La República

MUNDO OSCURO DETRÁS DE LA TRATA

Sus manos nunca dejaron de sangrar mientras fue explotado

Durante el tiempo que trabajaban en los montes, había hombres armados que los vigilaban para evitar que se escaparan. ISTOCK

Su historia no estaba contemplada en esta serie. Sin embargo, al leer los dos primeros testimonios publicados en LISTÍN DIAIRIO bajo el título: ‘El Mundo Oscuro Detrás de la Trata de Personas’, él decidió llamar a este medio y contar un poco de todo lo que pasó en Brasil, donde fue explotado laboralmente por casi dos años.

Unos siete minutos bastaron para el señor resumir sus vicisitudes. Más se tardó José Luis, uno de los choferes del Listín, en dar la vuelta al centro comercial donde llegó para ofrecer su historia, que lo que duró la conversación. La percepción hizo suponer que la descripción que había dado se ajustaba a un señor que se aprestaba a entrar al establecimiento indicado. “Para mí que es ese”, fue el comentario. Unos pasos dobles afirmaron que la suposición. “Ya yo me iba”, fue su saludo.

“Entre tres minutos quiero decirle que en el año 2006 fui víctima de trata por mi propio primo, que hizo un viaje para Brasil. Ya él había hecho otros viajes y según decía a la gente le iba bien, pero como no conocía a quienes se iban, nunca supe que iban a parar a países donde lo explotaban”. Respira profundo, pero no pierde tiempo. Continúa su relato, corto, pero contundente. “El caso es que llegué al lugar acordado, pero el trabajo que me tenían en una fábrica, no era tan sencillo como me lo habían pintado. Sí, trabajaba en esa fábrica, pero a las 5:00 de la mañana había que hacer una primera jornada en unos montes donde cortábamos unos ramos. Eso daba una picazón en el cuerpo, pero había que hacerlo”, lo cuenta arreglando su reloj que le queda un poco holgado.

Hasta 20 horas de labor Después que terminaban, él, unos chilenos y otros hombres con los que nunca habló, eran trasladados a la fábrica cerca de las 4:00 de la tarde, y continuaban su trabajo allí hasta las 11:00 de la noche o las 12:00 de la noche. Llegó hasta a amanecer trabajando. “Lo único bueno, era que nos daban mucha comida, pero en ese tiempo me convertí en otra persona. Mis manos sangraban a diario, mi espalda no se sanaba, ni hablar de los pies...”, lo dice sin ningún tipo de expresión en su cara. Esa posición la mantuvo siempre.

“Yo me motivé a llamarla después que leí lo que publicó el Listín, porque no quiero que eso le pase a nadie. Le pido a la gente que tenga cuidado con los viajes, que no entreguen sus documentos a nadie, que ahí es que está el truco. Desde que llegué, me dijeron que ellos debían guardar mi pasaporte. Ahí estuvo mi gran error”, agacha la cabeza, como si se avergonzara por lo que llama: “Fue una estupidez”.

“Ahora me despido, gracias por escucharme. Espero que esto les sirva a quienes inventan con irse del país a aventurar sin averiguar. Aquí hay más casos de trata de personas en todo el sentido, de lo que usted se imagina. Pase buenas tardes”. Se marchó sin mirar hacia atrás.

Corazón Azul Así se llama una campaña a la que República Dominicana, a través de su Misión Permanente ante las Organizaciones Internacionales con sede en Viena, se unió oficialmente.

Es una iniciativa mundial de sensibilización para la lucha contra la trata de personas y su impacto en la sociedad, promovida por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc).

Por el país firmó el documento simbólico, la dominicana Lourdes Victoria-Kruse. La formalización de hizo dentro del 28∫ Período de Sesiones de la Comisión de Prevención del Delito y Justicia Penal (CCPCJ), que tuvo lugar recientemente, en Viena. Durante su intervención, Victoria-Kruse destacó que la lucha contra la trata de personas es un tema prioritario en la agenda nacional. Añadió que en los últimos años, el país ha mostrado avances notorios en el abordaje y respuestas a esta problemática.

CÓMO SALIÓ

La gran incógnita

Solo dice que se lo debe a un chileno valiente, con quien hoy día tiene muy buena amistad.

“No puedo contarte más de ahí”.

De su primo

“De ese señor no hemos sabido nada. Y espero no saber. Cada herida de las que tengo en mis manos, me lo recuerda”.

Peores momentos

No comunicarme con mi familia. “Y que de ser un hombre fuerte, allá me volví un mamita”.