Los que llevaron la voz cantante en el sermón del Viernes Santo
Inspirado luego de sufrir crisis Oriundo del distrito municipal Pantoja, en el municipio de Los Alcarrizos, el padre Nelkys Acevedo tiene siete años en el oficio sacerdotal.
Es párroco en dos lugares: la Iglesia de Santa Bárbara y el Santuario de la Altagracia, ambas ubicadas en la Zona Colonial.
El cura Acevedo es el único miembro de su familia que forma parte de la Iglesia Católica, y señaló que se inspiró a entrar a sus filas después que su padre fue apresado y él sufriera una crisis existencial.
Formación Se formó en el seminario Redemptoris Mater, luego fue trasladado a Turín, en Italia, para estudiar filosofía y teología, a lo que le siguió tres años y medio como misionero en Haití.
Comunidad Eclesial El sacerdote Acevedo describe a su comunidad como una familia, pero al mismo tiempo que conforman “un pueblo pobre, olvidado y despreciado”, debido a la falta de trabajo, oportunidad y predominio de los vicios.
Aclara que a pesar de esto ha aprendido con ellos a ser feliz en el sufrimiento y a conocer en el corazón, porque “la mayoría damos esperanza de Dios a quien nadie en este mundo da oportunidad”.
La Iglesia Católica hoy Explica que la Iglesia volverá a sus raíces:
“Será una iglesia pequeña, pobre, perseguida, sin poder, sin influencias; pero una iglesia más santa”, puntualizó.
Agregó que una iglesia con poder “está condenada a pudrirse”, pero que “una iglesia perseguida es la fe sobre la tierra”.
“Destinado a ser un sacerdote” El reverendo José Alberto Vargas, quien fuera el primero en intervenir en el Sermón de las Siete Palabras del pasado viernes Santo, cuenta con una hoja de vida nutrida dentro de la vida consagrada y religiosa. Asimismo, se ha destacado por traer a colación temas sociales y abogar por ellos.
Al ser ordenado como sacerdote a principios del 2011, supuso para él “la prueba más grande que ha tenido que superar”, ya que sus padres, luego de motivarlo a temprana edad a congregarse dentro de la Iglesia Católica, se “convirtieron” al cristianismo evangélico, y admite que en aquel momento no contó con la aprobación de sus tutores para dar este gran paso. “Eso me hizo cuestionar. Le pregunté a Dios, porqué si había sido destinado para ser sacerdote, mi familia no me apoyaba”, precisa.
Cuenta que con el tiempo, su familia respetó su decisión y que incluso, sus padres, tras haber cumplido 50 años de casados, fueron a la iglesia y él mismo fue quien presidió la renovación de votos en la casa de Dios.
Su formación dentro del ámbito religioso se consolida desde 1994 a 1998 en el Instituto Técnico Salesiano (ITESA), donde estudió artes gráficas, bajo las directrices de los Padres Salesianos.
Expresa, además, que es dentro del Seminario Fernando Arturo de Meriño, donde realizó un año de filosofía, y desde 2010 al 2013, figuraba como diácono adscrito dentro de la Parroquia Nuestra Señora América Latina y también fue vicario “ayudante a párroco”. Se desempeñó además como facilitador de la materia de formación en el liceo Emma Balaguer en Sábana Perdida. Mientras que fue trasladado en 2013 a la iglesia Santa Lucía Mártir, en la Hacienda Estrella.
Con una vocación desde la niñez El sacerdote José Pastor Ramírez, quien habló el pasado viernes en el sermón de Las Siete Palabras acerca de la justicia, es un cura salesiano de padres campesinos con una fe cristiana. Desde pequeño fue motivado a la religiosidad, en el hogar le inculcaron los valores de la responsabilidad, trabajo y servicio. Esos valores son los que conforman los pilares de quien es hoy Ramírez.
Su vocación sacerdotal empezó a la temprana edad de siete años, cuando se unió a los salesianos en Jarabacoa. Allí permaneció hasta los catorce años, y siendo adolescente se formó en teología en el seminario Santo Tomas de Aquino.
Luego se especializó en teología en el Instituto Cristo Resucitado de Guadalajara, en México. En el transcurso de su vida en el servicio sacerdotal, se ha especializado en teología espiritual, psicología clínica, terapia familiar y gestión educativa.
El padre Ramírez ha mostrado interés en las familias de la sociedad dominicana por lo que es creador y director del Programa de Formación Conjunta (Profoco) de la Familia Salesiana abierto a la Iglesia Católica y a la sociedad en general. Además, es el delegado para la Familia Salesiana de Las Antillas.
Este programa se encarga de formar el ser y el hacer de las personas de las Comunidades Educativas de las Obras; garantizar la comunión y la autonomía en la misión formativa entre grupos de salesianos.
Desde 2009 al 2017 se ha desempeñado como delegado mundial de los Exalumnos de Don Bosco y coordinador mundial de la Familia Salesiana con sede en la Casa general de los salesianos, en Roma.