La República

18 AÑOS MENDIGANDO

El hombre sin manos y casi invidente que de sol a sol mendiga en la San Vicente

Martin AdamesSanto Domingo Este

“Perdí los dos brazos, y casi no veo”. Esa fue la respuesta a reporteros de Listín Diario de Héctor Julio Esterlín Gatón, un señor de 54 años que mendiga de sol a sol en la avenida San Vicente de Paul con Carretera Mella.

Sus lentos pasos y el sudor que recorre su cuerpo delatan el pesar de su cotidiana actividad.

Como otros tantos dominicanos que mendigan en las calles de Santo Domingo, Héctor Julio sobrevive de la solidaridad de quienes transitan por esa intersección y deciden echarle unas monedas en el “jarrito” que porta.

No tiene seguro médico, la cedula la perdió y duerme en una pensión cuando tiene con qué pagarla, los demás días amanece “donde le coja la noche”.

Utiliza los baños públicos de la zona para asearse, y una señora le lleva la comida diariamente, a quien le da parte de lo que recolecta hasta esa hora, se detiene un momento, come la sombra o acera más cercana, y continua su jornada que finaliza a las siete de la noche, según narra.

Su físico delata el drama que padece día a día, la insolación que sufre durante 12 horas diariamente le tiene la piel enrojecida, y pese a que solo tiene 54 años, aparenta de más.

Al cuestionarle sobre sus padecimientos, el señor afirma que no padece ninguna enfermedad y que casi no se enferma, solo que le faltan sus dos brazos porque los perdió al ser electrocutado hace ya 21 años, y que tiene poca visión, debido a que la ha ido perdiendo con el tiempo.

Héctor Julio mendiga desde hace 18 años, debido a que es la única actividad que le permite subsistir.

Pese a su nivel de pobreza, Héctor afirma no recibir ningún tipo de ayuda de ninguna institución.

“Yo no quiero casa, ni mucho menos ir a un asilo, yo solo quiero una ayuda para poder comer”, expresó el señor, al ser cuestionado sobre cómo le gustaría que se le ayudara.

El caso de Héctor, es una muestra de a lo que se dedican muchos que por accidente o tragedia, resultan con alguna parte de su cuerpo maltratada, y no poseen los recursos para obtener una prótesis que les permita seguir siendo útiles y desempeñar sus quehaceres de manera normal.

Una prótesis para quien la necesita, le permite seguir siendo útil y poder obtener el sustento de ellos mismos y de sus familias.

Es competencia del Consejo Nacional de Discapacidad (CONADIS), del Plan Social de la Presidencia, los diferentes departamentos de asistencia social de las instituciones públicas, y a las ONG relacionadas al tema asistir a este tipo de personas.