“Ya no hay pasajeros, esta ruta se cayó”: el grito de los choferes de la San Vicente de Paul

“Ya no hay pasajeros, esta ruta prácticamente se cayó”, es la frase que de manera afligida y con notoria congoja expresan choferes de la ruta San Vicente de Paul hasta el kilómetro 9 de la Autopista Duarte, indicaron su sentir entorno a la puesta en marcha de la Línea 2B del Metro de Santo Domingo, lo que ha provocado que sus ingresos diarios hayan caído en picada, es por ello, que instan a las autoridades competentes tomar medidas ante esta problemática.

De acuerdo a José Manuel de la Rosa, un conductor de la Zona Oriental y quien lleva 15 años en esa ruta, dice que antes de que esas cuatro estaciones estuvieran vigentes, producía alrededor de tres mil pesos diarios y que ahora, en cambio, solo el oficio cada día le genera mil 500 pesos a lo que debe restarle el gasto del gas licuado de petróleo y egresos personales.

Pondera que esa situación está afectando la economía familiar de aquellos que trabajan esos tramos, afirma que cada galón de gas está a 123 pesos y que sus ingresos son míseros para poder costear todo lo que conlleva su trabajo y sus demandas individuales.

Para Severino Calzado, un chofer del transporte interurbano, quien tiene 6 meses, “ganándose la vida” en esa parada frente a Megacentro, a las 11 de la mañana de cada día, ya lograba tener en sus bolsillos la cantidad mil pesos, sin embargo, ahora solo logra producir para esa hora un monto cercano a los 350 pesos.

De acuerdo a su relato, este viernes solo logró completar la cifra de ayer de mil 200 pesos, en una vuelta completa. “Ahora uno está en aire, no está consiguiendo ni para la comida”, manifestó.

Según Doris Cabrera, “el control” de esa ruta, era asiduo a realizar actos delictivos para mantener a su familia y que para restablecer su vida se vio en la necesidad de recurrir a ese trabajo. Resalta que están allí, en busca de sustento y en busca de un medio para poder sobrevivir. Puntualiza que antes para “llenar un vehículo público” tardaban solo cinco minutos y que en la actualidad tardan cerca de 40 minutos en espera de los posibles pasajeros.

“A veces hacemos 700 y 800 pesos diarios depende como este la situación, cuando el día está bueno uno hace mil o mil cien, pero tiene que invertir 600 o 700 pesos en combustible”, indicaron.

De su lado, Juan Carlos Guerrero, dice que hemos perdido muchos pasajeros, y que en los siete años que tiene trabajando, nunca había experimentado tan considerable descenso de sus ingresos a lo que añade el alto costo de los combustibles. Declara que si los cambiaran de ruta fuera ideal para restablecerse, pero que hasta el momento no han recibido ningún tipo de respuestas.

Detalla que antes en un solo trayecto se montaban 15 pasajeros y que ahora no llega ni a cinco. Diario, “la tarifa bajo, 800 y mil pesos, nos cobran 250 diario, los controles y cada semana tenemos que pagar 500, eso cobran los sindicalistas”.

Pasajeros

Para los pocos que optan por utilizar los servicios de “carritos de concho” y “guaguas públicas”, es por el mero hecho de la distancia entre su residencia y las nuevas cuatro estaciones.

“Lo que pasa que la estación del metro me queda un poquito retirada y yo prefiero a través de este transporte porque es más fácil para mí, realmente por la ubicación”, expresa Josefina Mora, residente del Ensanche Luperón y quien tiene tres años usando este tipo de servicio de desplazamiento.

Asimismo, se encuentra Eddy García, morador de la zona del Ensanche Espaillat, el mismo pondera que tiene ocho años utilizando carritos públicos debido a la larga distancia existente desde su casa hasta la estación Concepción Bona.