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LA VIDA DE LOS CENTENARIOS

A los 18 tomó el machete para trabajar y ya tiene 101 años

El amor a la familia y la buena alimentación, son considerados por Efraín Díaz Méndez, dos pilares fundamentales para llegar a superar los 100 años de existencia. FAUSTINO REYES DÍAZ.

La buena alimentación y el trabajo duro son parte del secreto de la larga vida que exhibe don Efraín Díaz Méndez, un cafetalero de aquí que celebró recientemente sus 101 años de edad, mostrando gran fortaleza y buena memoria.

A ello le atribuye también algo de la genética, ya que su padre murió a los 105 años y el abuelo Celestino Méndez alcanzó los 110 años.

Aunque los dolores de cadera que con frecuencia padece no le dejan ir a la finca como antes, su edad no es impedimento para preocuparse por los problemas de la comunidad y las dificultades que atraviesan los campesinos para movilizar sus cosechas debido al mal estado de la carretera.

Don Efraín recuerda con agrado que inició la vida laboral temprano. Es un hombre de campo, por lo que agarró el machete de jovencito y desde entonces no se ha detenido.

Desde su juventud fue muy independiente, lo que reafirmó aun más cuando tenía 18 años de edad. A esa edad su padre no le dio 50 centavos para ir a una fiestecita. Al día siguiente, narra don Efraín, se fue al monte con un machete a realizar una tumba, espacio que utilizó para sembrar 60 libras de habichuelas, que le permitió cosechar diez quintales.

“De ahí en adelante, cuando quise meterme en familia ya yo tenía todas mis cositas, tenía una puerca, una chiva y una vaca”, relata.

Cuando su padre lo encontró trabajando la tierra no creía que avanzaría en ese trabajo, pero lo dejó tranquilo.

Nació el 5 de mayo de 1918 en la sección El Copey, y dice estar convencido de que para una persona pueda durar mucho debe alimentarse bien.

Recuerda que en su casa se consumía siempre malanga amarilla y mucha carne de cerdo, lo cual se compraba muy barata.

Aunque asegura que la juventud en su tiempo mozo gozaba muy poco, recuerda que él y su amigo Libradito bajaban de la loma a un negocio de un señor que le llamaban Francisco, en el Barrio Cerro al Medio, y que solían brindarles panes a sus parejas.

Asegura que, aunque ha comido de todo, ha sido muy entregado a su familia y a la buena convivencia con los vecinos. FAUSTINO REYES DÍAZ.

Persona cariñosa

Don Efraín procreó 16 hijos con cuatro madres distintas, cinco de los cuales fallecieron y cuenta con 49 nietos.

Los vecinos definen a Díaz como una persona que enferma poco y especialmente cariñosa con su familia y sus vecinos. “Es alegre con su familia y los vecinos.

Nunca ha tenido problemas con nadie “, dijo Francisca Florián.

Necesidades

Lo que más necesita don Efraín en este momento es la reparación de su vivienda donde vive con una hija, que es quien le apoya para su manutención debido a que depende del apoyo que recibe de sus hijos.

“Ahora lo que necesito es la ayuda para mantenerme.

La casa necesita mucha cosa, hay un pedazo que está malo y quiero repararlo.

La parte de atrás está mala”, expresó. Dice que espera que las autoridades construyan 13 kilómetros de carretera que enlazarían la zona cafetalera Panzo de este municipio cabecera de la provincia Bahoruco con el Distrito Municipal de Batista, El Cercado, San Juan de la Maguana.

Aunque reside en el casco urbano desde 1968, reclama que la electricidad sea extendida a las comunidades de El Copey y Las Petacas, una demanda de los moradores de allí. “Es necesaria porque todas las partes tienen ese servicio”.

A sus 101 años, don Efraín mantiene un espíritu laborioso que dice aprendió a los 18 años. FAUSTINO REYES

SEPA MÁS

Hechos históricos

A pesar de su avanzada edad, mantiene lúcida su memoria, está pendiente de los problemas comunitarios y recuerda procesos históricos que marcaron el país desde la tiranía trujillista.

Al referirse a la violencia y denuncias de corrupción, tan frecuentes en el país, señala que en la dictadura, solo Rafael Leónidas Trujillo podía cometer las cosas malas. “Esa corrupción no se veía y el que la hacía la pagaba con la vida. En la dictadura, el vago era apresado y enviado a trabajar por tres meses a El Sisal, una finca del tirano en Azua y si a los seis meses no tenía al menos diez tareas en producción, lo reapresaban y lo ponían a trabajar”.