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Participación

La mujer registra un lento avance político en los últimos 25 años

Milagros Ortíz (2000-2004) y Margarita Cedeño (2012-presente) han ocupado la vicepresidencia del país, el escalón más alto logrado por cualquier mujer en el país. ARCHIVO/LD

Milagros Ortíz (2000-2004) y Margarita Cedeño (2012-presente) han ocupado la vicepresidencia del país, el escalón más alto logrado por cualquier mujer en el país. ARCHIVO/LD

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Yudelka DomínguezSanto Domingo

Desde las elecciones de 1994 a la fecha la participación política de la mujer a cargos electivos en el Congreso de la República ha alcanzado un 24%.

Hace 25 años, en las elecciones legislativas y municipales de 1994, las mujeres obtuvieron el 11 por ciento de los 150 escaños que había en el Congreso Nacional. Para los comicios que siguieron su participación fue aumentando entre uno, dos o tres por ciento en comparación con el proceso anterior.

El total de mujeres electas a distintas posiciones en los comicios de 2016 fue de 1,451, en un proceso electoral en el que se eligieron 4,106 cargos públicos en toda República Dominicana.

Para José Cabrera, politólogo, este es un crecimiento lento que se debe a la hostilidad en que se ven envueltas las mujeres en un ambiente “dominado por hombres”.

Una de las cosas que señala es que por sus tareas domésticas tienen poco tiempo para participar en política.

Con esta aseveración coincide la diputada por el Partido Revolucionario Moderno, Gloria Reyes, quien entiende que el poco crecimiento de la mujer en política es debido a los roles sociales de hombres y mujeres.

“Hay una desventaja natural a la hora de una mujer hacer política porque o se va a tener que matar trabajando horas extras o haciendo política como una actividad adicional, o tendrá que reducir sus actividades domésticas y de trabajo para poder combinarlo con la política”, dice la diputada.

Reyes sostiene que el mayor papel de las mujeres en los partidos políticos es ser militantes, encargadas del proselitismo, protocolos, o maestras de ceremonia.

La participación política de la mujer ha tenido hitos con la vicepresidencia de la República. Milagros Ortiz Bosch, en el 2000-2004. además de la presidencia del Senado y la Cámara de Diputados.

En el 1999 Rafaela Alburquerque fue la primera mujer que llegó a conducir la Cámara baja gracias a un acuerdo entre PRD y PRSC, mientras que Cristina Lizardo, entre el 2014 y 2016, se convirtió en la primera y única mujer que hasta el momento ha podido dirigir el Senado.

Los puestos electivos que ocupan las mujeres actualmente están basados en la cuota de género establecida en la antigua Ley Electoral 275-97. Esta ley establecía en el artículo 68 la nominación de candidatos en los cargos legislativos y municipales, en la que los partidos y agrupaciones políticas incluirían una proporción no menor del 25% de mujeres a esos cargos. Luego, con la reforma de esta ley, el porcentaje aumentó de un 25 a un 33%.

La equidad de género en la recién aprobada Ley 33-18 de Partidos, Agrupaciones y Movimientos Políticos logró equilibrar más la participación de hombres y mujeres.

En el caso de esta ley, el artículo 53 establece las obligaciones de presentar boletas a puestos de elección popular que tengan un mínimo de un 40% de hombres o mujeres y un máximo de un 60%.

Esta postura del 40/60 también se llevó a la recién aprobada Ley de Régimen Electoral. El fallo, según explica Reyes, está en dos palabras: “propuesta nacional”.

Es decir que la idea que tenían las activistas políticas, de ajustar los cargos en cada circunscripción, provincia o municipio, pasó ahora a ser a nivel general.

“Por ejemplo, en la circunscripción #5, un partido pudiera decir de los cinco candidatos a la diputación todos serán hombres y compensar las mujeres en otro lugar o territorio y eso pudiera tener como consecuencia que en lugar donde pudiera perderse, los partidos postularan a las mujeres”, explica.

A pesar de la implementación de estas leyes para la equidad de género la diputada Reyes entiende que obtener un cargo político en el país continúa siendo “difícil con barreras visibles como la falta de espacio y apoyo, e invisibles como el rechazo y menosprecio a las mujeres cuando hacen política”.

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