Sangre en el casino

Esta mujer llego a la salita sudada y agitada, pues en ese momento estaba realizando la labor de limpieza que le correspondía ese día y su descanso consistió en darme una entrevista.

-Cuéntame qué paso contigo. -Tengo 13 años y dos meses presa. Estoy aquí por la Ley 295, la 59-60 de la 295, cómplice de homicidio. Me cantaron 20 años. Me puse un poco triste porque fue por la muerte de mi esposo, con el cual procreé cuatro hijos y me duele mucho porque no los veo. Ellos no quieren saber de mí porque dicen que le maté a su padre. En realidad no fui yo. Fue el taxista que andaba conmigo y que me fue a llevarme a un casino donde él estaba gastando todo el dinero que trabajamos juntos.

¿Por qué fuiste al casino? A reclamarle mi dinero

¿Y el taxista qué tiene que ver en esto? Él realmente no tenía nada que ver. Estaba defendiéndome a mí porque mi esposo me iba a matar. Él me agredió cuando yo le reclame. El chófer ni siquiera está preso. Fue en defensa propia.

¿Qué entiendes por defensa propia? Eso fue defensa propia para mí porque yo estaba siendo perjudicada. Ese hombre me engañó. Me cogió mi dinero. Para mis hijos yo lo matéÖ así fue que lo entendieron. Alguien dijo que yo llamé a la línea de taxis y lo contraté para que lo mate. Pero yo me mantuve con mi versión de que fue un atraco. Inclusive, mi sentencia dice que soy inocente de los hechos que se me imputan por no haber coherencia en mis declaraciones.

-Cuéntame que fue lo que pasó realmente -Yo había llegado de Estados Unidos y había traído un dinero y se desapareció de mi vehículo. Puse una querella. Fui al casino y él estaba jugando. Nos metimos en discusiones, nos salimos para el parqueo. Él me agarró por el pelo. Yo andaba con el taxista que me estaba esperando afuera. Mi esposo le tiró para que no se metiera en eso y él le disparó y lo mató.

¿Cuál era la molestia de su marido? Que lo descubrí.

¿Qué cantidad era? 75 mil dólares.

¿Qué tipo de trabajo hacías? Nosotros teníamos banca de lotería aquí y otras allá. Podíamos traer la misma cantidad de dinero que llevábamos. Éramos un consorcio. Yo trabaja y él cobraba. Yo no quería que mis hijos se criaran sin padre. Por eso aguanté tanto. Así fue que mantuve el hogar.

¿Era violento él. Te maltrataba? Sí, pero no, porque yo no me dejaba, pero los pleitos eran constantes y se fue debilitando la relación. Luego él murió.

¿Qué significado tiene esto en tu vida? Yo me mantuve todo el tiempo llorando y ellos investigándome, pero nunca llegaron a la verdad .... El tío me preguntó: “Y el robo que te hicieron? Yo le contestaba: “ya lo resolví”. Y comenzaron a investigarme, pero no había coherencia en las declaraciones. Lo del atraco era una mentira y la mentira siempre sale a relucir.

¿Cuál fue el decenlace? Nada, me condenaron a 20 años como cómplice. Ellos están conscientes de que fue otra persona, pero como no revelé su nombre me condenaron a mí.

¿Por qué no dijiste quien lo mató en realidad? Él no le tenía rencor. Sólo hacia su trabajo.

¿Cómo fue la discusión entre tú y tú marido? Yo dije muchas cosas cuando estábamos peleando. Le gritaba, lo arañaba. Le dije: “¡Tú me vas a buscar mi dinero!, ¡Desgraciado!, ¡Maldito hombre!.” Cualquiera puede decir que fue planificado pero no fue así. Las cosas se dieron así... Las discusiones no dan nada bueno.

-Qué le podemos decir a quienes están a punto de cometer un homicidio -A las personas que desean cometer un homicidio yo les podría decir que ahora hay muchos medios para ir a quejarse. Hay muchas fiscalías para proteger y que en momentos de ira no tomen decisiones. No tomar la justicia con las manos. Usen el diálogo, cero violencia.

