La República

UNA METRÓPOLIS ENFERMA

Sin canchas, sin clubes y escasos parques

Los barrios de aquí, en su mayoría marginados, están asentados unos en zonas altas donde el servicio de agua potable no llega y otros en espacios tan bajos, cerca de ríos, cañadas y arroyos, que desde que llueve se inundan.

Aquí proliferan las bancas de apuestas, los colmadones, los centros cerveceros, los ruidos exagerados y los niños siempre están jugando o caminando solos por las calles.

En este municipio escasean los espacios de aprendizaje cultural, las canchas, clubes recreativos y deportivos, los cuales son el anhelo de su gente, mientras la juventud ve pasar los días amontonada en las esquinas, esperando empleos o un cliente que necesite sus servicios de motoconcho.

Los espacios públicos aquí son para el uso del comercio informal, situación que afecta tanto la circulación vial como peatonal, porque no se discrimina ningún espacio para convertirlo en un mercado de comestibles o de ropa usada. Es que esta demarcación carece de un mercado municipal que permita a sus pobladores abastecerse de frutos frescos y baratos.

Uno de los puntos más neurálgicos es la esquina conocida como “Pintura”, donde numerosos buhoneros ocuparon las aceras con casetas fijas y ofertan todo tipo de comestibles y mercancías diversas. Los rubros agrícolas son colocados en la calzada y los peatones tienen que caminar caminar por la vía pública, lo que convierte en más caótica la situación.

Santo Domingo Oeste fue creado en el año 2001, a través de Ley 163-01, fruto de la división de la provincia Santo Domingo del Distrito Nacional.

Pero sus habitantes enfrentan otras dificultades, entre las que se destacan un deficiente servicio de agua potable, falta de escuelas, los prolongados apagones y la delincuencia, un verdadero “dolor de cabeza” para sus habitantes.

También los embarazos en adolescentes y la falta de viviendas, lo que ocasiona que cualquier pedacito de tierra sea convertido en una casa maltrecha, numerosas cañadas receptoras de desechos sólidos y barrios amenazados por el río Haina y sus afluentes.

Piden escuela En la comunidad Bienvenido, de Manoguayabo, la principal preocupación que expusieron sus habitantes es la falta de una escuela, pues a la fecha hay decenas de niños de primaria y jóvenes del bachillerato que no han podido inscribirse por falta de cupo.

Hay dos planteles educativos, uno de tanda extendida que ya no le cabe un estudiante más y el segundo amerita reparación y tampoco tiene espacio para más alumnos, por lo que los dirigentes comunitarios pidieron al ministro de Educación, Andrés Navarro, que alquile un local para garantizar que todos los niños puedan ir a clases este año.

La señora Esperanza Berroa informó que la escuela Ercilia Pepín está en estado de deterioro, pero que aún en esas condiciones trabajará el presente año escolar.

Este municipio tampoco tiene un cementerio municipal y apenas cuenta con dos cuarteles de bomberos, aunque las normas universales, de acuerdo con la Asociación Nacional de Protección contra el Fuego, establecen que en toda ciudad debe haber una estación en un perímetro de 10 kilómetros cuadrados.

El principal sistema de transporte que impera hacia el interior de los barrios es el motoconcho y la migración haitiana se ha incrementado considerablemente.

Bondades En este territorio está ubicada la primera facultad de agronomía y veterinaria del país, que pertenece a la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). También operan la Universidad Federico Henríquez y Carvajal, la Universidad Odontológica y la Universidad Tecnológica de Santiago (Utesa).

Aquí también funciona uno de los clubes más prestigiosos del país, Country Club, el cuartel general de Operaciones Especiales de la Policía Nacional, el recinto de la primera brigada del Ejército Nacional y cerca de 500 empresas e industrias repartidas en la Zona Industrial de Herrera, Manoguayabo, polígono industrial Duarte, el puerto de Haina oriental, tres estaciones de peaje, la zona franca de Hato Nuevo, el puerto de Haina Oriental, las sucursales de los principales Bancos Comerciales y varias plazas comerciales.

El municipio cuenta con un hospital regional, el Maercelino Vélez, así como los hospitales de Las Caobas y Engombe.

Como atractivo exhibe las Ruinas de Engombe, que data del año 1533 y el palacio de Palavé del siglo XVI, pero para un turista interno o externo llegar a ellas, implica lidiar con un tránsito vehicular “anudado” y atravesando vías que por demás están en progresivo estado de deterioro.

EL MAL CRECE El barrios como el ensanche Altagracia de Herrera, El Café y Engombe, entre otros, continúa la construcción de casuchas en solares cercanos a la cañada de Guajimía y el río Haina, actividad que se ve desde la autopista Seis de Noviembre y otras vías principales, pero no hay una autoridad que impida que estas personas sigan formando cordones de miseria.

SEMI URBANO Los barrios parecen panales de abeja, porque las casas están “sembradas” una pegada de la otra, aunque todavía quedan zonas semi urbanizadas, entre las que se destacan las comunidades Caballona, Bienvenido de Manogiayabo, Palavé, Hato Nuevo de Maniguayabo y Bayona, en donde la gente tiene un modo de vida parecido al de cualquier pueblo del interior del país.

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