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La República

LOS FAMILIARES DEBEN BUSCAR AYUDA

Caso Llenas Aybar: una familia, dos historias muy distintas

EL PSIQUIATRA SECUNDINO PALACIOS SEÑALA QUE LAS CÁRCELES NO MODIFICAN EL TRASTORNO ANTISOCIAL DE PERSONALIDAD, SINO QUE AL CONTRARIO, LO ACENTÚAN

Un día como ayer será recordado por Juan Manuel Moliné Rodríguez como el día en que salió de prisión, luego de pasar la mitad de su vida encerrado, cumpliendo una pena de 20 años por la muerte del niño José Rafael Llenas Aybar.

La historia es totalmente distinta para la familia del niño que fue asesinado cuando tenía apenas 12 años. Un crimen que estremeció a la sociedad dominicana en 1996 y que todavía muchos recuerdan con el mismo dolor como si hubiera ocurrido ayer.

“No puedo creer que ya han pasado 20 años y mucho menos que ya uno de los que se ocupó de quitarte la vida haya cumplido su condena tan rápido”, escribió Karla Llenas, hermana de José Rafael, en su cuenta de Facebook.

“Fuiste el mejor hermano que alguien pudiese tener... Pero justo cuando comenzaba nuestra complicidad, cuando dejábamos de pelear para unir nuestras fuerzas te arrebataron de mi vida dejando un hueco profundo en mi corazón”, dice Karla, quien tiene como foto de perfil una imagen con colores degradados donde se visualiza la cara del niño.

También publicó una foto de ambos cuando eran niños junto al mensaje que dice: “Hermanito de mi corazón, José te llevo en mi corazón por siempre y siempre serás mi hermano, sin importar que físicamente no te pueda tener”.

Nora Llenas: Mario José asumió su responsabilidad

El principal responsable del crimen, Mario José Redondo Llenas, quien era primo del niño, fue sentenciado a 30 años de prisión y ha cumplido ya 20 años recluido. Tiempo durante el cual, según su madre Nora Llenas, quien era tía de la víctima, asumió su responsabilidad y pidió perdón sin condiciones.

“Ya él no es el joven de 19 años que una vez fue, lo he visto como adulto asumir su responsabilidad y pedir perdón sin condiciones. Otorgar el perdón, él lo sabe muy bien, depende de cada uno y solo si las personas así lo van decidiendo. Nadie está obligado. Solo en Dios los seres humanos encontramos infinita misericordia, y eso, él también lo sabe”, explica Nora en una carta publicada también en Facebook.

Ella tiene muy claro que ninguna forma de castigo puede reparar la muerte de su sobrino José Rafael y lo deja saber en la misiva, pero agrega que “algunas condenas, especialmente cuando los que deben cumplirlas son gente muy joven, pueden llegar a producir en el condenado un propósito de enmienda con efectos positivos mientras viva en el penal y una vez fuera también”.

Es en este punto donde el psiquiatra Secundino Palacios difiere con ella al señalar que la investigación científica mundial ha demostrado que las cárceles no modifican el trastorno antisocial de personalidad, como llamó a la condición de los condenados por uno de los casos que más ha impactado al país, sino que al contrario hacen que se acentúe ese tipo de comportamiento.

“Hay excepciones, pero en sentido general las cárceles no modifican, al contrario, las estadísticas establecen que acentúan su comportamiento antisocial, porque allí hay mayores conexión o contacto con otros antisociales más experimentados”, manifiesta.

Explica que en los recintos penitenciarios a nivel mundial se impone la ley del más fuerte, del salvajismo, la violencia y las pandillas, y que hay códigos al interior de las prisiones donde la violencia es que caracteriza las normas y la convivencia entre ellos.

No obstante, aclara que hay personas cuyo pronóstico ha mejorado y han hecho una vida social digna, pero que en este caso “eso no lo puede afirmar nadie”.

“El acto de vivir y su inserción en la sociedad es lo que va a determinar si realmente este joven está en capacidad de hacer una vida social decente, respetando las normas de convivencia civilizada”, agrega.

Los familiares de ambas partes deben buscar ayuda

Dice que la familia debe acogerlo, darle apoyo y ver cuál es su disposición, qué va a hacer en las calles y cómo afrontar el cuestionamiento social por el crimen cometido hace 20 años.

“Las sociedades condenan y guardan esas actitudes y se sienten lastimadas, reaccionan con enojo y todavía esas cicatrices no creo que estén del todo curadas”, expresa.

Consideró que los familiares de ambas partes son víctimas y deben buscar la ayuda de un profesional de la salud mental experimentado.

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