guillermo para reponer a Buenaventura Báez, haciendo abdicar del poder al general José María Cabral a favor de Báez, quien en diciembre de ese año se juramentó, por tercera vez, como Presidente de La República.

La llegada de Báez al poder reactivó el ambiente político nacional, originando el surgimiento de los Partidos Azul, liderado por Gregorio Luperón y el Rojo por Báez,

La presión de los cibaeños derrocó a Báez en 1866, dando lugar a la conformación de un triunvirato entre Luperón, Federico García y Pedro Pimentel, hasta que la falta de control político los hizo renunciar en su efímero mandato, tomando el poder un miembro del Partido Rojo, el general Cabral, con la condición de que Báez no estuviese presente.

Al Cabral pactar con los azules, exasperó los ánimos de los Rojos contra el gobierno, quienes con el apoyo del presidente haitiano Sylvain Salnave, invadieron el país en octubre de 1867, provocando la caída de Cabral en enero de 1868. Esto dio paso a una “Junta de Generales” conformada por José Hungría, Antonio Gómez y José Luciano, situación que devino en una revolución relámpago, en la que Báez retornó al país y retomó el gobierno hasta el 1874, período que se conoce como “los seis años de Báez”.

De inmediato los aprestos anexionistas emergieron, poniéndose Báez en contacto con el presidente Andrew Johnson, de los EE.UU.; por medio de su secretario de Estado, Willian Seward, para negociar la venta o arrendamiento de la bahía de Samaná.

Como el gobierno norteamericano no reaccionó con la velocidad que él quería, Báez maniobró con su agente financiero Jacobo Jesurum, patrocinador de su retorno al poder, quien pasó factura por sus aportes, reconociéndose estos como deuda del Estado dominicano, además de nombrarlo Cónsul en Curazao. Este ser de las tinieblas fue el artífice del empréstito con la compañía comercial londinense Hartmont & Co., con la cual se inició la impagable deuda externa.

Con la Harmont no sólo había un préstamo de $420,000 libras esterlinas, pues de esa suma el intermediario tomaría $100 mil por comisión, quedando como garantía la entrega de todas las entradas fiscales del país, con énfasis en los puertos de Santo Domingo y Puerto Plata, también se incluía la concesión por 50 años del guano y fosfato de la isla Alto Velo y la explotación forestal y minera de Samaná, y se nombró a Edward Herzberg Hartmon, Cónsul de la República Dominicana en Londres.

A pesar de que el Senado dominicano le había cancelado el contrato en el 1870, la Hartmont negoció con la compañía Peter Lawson & Son, quien con subterfugios falsos colocó bonos sin valor entre londinenses, ocultando la bancarrota de la economía dominicana, bajo la farsa de que los fondos de los bonos iban a ser utilizados en obras como carreteras y ferrocarriles.

En el 1869, Luperón en el exilio, armó un buque que llamó El Telégrafo, con la intención de invadir por Puerto Plata. En medio de los combates del Telégrafo con dos goletas del gobierno, uno de sus disparos rozó el buque norteamericano Tybee, hecho que tomó el gobierno USA como pretexto para ordenarle a su Marina que persiguiera al Telégrafo para apresar a Luperón y extraditarlo a los EE.UU., pero éste logró escapar.

En ese mismo año, Báez ya se había puesto en contacto con el presidente de los EE.UU.; general Ulises Grant, por medio de su secretario de Estado, Hamilton Fish, para negociar la anexión. Grant era partícipe de la idea de integrar República Dominicana, pero como territorio, no como otro estado de la Unión, ya que le interesaba, no sólo por lo económico, sino para enviar negros libertos para aminorar los problemas raciales de su país.

En ese acuerdo, que se firmó en noviembre de 1869, pendiente de aprobación por el Senado USA y un plebiscito en el país, le ofrecieron a Báez US$100,000 y pertrechos militares para combatir la oposición. En ese entonces cayó el gobierno de Salnave en Haití -aliado de Báez-, y tomó el poder Nissage Saget, amigo de Cabral y colaborador de las guerrillas contra Báez,

En el 1871, a pesar del cabildeo de Willian Cazneau, y Joseph Fabens, con el apoyo del coronel Orville Babcock, entre otros, la anexión fue rechazada por el Congreso USA, hecho en el que influenciaron los senadores Carl Schurz y Charles Summer, aunque con argumentos racistas.

En diciembre de 1872, Grant intentó negociar el arrendamiento de la bahía de Samaná por 99 años y el pago de US$150,000 al año a la compañía Samaná Bay Company of Santo Domingo, pero estos aprestos finalizaron el 2 de enero de 1874, cuando Ignacio María González depuso a Báez.

Con este accionar el país cayó en un desprestigio en Europa, hasta que en 1888, el gobierno de Ulises Heureaux saldó el préstamo, pero a través de otro tomado por su gobierno al estilo de Báez, saldándose la deuda definitivamente en el 1947, en el gobierno del generalísimo Trujillo.

Aunque me declaro profano en temas económicos, me preocupa el futuro, cuando me entero que el país en el que vivirán nuestros descendientes, tiene a la fecha una deuda pública de US$44,508.3 millones (50.57% del PIB), registrando un aumento de US$5,664.1 millones en sólo un año.

Sobre este tema, economistas gobiernistas justifican el endeudamiento aplicando la teoría de que el endeudamiento de un país no tiene techo, ya que para crecer se necesitan recursos. Eso tendría lógica si ese crecimiento fuera acompañado de progreso colectivo con inversiones sostenidas en áreas productivas, evitando el manejo clientelista y populista de los fondos públicos y la corrupción administrativa.

Muchos no entienden que el fuerte de las anexiones eran los Ejércitos y las Armadas, pero ahora es la dependencia económica de los países poderosos, siendo el endeudamiento el grillete que crea linderos inviolables, so pena de sufrir los latigazos de las sanciones económicas.

El autor es miembro fundador del Círculo Delta