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UNA METRÓPOLIS ENFERMA

Santo Domingo, una ciudad estresante

La vida en la ciudad causa estrés. Y si en la ciudad imperan problemas como el caos y la deficiencia en los servicios básicos, del modo en que sucede en el Gran Santo Domingo, el riesgo aumenta.

“Vivir en una ciudad como Santo Domingo nos predispone a envolvernos en emociones negativas debido a la cantidad de estresores que se disparan cada minuto”, afirma el psicólogo y autor Pedro Acosta.

Desorden en el tránsito, falta de estacionamientos, aceras deterioradas u ocupadas por negocios y vehículos de motor, contaminación acústica y visual, hacinamiento, acumulación de basura, calles inseguras y mal iluminadas, espacios verdes limitados, falta de accesibilidad para personas con discapacidades físicas… la lista de dificultades que enfrentan los habitantes del Distrito Nacional y la provincia Santo Domingo es extensa.

Y aunque sobre los sectores con menos recursos recae gran presión, quienes viven en torres con todas las comodidades de la vida moderna no se libran del agobio, ya que en algún momento deben salir a enfrentarse al tránsito de la ciudad.

El estrés impacta la salud física El estrés y las emociones negativas que se derivan de residir o pasar la mayor parte del día en una metrópolis “enferma” inciden en la salud física.

“Las emociones negativas, mantenidas durante largo tiempo, terminan haciendo colapsar el sistema energético que se manifiesta en el cuerpo físico a través de las llamadas enfermedades psicosomáticas, o sea, aquellas producidas en el cuerpo por la mente”, explica Acosta.

Además, el estrés inhibe la glándula timo, donde se generan las principales defensas del sistema inmunológico. Y un cuerpo sin defensas es vulnerable a cualquier agente agresor que aparezca, ya sea un virus, una bacteria, un hongo o cualquier otro.

“El estrés, si bien no se considera en sí mismo como una enfermedad, está detrás de todas las enfermedades —advierte el profesional—. Incluso enfermedades con un componente genético como la diabetes, la hipertensión, la depresión o el cáncer, sabemos que tienen mayor probabilidad de aparecer cuando la persona está sometida a una situación de estrés excesivo”.

Un problema de salud pública E l ser humano necesita espacios públicos ordenados y seguros para desarrollarse de forma plena. Cuando una ciudad no les garantiza a sus habitantes las condiciones mínimas de orden, seguridad y servicios básicos, estos sufren de estrés, una forma de tensión que se ha vuelto, en opinión de la psicóloga María Estel Camacho, “un grave problema psicológico”.

“El movimiento físico y social libre, seguro y controlable en las ciudades es de vital importancia para la realización personal y satisfacer las necesidades de tener disponibilidad de estudios, de empleo y diversión sin que cause un dolor, un gasto de energía psicológica o económica mayor al de sus capacidades”, explica la directora de la Escuela de Psicología de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

El estrés puede expresar con síntomas como palpitaciones, sudoración, inquietud, acortamiento de la respiración, emociones negativas y cansancio. Se desencadena por estímulos externos que el individuo percibe como una amenaza; sin embargo, no obedece únicamente a causas externas. También influyen en su aparición conflictos internos y experiencias negativas del pasado.

“En el ser humano, además de las condiciones físicas de las calles, el estrés aumenta porque en particular en los seres humanos, el conflicto interior, las emociones negativas vividas, el tipo de pensamiento, el razonamiento individual ante un hecho social, de convivencia, de interacción, son la causa principal y más frecuente de la activación de la reacción de estrés”, argumenta Camacho.

Entonces, un individuo con problemas personales que, para colmo, deba enfrentarse a una ciudad caótica se sentirá fácilmente agobiado.

A lo anterior, y como resultado del aumento en los índices de criminalidad, hay que añadir sentimientos de temor, ansiedad, ira e impotencia.

Las ciudades de por sí estresan El estrés no es un mal exclusivo de Santo Domingo. Residir en zonas urbanas, en contraste con la vida en el campo, genera este tipo de respuesta, que se convierte en un problema cuando sobrepasa el nivel que los profesionales de la conducta consideran adecuado.

