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Lo que quería cambiar si lograba sobrevivir al cáncer

Domingo Hernández fue entrevistado en el área de Cuidados Paliativos. JORGE CRUZ / LISTÍN DIARIO

Domingo Hernández fue entrevistado en el área de Cuidados Paliativos. JORGE CRUZ / LISTÍN DIARIO

El pronóstico reservado que recibió Domingo Hernández junto al diagnóstico de cáncer de colon con metástasis en el hígado que lo mantuvo postrado durante meses, le hizo repasar una y otra vez el transitar de sus 49 años de existencia como quien observa una película en cámara lenta, porque logró rebobinar su vida desde el principio hasta el final.

El tiempo de internamiento en la cama 2 de la habitación 26 de la Unidad de Cuidados Paliativos del Instituto Oncológico “Dr. Heriberto Pieter” le permitió saber exactamente con cuántos amigos contaba; el gran valor que tiene la familia; los errores que cometió en el pasado; las decisiones tomadas que quiso cambiar, y el tiempo que desperdició con personas que entonces vio como tóxicas.

Entrevista que concedió a LISTÍN DIARIO, expuso que su trabajo de para legal d e una oficina de abogados, más otros trabajos particulares de “picoteo” que realizaba, convertían su vida en un verdadero “trajín”, durando incluso meses comiendo en un barrio diferente cada día.

En diciembre pasado recibió el diagnóstico luego de someterse a estudios médicos al estar presentando fiebre le envió un aporte desde el extranjero donde vive, otro que desde que lo supo le llevó dos galones de jugo de guanabana, y uno que vino desde La Romana a verlo.

“No es por lo que me mandó, es porque se acordó de mí, porque hay otros que vienen a ver si Domingo se está muriendo, pero el luchar por estar vivo es inherente a todo ser humano”, recalcó.

También logró apreciar el valor de la familia. “La madre de mis hijos me los mandó para que me vieran, eso me alegró, porque superar una enfermedad como ésta depende mucho de tener personas al lado, porque cuando se está acostado llega un momento en que te ves solo y entras en depresión”, añadió.

Dijo que ante la situación en que se encuentraba el arrepentirse por el pasado no era la decisión, sino el proponerse cambiar la forma de vida. “No es lamentarse, sino remediar. Esa película que pasa por la cabeza de uno es difícil, porque al final tú analizas y te das cuenta el tiempo que desperdiciaste con muchas personas que podemos llamar tóxicas”, indicó.

Hace un tiempo había retomado los estudios para terminar la carrera de abogado, en el Instituto Nacional de Ciencias Exactas, pero con la enfermedad suspendió el cuatrimestre.

Lo que lamentaba Lamentó no haber estado en la vida cristiana desde antes; porque si algo pudo haber cambiado era estar con la madre de sus hijos y con sus vástagos pequeños, ya que estaban separados.sensación de llenura, abultamiento del vient r e , h i n c h a z ó n e n l o s pies y una rápida pérdida de peso.

Visita al médico “Usted sabe que los pobres no vamos al médico a menos que no estemos muy malos”, dijo mientras compartía su experiencia con LISTÍN DIARIO. Contó que cuando fue ingresado tenía muy pocas perspectivas de vida, su pronóstico era reservado, por lo que puso su recuperación en manos de Dios. El día anterior a esta entrevista realizada en el hospital, los médicos le habían visto mejoría y le invitaron a “echar el pleito” y a luchar juntos contra el cáncer, lo que le reanimó.

Dijo que asumió la enfermedad sin desesperarse, ya que en mayo pasado había tomado la decisión de entrar al cristianismo. Era el padre de cinco hijos, dos adultos, dos adolescentes y el más pequeño tiene ocho años, por lo que tenía la firme decisión de luchar hasta el último momento. “Nunca tiro la toalla, yo tengo un niño de ocho años que tengo que luchar por él”, exclamó.

Muchos se alejaron Confesó que fue un “romero” de primera (bebedor de ron) y que en sus andanzas tuvo mucha gente a su alrededor, pero que en la cama vio a amigos alejarse y darle la espalda, pero a otros agarrarle la mano y bajar con él todo el camino.

Su voz se entrecortaba al citar el caso de uno que tenía más de 10 años sin comunicarse y que al enterarse de su situación de salud

Vecino fiel. Domingo tiene la suerte de tener a su lado a su amigo Eliseo Padilla, un vecino que acude diariamente al hospital a cuidarlo y lo mismo hace cuando está en la casa. “Ese es un amigo valioso, que aparte de cuidarme, me aguanta, porque yo soy difícil”, confiesa.

2,700 pacientes. El Instituto Oncológico recibe entre 2,700 a 3,000 pacientes nuevos cada año, de los cuales cerca del 50% presenta cáncer, siendo los más frecuentes el de mama, próstata y cérvicouterino.

Cuidados paliativos. En tratamientos de cuidados paliativos la institución invierte entre cuatro y cinco millones de pesos mensuales.