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La herencia del dolor

Familias han quedado estresadas

El psiquiatra José Miguel Gómez considera que los familiares de las víctimas de la dictadura vivieron el miedo, el terror, la intimidación, la persecución y el acoso que les provocó primero un estrés agudo y luego una paranoia social que los llevó a vivir en una zozobra permanente.

“No sabían si el servicio de la casa era del SIM (Servicio de Inteligencia Militar), si el que lo iba a visitar fue que lo enviaron, si alguien que les hizo una pregunta en la iglesia buscaba una información; en definitiva, de vivir creyendo y sospechando las 24 horas del día que en cualquier momento las garras de la dictadura podía dar con ellos”, indicó.

El psiquiatra dijo que ha conversado con personas que se sintieron impotentes cuando mujeres de sus familias fueron acosadas, raptadas y violadas por el propio Trujillo y miembros de su clan.

“Porque se quiso vender mucho la historia de que en República Dominicana las familias todas querían entregarles sus hijas al jefe o eran felices porque el jefe poseía una hija, y no, esas familias dominicanas tenían su valor y el respeto con sus hijas”, agregó.

Gómez indicó que Trujillo era un psicópata y antisocial que cometió todo tipo de perversidades sin arrepentimiento, sin vergüenza, sin resaca moral y sin miedo. “También intimidó, dividió, chantajeó, compró, desintegró y les sembró el terror a familias”, agregó.

Nombrar a una persona desafecta a su régimen dictatorial fue otra manera que encontró Trujillo de humillar y denigrar a las familias –puntualizó Gómez-, quien precisó que a otras las dejó proscritas de cualquier actividad social, educativa, profesional y económica.

El experto dijo que se trata de familias y un país marcados para siempre por la dictadura, las víctimas con un cerebro dañado por las atrocidades del sátrapa y quienes se favorecieron del régimen con una identificación que lo convirtió en el hombre ideal para gobernar este tipo de sociedad.

“Eso llevó a Trujillo a ser el concepto del símbolo, del mito, de la necesidad y validación social, a tal punto que al día de hoy todavía hay dominicanos que dice que debería venir un Trujillo y que esto solo lo arregla Trujillo”, añadió.

Gómez, expresidente de la Sociedad Dominicana de Psiquiatría, lamentó que el ajusticiamiento de Trujillo no haya sido el resultado de una respuesta política, sino más bien una reacción emocional a vejámenes cometidos por el dictador contra allegados a los conjurados, ya que eso provocó que no existiera luego del magnicidio un proyecto de nación diferente al régimen que encabezó el tirano.

Estimó que vivir sin odio y perdonar es la mejor manera de curar las heridas que dejó el régimen en familiares de las víctimas, aunque reconoció que en República Dominicana, a diferencia de otros países latinoamericanos que también padecieron férreas dictaduras, el anhelo de justicia de los afectados no ha sido saciado.

“Balaguer que le había servido y era parte de la dictadura, le fue dando el compás de espera y disolvió toda esa esperanza y se quedó un país y muchas familias atrapados entre la desesperanza y desmoralización, que es lo peor que le puede pasar a un ser humano”, refirió.

Permanente persecución

La sicóloga Heidy Camilo, especialista del Centro Vida y Familia Ana Simó, considera que los asesinatos, torturas y desapariciones durante la dictadura de Trujillo y los doce años de Balaguer afectan todo el entorno familiar.

Refirió que hostigar y aterrorizar a los familiares fue un recurso usado por la dictadura de Trujillo para contener a los que estuvieron involucrados en la resistencia contra su régimen despótico.

Explicó que la secuela más común en las víctimas y sus familiares es el estrés post trauma, un trastorno de la ansiedad en su máxima expresión que puede provocar pesadillas, insomnio, sensación de persecución y angustia cuando alguna situación se parece a la que vivieron.

“Estos familiares van a vivir en un estado permanente de persecución, aunque haya terminado la pesadilla o el terror a que fueron sometidas”, indicó la especialista, quien precisó que algunos incluso llegan a desarrollar mecanismos de defensa tipo paranoide.

“La persona tiende a experimentar la sensación de que la están persiguiendo. Muchos te pueden decir que cuando veían un cepillo, un carro (Volkswagen) que se usaba para esa época, tenían la sensación de que los estaban siguiendo, aunque no necesariamente tenía que ser algún miembro de la inteligencia secreta de Trujillo”, añadió.

Camilo advirtió que la sensación de sentirse perseguidos se puede quedar en el sistema familiar, especialmente entre los parientes más cercanos de las víctimas de la dictadura.

La especialista indicó que el acoso psicológico, incluida la vigilancia permanente, incursionar en los patios de las casas y apuntar con un reflector hacia las viviendas, es lo que más secuelas y daños dejan en las personas porque dañan la estructura psicológica del ser humano. “Estos acosos no eran contra quien estaba oponiéndose a la tiranía, sino contra los familiares, porque ¿qué es lo que más daña a un ser humano? Cuando a alguien a quien yo amo le están haciendo daño. Es un método coercitivo con implicación psicológica, porque es lastimar a quien tú quieres, para que tú hagas algo que yo quiero o dejes de hacer algo”, añadió.