Pero ¿por qué vivir en urbes atenta contra el equilibrio emocional al punto de que los estudiosos han acuñado el concepto de “estrés urbano”? De acuerdo con Pedro Acosta, la raíz del problema radica en que los entornos urbanos alejan al ser humano de lo natural (estudios han mostrado que vivir en contacto con la naturaleza impacta de forma positiva la salud mental, ayuda a contrarrestar el estrés y mejora el funcionamiento cognitivo).

Al mismo tiempo, las ciudades hacen que la gente viva muy deprisa. “Se compite por todo y aparecen demandas que no siempre podemos satisfacer”.

El autor del libro “Controlando el estrés” señala que en la ciudad abundan los estresores (estímulos generadores de estrés) y “llega un momento en que nos cargamos tanto, que no podemos manejarnos y corremos el riesgo de colapsar”.

Inestabilidad puede llevar a respuestas violentas Camacho lamenta que las emociones negativas asociadas a las necesidades insatisfechas llevan a los habitantes de la ciudad de Santo Domingo y sus alrededores a buscar “soluciones psicológicamente inaceptables e individualmente perjudiciales”.

El estrés desencadena una serie de reacciones que pueden degenerar en respuestas violentas y en agresiones, porque hace que la persona se vuelva “incontrolable e inestable psicológicamente”.

A decir de la psicóloga y autora del libro “Origen psicológico de la personalidad violenta”, el estrés se ha convertido en “un problema del Estado, de las instituciones educativas y de salud pública”.

Aparte de trabajar para dar solución al conjunto de problemáticas que “enferman” al Gran Santo Domingo, para manejar este mal —en opinión de Camacho— se necesitan programas que enseñen a los ciudadanos a desarrollar estrategias de conducta individual y social para la solución de conflictos.

El tránsito: importante fuente de tensión El primer Informe Domino’s de Movilidad y Educación Vial, realizado en el 2016 como parte la iniciativa RD Fluye, determinó que el 47 % de los conductores del Gran Santo Domingo se sentía siempre o a menudo estresado al manejar. De hecho, el mismo porcentaje indicó que alguna vez había discutido con motivo del tránsito. Cuando se les preguntó en qué medida el tráfico de la ciudad les causaba enojo, enfado o mal humor, el 59.8 % dijo que mucho o bastante. El 83.4 % de los entrevistados consideró que el tránsito afectaba su salud.

El informe completo se encuentra disponible en https://rdfluye.do/wp-content/themes/rdfluye/_assets/documentos/Informe_Movilidad.pdf

El ruido causa irritabilidad La contaminación acústica (resultado de factores como la música alta de los centros de diversión, el tránsito pesado y la actividad industrial) tiene efectos nocivos en la salud física, pero también en el estado psicológico y emocional.

Aparte de la pérdida de audición y de la aparición de acúfenos, según la Organización Mundial de la Salud, la exposición al ruido ambiental perturba el sueño (y se sabe que el descanso inapropiado tiene consecuencias negativas para la salud general) y causa irritabilidad y cambios en el comportamiento social.

La contaminación sonora, además, afecta el rendimiento laboral y escolar e, incluso, la salud cardiovascular.

Recomendaciones personales Múltiples medidas ayudan a liberar el estrés, pero, según Pedro Acosta, lo más importante es aprender a tranquilizar la mente. El psicólogo propone prácticas como el mindfulness (atención plena), metodología que hace referencia a vivir con la atención puesta en el momento presente con aceptación.

Aparte de eso los ciudadanos pueden cuidar su alimentación, hacer ejercicio, descansar lo necesario, divertirse de manera sana (preferiblemente saliendo de la ciudad), hacer encuentros familiares y tener una forma de vida basada en valores que fomente la ética y el bienestar humano.

OPINIONES “El estrés, si bien no se considera en sí mismo como una enfermedad, está detrás de todas las enfermedades”.

Pedro Acosta, psicólogo “El movimiento físico y social libre, seguro y controlable en las ciudades es vital para la realización personal”.

María Estel Camacho, psicóloga

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