Por el amor de un gay En mi recorrido por la Cárcel Modelo Najayo-Hombres muchos internos, como les llama el nuevo sistema penitenciario, se me acercaron para quejarse de las cosas que entendían que no funcionaban bien en el lugar.

Uno de ellos, quien dijo ser abogado destacado y de una familia adinerada, se quejaba de la escasa variedad del menú de la comida que les servían cada día, y del inmenso calor que hacía en las celdas internas.

Cuando le pregunté por qué estaba preso se quedó mudo. Cuando le doy la espalda, porque ya se había completado mi ciclo de entrevistas pautadas para ese día, y me voy, se me acerca calladamente y me cuenta que tuvo que matar a un gay porque no le quería pagar un “trabajo”.

Lo miro y apenas puedo hacerle una segunda pregunta, ya que se alejó rápido. ¿Por qué lo hiciste realmente?, le pregunté. Y contestó: “Ese pendejo quería que yo lo amara. Él buscaba amor, porque dizque no lo tenía, y yo buscaba dinero. Necesitaba comer. A mí no me gustan los pájaros. Yo estaba en eso por cosas de la vida. Uno a veces no sabe ni por qué lo hace”.

Pero mira cómo son las cosas. Ahora estoy pagando una condena de 30 años. Muchos homosexuales me miran aquí. Parece que tengo algo, no sé. Pero no soy gay.

¡Ah...! Tampoco tengo tanto dinero ni pienso quedarme aquí todo ese tiempo que me echaron. Yo sé que hay que portarse bien y eso estoy haciendo. Estudio y trabajo aquí adentro en lo que me pongan para pagar mi error y un día, cuando salga de aquí, comenzar de nuevo.

La droga lo cegó Concluída mi visita a la cárcel de Najayo como escenario de estos reportajes, en vista de que los condenados ya no tienen reparo en contar sus hazañas, un hombre que veo realizando trabajos de construcción me pregunta que si no lo voy a entrevistar.

Ya cansada a las 5:00 de la tarde, después de un día de trabajo que comenzó a las 9:00 a.m. conociendo la vida de los internos, me decido a escucharlo pensando que tal vez esa podría ser la mejor historia del día, como regularmente pensamos los periodistas.

¡Un feminicidio!. Resultó ser uno de los temas de interés que pienso desarrollar después. El hombre me cuenta, de pies él y yo, frente a una exhibición de trabajos decorativos que realizan los muchachos creativos, que la droga lo cegó y mató a su mujer sin darse cuenta.

El hombre tiene toda la ropa empolvada del cemento con el que se construye la extensión de esta cárcel, el casco roto y la cara quemada por el sol. Ya no le importa nada porque entiende que tiene que pagar por su mala cabeza.

Dice que no sabía lo que hacía cuando ahorcó a su esposa tan pronto llegó a la casa una noche, después de haberse ido lejos, a donde la droga le llevó alucinando. Ella preguntó: ¿Qué te pasa? y yo la veía como un monstruo malvado. Era la heroína que me tenía loco, confesó. Yo lo que quería era matar a alguien, a quien sea.

El cerebro humano Dominio de la conciencia Los trabajos más recientes mediante todos los métodos de neurodiagnósticos, confirman que sí podemos “reprimir” concientemente las acciones que consideramos incorrectas.

Las normas de conductas heredadas, influyen innegablemente, pero sin llegar a ser como en los animales, a determinarla plenamente. Dejan un margen que debe ser ocupado y gobernado por la cultura. Dicho en lenguaje informático: la naturaleza suministra la maquinaria (hardware), mientras que la programación cultural y educativa (software) debe ser adquirida por cada individuo.

Creemos que podemos tomar decisiones en el marco de las posibilidades y solo lo podemos hacer con libertad, justamente porque existen esas “posibilidades”, y defendemos por tanto el libre albedrío, por lo que somos totalmente responsables de nuestras acciones, no culpemos al órgano rey, el cerebro.

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