Camilo explicó que contrario al miedo, una respuesta biológica innata y saludable del cuerpo, cuando se habla del terror y el pánico que sembró la tiranía en familiares de personas asesinadas, apresadas, torturadas y desaparecidas, se quedan alojados en la estructura psicológica.

“Estas situaciones de torturas, acoso, de persecución son asociadas al miedo extremo, al pánico, se fijan en la amígdala cerebral y aún a pesar de haber pasado los años, una situación que se parezca desata el miedo”, refirió.

Desaparecidos

Gómez y Camilo coindicen en que la situación ha sido peor para familiares de desaparecidos porque se quedaron viviendo un duelo irresuelto, patológico y complicado porque no pudieron enterrar a sus seres queridos y evacuar su sufrimiento.

Muchas familias –precisó Gómez- tuvieron que callar su pena, angustia, dolor, ira y rabia, además de que han padecido por largo tiempo depresión, trastorno de ansiedad, fobia social y el estrés postraumático fruto del acoso moral, sexual, político y económico de la dictadura.

Mientras, Camilo refirió que en el caso de los desaparecidos el trauma es mayor porque existe un ciclo de duelo que no se ha cerrado. “Esto significa que cuando yo pierdo un ser querido yo hago el ritual del funeral y el entierro. Nuestro país es muy apegado a los rituales, vamos, los lloramos, ponemos el altar, las flores, y existe un pedazo de tierra donde llorar el muerto”, agregó.

Plantea que con respecto a los desparecidos solo existe “un saber cognitivo” de que ya no está, pero en el recuerdo no existe el cierre de llorar a un muerto y enterrarlo aunque sea de manera simbólica.

Consideró que un monumento en honor a los desaparecidos, como plantean familiares de las víctimas, sería una manera de cerrar ese duelo, porque tendrían un espacio a la memoria de sus familiares.

Los profesionales de la conducta suelen trabajar con la memoria traumática para ayudar a estas personas a sacar todo lo que vivieron, comunicarlo y lograr el camino de ser entendido.

Trabajan incluso con la insatisfacción, debido a que el sacrificio del familiar no ha encontrado la justicia esperada y en el perdón hacia el pariente que abandonó a la familia para abrazar una causa patriótica.

“Cómo decirle por ejemplo a una niña de diez años, mira tu padre no te pudo criar porque lo mataron durante la tiranía de Trujillo. Ella entiende que su papá se dio a una causa mayor, o sea, no se quedó conmigo, no me acompañó en mis 15 años, no me llevó a la fiesta de graduación del bachiller”, precisó Camilo sobre esa sensación de abandono porque el familiar puso en primer plano su compromiso con la patria.

A su juicio, los hijos de héroes y mártires sufren más que sus padres porque arrastran un legado que les obliga a ser perfectos ante la sociedad y terminan hasta perdiendo su propia identidad, mucho más si llevan el mismo nombre.

Cree que es imposible olvidar o borrar un dolor de esa magnitud.

Trujillo visto por el

psiquiatra y la sicóloga

Gómez, quien publicó el mes pasado la tercera edición de su libro “Trujillo visto por un psiquiatra”, dijo que el dictador fue una persona con rasgos obsesivos, como la meticulosidad, limpieza, orden extremo, planificación y psicorrigidez en la personalidad.

También era paranoide, supersticioso, narcisista, desconfiado, insatisfecho, corrupto y con una personalidad dañada.

“Trujillo tenía un trastorno de personalidad, cumplía todos los criterios de la psicopatía, la gente no podía entender eso, como un hombre podía mandar a asesinar y luego presentarse fríamente a darle el pésame a los familiares”, añadió.

Consideró que todos esos cambios son propios de una persona fría, distante y poco afectiva, con la ausencia de arrepentimiento, de vergüenza y de culpa.

“Terminó como todos los psicópatas, porque todos los psicópatas terminan en dos sitios: en la cárcel o en el cementerio, y él terminó en el cementerio”, indicó Gómez.

Sobre Trujillo y quienes practicaron tan horribles torturas, la sicóloga Camilo entiende que son sociópatas sin ningún tipo de remordimiento por sus hechos y, por el contrario, pueden hasta disfrutar la sensación de supremacía sobre los torturados.

“No es una enfermedad. Es un trastorno de la personalidad, un patrón conductual que les acompaña toda la vida, aunque no pueden repetir esos hechos ahora porque algunos están en la tercera edad, pero son personas que no tienen remordimiento emocional”, añadió.

Camilo entiende que jóvenes en la actualidad añoran la vuelta a una dictadura como la de Trujillo porque ignoran que se llevó la crueldad a su máxima expresión bajo la dirección de un hombre.

Sugirió transmitir historias humanas a esa juventud que solo tiene una visión superficial y referencias cognitivas de esa época. “Lamentablemente nuestro país ha sido educado para entender que solo es posible el orden, el control y el respeto a las leyes a través de la violencia”, apostilló.