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Emely contagiaba a todos con su sonrisa

Emely Peguero, de 16 años, siempre lucía feliz y donde quiera que llegaba contagiaba a todos con su desbordante alegría. ARCHIVO/LD

Emely Peguero, de 16 años, siempre lucía feliz y donde quiera que llegaba contagiaba a todos con su desbordante alegría. ARCHIVO/LD

“Hay días buenos, días malos, días alegres y días tristes en los cuales recuerdo la sonrisa que desprendía mi hija y lo mucho que la extraño”, dice entre lágrimas Adalgisa Polanco, madre de Emely Peguero.

Hoy, viernes 23 de agosto, hace dos años la adolescente Emely salió de su casa, para no volver. En este aniversario de su fallecimiento, sus familiares recuerdan lo que consideran su legado, la sonrisa que siempre mantuvo viva en su rostro.

Nostalgia, melancolía y sonrisas que simultáneamente se ven afectadas por lágrimas que se desprenden de los ojos vidriosos de Adalgisa Polanco y Leidy Peguero, son los condimentos de una conversación que mantuvieron con periodistas de LISTÍN DIARIO para rememorar a Emely.

Este coctel de emociones que se refleja en los rostros, las palabras y las acciones de ambas familiares, coinciden en un aspecto que destacaron por encima de todo lo que extrañan de Emely, su sonrisa y como esta se hacía notar en cada lugar adonde llegaba.

“La recuerdo igual que siempre, con una sonrisa en su rostro y ese abrazo que ella me daba”, entre una leve muestra de alegría y varias lágrimas desprendiéndose de su rostro, Adalgisa habla sobre su hija.

La madre, remarca como era en la cotidianidad: “Emely era notable, donde llegaba era una alegría, yo siempre decía que tenía una estrella. Ella tenía algo diferente a los demás, algo extraordinario, ya que ella a pesar de cualquier circunstancia siempre sonreía, vivía sonriente ante todo”.

Sin embargo, entre toda esa felicidad, hubo una ocasión en que Emely mostró tristeza y se “sentía cohibida”. Fue durante su embarazo.

Embarazo El embarazo fue una etapa de miedo, temor y tristeza, en la cual Emely se sentía como una “mariposa atrapada en su capullo”, según comenta su madre, porque no quería que sus padres se enteraran que estaba encinta.

“Nunca entendí por qué no me lo comunicó de una vez, ella no se atrevía a decírmelo al principio y eso que ella y yo éramos más que madre e hija, éramos amigas, nos comunicábamos todo”, comenta Adalgisa.

El mantener su embarazo en secreto, hizo que una actitud triste y desolada se apoderara de ella, creando así una forma de actuar impropia en Emely. Esto se reflejó en las calificaciones del liceo, las cuales decayeron y en el brillo en su sonrisa, que comenzó a tomar una tonalidad opaca.

No obstante, transcurridos unos meses, Emely volvió a sonreír y a sentirse libre, cuando habló con sus padres y les contó sobre su embarazo.

“Después que se destapó su embarazo volvió a ser feliz, siento que volvió a ser libre. Cuando se supo, era como esa mariposa que se sentía oprimida, pero que las alas se abrieron. Volvió a ser la Emely que era”, narra sonriente su madre.

El bebé “Ella adoraba a su bebé, estaba decidida a tenerlo, quererlo y a criarlo con todo el cariño que nosotros como familia podíamos dar”, dijo.

Mientras relataba la anécdota de la primera vez que fueron juntas a realizarse una sonografía, Adalgisa reveló que Emely había escogido nombre para el bebé: “Yo le pregunté como le iba a poner al niño y ella me dijo que se iba a llamar Jacob Moisés”.

Con cinco meses de embarazo y un nombre definido para el bebé, la madre explica que su hija nunca tuvo la intención de abortar. “Si ella hubiera querido abortar lo aborta desde que sale embarazada, pero ella no lo hizo porque amaba su hijo. Ella adoraba a su muchacho”.

Pero, las circunstancias quisieron que ese varón de nombre Jacob Moisés nunca tuviera la oportunidad de conocer a su abuela.

“Ellos mataron a dos familias, la mía y la de ella, porque acabó hasta con su propio hijo. Dos familias destruidas, no es justo y hoy Marlin es inocente y sale mañana”, reclama Adalgisa Polanco entre lágrimas de impotencia.

Marlon y Marlin “No es justo” repite innumerables veces Adalgisa al ser cuestionada sobre la libertad prematura de Marlin, este próximo 30 de agosto.

Su cara se torna seria, sus ojos se abren y fijan una mirada directa y contundente hacia la cámara, se comienza a sentir entre sus palabras y gestos que ofrece su sed de justicia ante la madre de quien asesinó a su hija.

“Me asesinan a mi hija, nueve días escondiéndola, su cuerpecito siendo arrastrado por una maleta. Marlon se entrega y el cuerpo de mi hija sigue siendo movido entre La Vega y San Francisco. ¿Me vas a decir a mí que Marlin Martínez es inocente y que va a salir mañana mismo? No es justo”, Adalgisa llora de impotencia mientras intenta mantener la conversación.

“Yo solo espero que la justicia dominicana se siente y medite este caso de mi hija y logre ver que Marlin es realmente culpable, porque no es justo. Si yo no hubiera creído en Dios hoy no estaría sentada en esta mecedora, probablemente estaría acompañando a mi hija”, manifiesta la madre de Emely.

La historia toma otro rumbo, cuando se habla sobre Marlon, ya que a dos años del suceso, su madre, su hermana y la comunidad donde vivía, no se explican cuál fue el detonante que lo llevó asesinar a Emely.

“Aun no comprendo, Marlon se veía como un muchacho bueno, era vecino nuestro y respetaba mucho a Emely”, comenta Leidy Peguero, hermana, argumento en que coincide con madre, quien dijo nunca imaginarse que él iba a ser capaz de hacer eso.

Al igual que su hija, Adalgisa con una mirada de incertidumbre, la voz entrecortada y gestos que aparentan buscar una respuesta, se pregunta que los llevó a cometer el asesinato.

“Todo estaba claro, habíamos hablado con su padrastro que fue y dio la cara, no su madre. El habló conmigo y todo estaba bien, pero le dije que mi hija no sale de mi casa, porque no voy a permitir que sea humillada en una casa de gente rica, porque como pobre yo crié a mi hija con valores y no iba a permitir que la trataran de forma humillante”.

Agrega que durante mucho tiempo ha sido criticada y presionada por su postura ante Marlon previo al asesinato. “Muchos me critican porque quieren que diga que Marlon era un asesino o tenía imagen de eso desde antes, pero eso sería mentir y yo soy una mujer que busca de Dios. Pero después que me mató a mi hija si se convirtió en un asesino”.

Las lágrimas de impotencia desprendidas por mencionar a las personas que cometieron el atroz crimen de su hija pasaron a transformarse en una muestras de nostalgia, al recordar las palabras de una señora al momento de nacer Emely.

El periodista de LISTÍN DIARIO, Paul Mathiasen, conversa con la madre de Emely, Adalgisa Polanco. RAÚL ASENCIO/LD

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