La República

PRESIDENTES

Poder y corrupción: una mezcla peligrosa

Único. Salvador Jorge Blanco ha sido, hasta hoy, el único presidente dominicano encarcelado con una condena de corrupción.

Tomás Aquino MéndezSanto Domingo

Ver la barba de su vecino arder, no parece haber ayudado a muchos presidentes de América Latina y otras regiones del mundo a dirigir los destinos de sus naciones con pulcritud y honestidad.

Probablemente por haberse producido en una nación pequeña del Caribe, como la nuestra, la cual no llega ni a isla completa,(Haití y República Dominicana) el emblemático caso de Salvador Jorge Blanco no llegó a los oídos de sus colegas gobernantes de la región Latinoamericana y otras zonas del mundo.

Acusado de corrupción, y luego de varios intentos por evadir la justicia, Jorge Blanco fue enviado a la cárcel del ensanche la Fe, en noviembre de l988. Luego de su salida del poder en l986, el exmandatrio fue acusado de desfalco y de supuestamente haber avalado compras irregulares para las FF.AA.

a empresas vinculadas con funcionarios de su gobierno.

La querella contra Jorge Blanco fue impulsada por Marino Vinicio Castillo. El acusado y su partido, lo atribuyeron a persecución política del entonces presidente de Joaquín Balaguer.

Tras la caída del presidente dominicano, le siguieron como en cascada, otros gobernantes de la región, hechos que han alarmado a la colectividad latinoamericana y mundial.

El 29 de diciembre de 1992, el mundo fue sorprendido con la noticia de que el presidente Fernando Color de Melo, en Brasil, dimitió antes que enfrentarse a un juicio por corrupción.

Su salida del poder fue refrendada por el Senado de esa nación. Ese período marcó una etapa de inestabilidad en el país, pero el liderazgo político logró una aparente estabilidad, hasta llegar al juicio político contra Dilma Rousseff, y su posterior salida del poder, acusada de manejo irregular de los fondos públicos.

Rousseff fue destituida en un juicio político, acusada de irregularidades que no pasaron de movimientos de fondos de unas cuentas a otras, sin el respaldo oportuno de los congresistas.

El otro hecho escandaloso en Brasil, guarda relación con Luiz Inácio Lula da Silva, a quien muchos definen como el líder latinoamericano más carismático de los últimos tiempos. Hoy todas las encuestas de su país, lo colocan puntero para ganar la presidencia en las elecciones del próximo octubre, pero su prisión impediría su candidatura, aunque la acusación de recibir un apartamento es negada por él y no ha sido documentada. Otro caso de repercusión mundial fue el de Carlos Andrés Pérez, una emblemática y popular figura de Venezuela, con un gran liderazgo y profundas raíces con la Internacional Socialista.

Toda esa relación, sin embargo, no fue suficiente para impedir su salida del poder en mayo de 1993, acusado de malversación de fondos y enriquecimiento ilícito. Su caso llegó hasta el Congreso donde fue destituido. Se exilió en República Dominicana y falleció en Miami, sin poder retornar a su pais Próximo a Venezuela, en Ecuador, en 1997 Adbalá Bucaram, quien se caracterizó por mantener desde el poder un activismo populista, fue destituido el 6 de febrero de 1997, aunque en su caso, no fue sacado de la presidencia por corrupción, a Bucaram se le declaró “incapacitado física y mentalmente para dirigir la nación”.

En ese mismo país, en el año 2005, fue destituido en medio de una gran movilización popular, el presidente Lucio Gutiérrez, acusado de actos de corrupción y de colocar allegados suyos en la Corte Suprema de Justicia.

Para el año 2000, entrando ya en un nuevo siglo y con las redes sociales como soporte a muchas denuncias, los líderes políticos que buscan llegar al poder, no parecen haberse dado cuenta de que sus comportamientos debían ser diferentes y que hay muchos más ojos que los observan y sacan a flote sus actitudes, en cuanto al manejo pulcro y honesto de los recursos puestos en sus manos.

Es así como llegamos a Perú, y nos encontramos con la decisión del Congreso peruano de sacar del poder a Alberto Fujimori, quien tuvo que abandonar la presidencia en el año 2000, bajo el alegado de incapacidad moral permanente. Fujimori evadió la justicia durante varios años, se fue a Japón y luego a Chile, de este último país fue finalmente extraditado y condenado a 25 años.

