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PANORAMA POLÍTICO

El Presidente muestra frustración en declaración sobre seguridad interna

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Guarionex Rosa | ANALISTA POLÍTICOSanto Domingo

Las inusuales declaraciones del presidente Medina sobre el tema de la seguridad interna del Estado dominicano, traducen la frustración por la falta de seguimiento y controles del narcotráfico que en los últimos tiempos luce desbordado.

Medina ha sido renuente a dar declaraciones sobre casi cualquier tema, excepto cuando va semanalmente a las visitas sorpresa en los campos del país. Sus comentarios, luego de recibir las credenciales de seis nuevos embajadores, se adelantó a un reclamo nacional.

Los funcionarios de la Policía Nacional y de la seguridad del Estado al parecer han estado jugando al tiempo con el caso del narcotráfico, mientras las instituciones lucen demasiado infiltradas como ahora lo reconoce Medina.

Se cuentan por muchos los casos de delincuentes y narcotraficantes que han burlado a las autoridades y también la acción de la justicia. La respuesta que han dado los jefes militares y policiales sobre el desbordamiento de la delincuencia y el narcotráfico han sido vacías.

La inoperancia de los organismos encargados de combatir esos flagelos y la puesta en escena de capítulos de que nada está pasando, de que había más criminalidad antes, de que se combate el narcotráfico y los delitos relacionados, ha sido la constante en tiempos recientes.

Algo que no dijo el presidente Medina es que la solución del problema en sentido general y la persecución del narcotráfico en particular, no se le puede atribuir al Palacio Nacional, pero las señales que se dan es que la seguridad ha estado muy indiferente.

Las cosas han ido bien para Medina porque tiene el dominio de la política, el buen manejo de la economía por el Banco Central, ha dinamizado las relaciones exteriores aunque sea asumiendo el truño de Estados Unidos y el país en sentido general ha estado calmado.

Cuello blanco y franelas Que el Presidente haya dicho que personas de cuello blanco están involucradas en el narcotráfico es al parecer una verdad amarga con la cual ha convivido el régimen, ya que en la calle se dice y se mencionan nombres de personajes del clientelismo narcotraficante.

Los de franelas sucias aparecen todos los días, cada vez que las autoridades hacen allanamientos en sitios conocidos, que mucha gente en las comunidades y en los barrios ya han identificado pero que los llamados a poner el orden ignoran. Franelas sucias son los muertos en intercambios.

Fue algo escandaloso lo ocurrido en Baní la semana pasada cuando un coronel de la Policía fue asesinado alrededor de un punto de drogas. La actuación de la autoridad fue al parecer lenta, lo que dejó un mal sabor entre los ciudadanos que vieron el caso como extraño.

La investigación realmente se inició cuando el “hermano” del dueño del punto de drogas donde murió el coronel, admitió ante el asombro general, que la droga se comercializaba en Baní como en el mercado y que el caso se debió a luchas internas por los puntos de drogas.

Se trataba de un gañán de franela sucia como la mayoría de los activistas de puntos de drogas, que se burló en la cara de las autoridades, fue detenido y llevado a su casa protegido por la Policía. El juicio a su supuesto hermano podría ser un bombazo en revelaciones.

Al general Juan Brown, un aspirante eterno a la dirección de la Policía le cayó parte del sucio doblemente, por su declaración de que lamentó que agarraran vivo al dueño del punto y por haber permitido que tales desmanes ocurrieran en su sitio de comando.

A dos días de las declaraciones del supuesto hermano del propietario del punto de drogas llamado Buche, el alegado hermano, fue llamado a interrogatorio al solicitarlo públicamente el ministro de Interior, Monchi Fadul, responsable de la seguridad interior.

Ahora se pide con urgencia acción de las autoridades cuando hace tiempo que el senador Wilton Guerrero denunció en el Senado y en la calle que Baní estaba lleno de drogas narcóticas y que existían muchos puntos de drogas que las autoridades no perseguían.

Muchos dominicanos creen que el problema ya no tiene solución, a menos que los Estados Unidos, el principal consumidor de los narcóticos que pasan en tránsito desde Colombia, contribuyan a fortalecer con equipos y asesoría a la parte dominicana.

El ejemplo de Jamaica La RD podría muy bien escoger una decisión dramática como hizo Jamaica en el 2010 cuando sus fuerzas militares y policiales atacaron el bastión de Christopher Cooke, Dudus, con un saldo de entre 60 y 70 muertos, la mayoría civiles y solamente tres policías.

Dudus, bien enraizado en las barriadas pobres donde hacía de Robin Hood, logró escapar del primer intento de las autoridades, aunque tiempo después fue apresado y enviado a los Estados Unidos donde en 2012 se le condenó a 23 años de prisión que ahora cumple.

El entonces poderoso narcotraficante seguía así la suerte de su padre, Jim Brown, antiguo zar de las drogas en Jamaica y quien murió durante un incendio en la prisión de Kinston, la capital jamaiquina mientras esperaba su expulsión a Norteamérica.

Jamaica ha estado mucho más tranquila desde esa época aunque su afamada marihuana “ganja” sigue cosechándose en las altas planicies de la isla montañosa cerca de Haití. Ahora los turistas adictos van en excursiones a los sembradíos como los aficionados vinícolas a Napa y Sonoma, en California, donde pueden tener degustaciones.

En varios análisis mucho tiempo atrás se señaló el peligro de que la República Dominicana, por razones del interés norteamericano, acogiera a los enemigos del régimen del presidente Aristide, en Haití, entre ellos el nombrado Guy Philippe, ahora preso en EE.UU.

Philippe, “señor de la guerra” fue un opositor a muerte del presidente Aristide (2001-2004), y había buscado refugio en la República Dominicana. Acunado por los servicios de seguridad de RD, lanzó una invasión hacia Haití en 2004, previniendo que sería arrestado al llegar al poder el electo presidente dominicano, Leonel Fernández.

Las tropelías de Philippe se incrementaron, los gobiernos de Haití tenían que contar con sus propósitos; dirigió turbas y se postuló y ganó una curul a senador por Los Cayos en las elecciones celebradas en Haití en 2016, lo que alarmó a Norteamérica.

Los Estados Unidos mandó un comando a capturar a Philippe justo antes de que jurara como senador a principios de 2017 y lo entregó a los marshall en Miami para ser procesado en los tribunales por drogas. La condena que se le dio fue benigna dadas sus tropelías.

A Estados Unidos no le importaba que durante su jefatura de la Policía en Cabo Haitiano y en Puerto Príncipe, y más allá, causó la muerte de decenas de haitianos que se oponían a su divisa menor de revivir el ejército del ex presidente Francois Duvalier.

El año pasado los marshall se presentaron en el aeropuerto de Puerto Príncipe para arrestar a dos sobrinos del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, agarrados in fraganti cuando descendían de un avión cargado de drogas. Sin mediación de juez ni nada, fueron deportados New York donde esperan juicio.

La agencia de noticias inglesa Reuters publicó una investigación en el 2014 según la cual “el narcotráfico se ha diseminado por Venezuela, convirtiéndola en la nueva alternativa para exportar cocaína sudamericana hacia los Estados Unidos y Europa”

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