En este momento cumple prisión domiciliaria, debido a una enfermedad terminal.

Hasta el momento, no solo el expresidente Fujimori ha sido implicado en escándalos de corrupción en esa nación sudamericana, también han sido vinculados con manejos irregulares los expresidentes: Alan García, quien gobernó en dos ocasiones la nación y en este momento sigue siendo investigado por alegada corrupción; Alejandro Toledo, quien huyó del país y a pesar de tener una orden de captura internacional, está residiendo en Estados Unidos; Ollanta Humala, quien se encuentra en prisión junto a su esposa acusado de recibir sobornos de Odebrecht; y, Pedro Pablo Kuczynski, quien renunció recientemente cuando iba a ser enjuiciado por el Congreso como parte de la investigación de los sobornos pagados por Odebercht.

En el Paraguay, en el año 2012, el exsacerdote Fernando Lugo, fue destituido un 22de junio bajo la acusación de “mal desempeño de sus funciones”.

Mientras en Argentina, la expresidente Cristina Fernández, actúal senadora, fue llevada a los tribunales bajo la acusación de “defraudación administrativa”. Su caso está en proceso en los tribunales de esa nación.

Ella se ha declarado inocente.

Dice que es parte de la hostigación y persecución política de parte del gobierno de Mauricio Macri.

En la región Centroamericana, en Guatemala, Otto Pérez Molina fue obligado a renunciar en el año 2015, aunque se produjo una renuncia “voluntaria”, ya que el Parlamento le había despojado de la inmunidad, quedando a un paso de su destitución. No le quedó otro camino que la dimisión. Hoy permanece en prisión.

En Honduras, el expresidente Rafael Callejas, fue acusado de “manejos turbios” mientras ejerció el poder, pero fue favorecido por el Congreso de su país, que emitió una ley mediante la cual se le concedió inmunidad a los expresidentes de esa nación.

Cerca de Honduras, en El Salvador, Elías Antonio Saca, quien gobernó desde 2004 al 2009, ha sido implicado en escándalos de corrupción y malversación de los fondos públicos, ascendentes a cerca de 11 millones de dólares.

También en El Salvador, Mauricio Funes, sucesor de Saca, desde el 2009 hasta el 2014, ha sido vinculado a escándalos de corrupción y específicamente se le acusa de “corrupción y lavado de dinero”.

En Nicaragua, el expresidente Arnoldo Alemán, al salir del poder, fue acusado de corrupción, aunque nunca estuvo tras las rejas, las autoridades judiciales nicaragu¨enses lo conminaron a solo circular durante un tiempo, únicamente en la capital del país, Managua, en lo que se denominó “régimen de libertad ambulatorio”.

En el 2009, su caso fue dejado sin efecto.

Pero no solo de este lado del mundo la corrupción ha sacado del poder a algunos gobernantes. En el año 2000, la ola de destituciones se llevó en Israel al presidente Ezer Weizman, quien fue acusado de evasión fiscal y corrupción. Allá mismo, en Israel, pero en el 2007, también fue obligado a renunciar a la presidencia Moshe Katzav, quien se vio vinculado a un escándalo sexual que no pudo evadir y tuvo que dimitir en medio de un gran escándalo. En Indonesia, acusado de corrupción e incompetencia fue obligado a renunciar Abdurrahman Wahid en el 2001. Uno de los más recientes ha sido el de la presidenta de Corea del Sur, Park Geun-hye, destituida en enero de 2017 y condenada el pasado viernes a 24 años de prisión por corrupción.

OTROS CASOS OCURRIDOS A ESCALA MUNDIAL

En Lituania, Rolandas Paksas, acusado de violaciones graves a la Constitución y faltar al Juramento Constitucional, fue destituido en el 2004.

Mientras que en Alemania también un presidente tuvo que abandonar el gobierno en febrero del 2012, se trata de Christian Wulff, quien fue acusado de corrupción, y llevado a la justicia.

Tras varias visitas a los tribunales, Wullf fue declarado inocente, pero su salida del poder quedó manchada por la corrupción; y aunque lo intentó, no logró su restitución.

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