La República

El oficio de político

El oficio de político

PERSPECTIVAS ELECTORALES Y CONSTITUCIONALES

Encuentro. A la izquierda, el catedrático español, Manuel Alcántara Sáez, junto al autor de este análisis, Jorge Suncar

Jorge Suncar M. / Especial para el Listín DiarioSanto Domingo

Con motivo de los encuentros con los candidatos a la presidencia de la República Dominicana que competirán en el venidero torneo electoral de mayo de este año que tuvieron a bien organizar la Universidad Católica Dominicana (UCSD), y el Grupo Santo Tomas Moro, que concluyeron con el congreso “Democracia y Urnas Electorales: Elecciones 2016”, tuvimos la oportunidad de conocer, escuchar y conversar con el ilustre pensador y laureado catedrático español, Manuel Alcántara Sáez, autor, entre obras, de “El Oficio de Político”, un libro que dedica a esa “minoría selecta o rectora” que asume la política como una profesión y que, por lo tanto, requiere la conjugación de tres elementos básicos: “dedicación, remuneración y experiencia”.

Para el profesor Alcántara, el político profesional se ubica en uno de estos cuatro ámbitos, de acuerdo a su obra citada. A saber: “Cargos de elección popular, cargos de libre designación o confianza en la administración del estado, puestos de responsabilidad orgánica y de asesoría en el seno de los partidos políticos, y quienes habiendo estado en uno de los anteriores continúan con su influencia mediante un efecto sombra por su prestigio pretérito”.

En ese sentido, sostuvimos una entrevista con el autor, la cual, con su debido permiso, reproducimos a continuación.

¿Cómo podemos entender el oficio del político? El oficio del político tiene dos acepciones básicas. Una se refiere a las actividades que realiza alguien que se dedica a la política, de las cuales se desprenden distintos oficios de políticos, ya que es muy distinto alguien que es alcalde, a un senador o a un ministro. La otra entiende la política como una profesión. Es decir, aquel hombre o mujer que dedica su tiempo y esfuerzo a la política, desarrollando una serie de actividades a esos fines por las que recibe una remuneración a cambio.

¿Cuáles serían las características de un buen político? Las actividades de la política son muy diversas. Si partimos de un denominador común, entendemos que el político debe tener: 1- Vocación orientada al servicio, al bien común, ya que es una actividad permanentemente pública. La vocación es sentir que una persona se va a realizar al seguirla, por entender que le va a ser útil y le dará sentido a su vida; 2- Condiciones innatas que demuestren su capacidad de empatía con otras personas, de entender los problemas de los demás, de expresarse con claridad, de intermediación, ya que el oficio de político es, principalmente, de mediador entre los grupos sociales. Es una especie de facilitador en pro de solucionar problemas de la sociedad; 3- Conocimientos muy específicos y diversos. Hoy se debe saber de economía, conocer muy bien la historia del núcleo en el que vive, de derecho, de estadísticas, entre otros, ya que son instrumentos que se utilizan en la actividad política corriente.

¿Es necesaria una causa para un buen político? Sí, creo que sí. Esto tiene que ver con la vocación. Es lo mismo que pasa en todas las profesiones. En mi libro cito al poeta español León Felipe en su poema “Romero Sólo”, cuando expresa que “...para enterrar a los muertos como debemos, cualquiera sirve, cualquiera...menos un sepulturero”, porque no creo que exista la vocación de ser sepulturero por ser un oficio que nadie quiere. La política es también tener una meta noble cargada de valores, independientemente de que existan algunos que van solo a enriquecerse. Sabemos que con un sueldo nadie se va a enriquecer. Los que trabajamos a sueldo nunca vamos a ser ricos. Los ricos son otro tipo de gente. Por eso defiendo la política seria como una profesión al igual que cualquier otra, ya que como tal nadie se va enriquecer.

¿El político debe ser un hombre-orquesta o un hombre-equipo? Es una buena pregunta que me permite expresar que los dos modelos son posibles. Puede haber alguien que realice muchas actividades, que sea un multiuso o, como usted ha dicho, que se sea un hombre-orquesta. Puede ser también una persona que sea una pieza fundamental por su experiencia en un determinado equipo.

Usted planeta que el político profesional recibe una remuneración a cambio de su trabajo. ¿ Cuánto debe ganar un político, cómo medimos ese salario? Es otra buena pregunta, muy buena y difícil de contestar, de la cual no me salgo por las ramas y le voy a responder. El político debe ganar lo que su comunidad entienda que debe pagarle. La discusión sobre el sueldo de los políticos debería ser amplia, social y de concenso generalizado por parte de la población. Es decir, que estén conscientes de lo que cuesta y de lo que vale el trabajo de un político, que son cosas distintas. Sobre esa premisa, pienso que tiene que tener una remuneración equivalente a otro tipo de profesión de las que se consideran fundamentales para la sociedad, como, por ejemplo, la medicina, la educación, y otras que, como los políticos, se convierten en esenciales para la sociedad, probablemente los políticos en cantidades inferiores, pero por igual deben ser remunerados razonablemente.

Usted ha indicado la honestidad como una característica básica del oficio del político. Si la unimos a la fuerte corriente normativa por la transparencia y las colocamos a ambas en una esquina de un cuadrilátero y en la otra ubicamos al flagelo de la corrupción, a su juicio, ¿quién gana esa pelea?

Desgraciadamente está ganado la corrupción. Creo que estamos en un momento muy generalizado en muchos países donde no hemos sabido adoptar mecanismos de control suficientemente rigurosos para realizar el seguimiento a esa tendencia humana que es la tentación por el enriquecimiento ilícito, por hacer las cosas fuera de la norma. Creo que las normas y las instituciones están para corregir ese tipo de desviaciones. Siempre se ha dicho que la corrupción está muy vinculada a la existencia de situaciones donde fallan las reglas. Si estas se estructuran con mecanismos para el seguimiento de su cumplimiento y la aplicación de severas consecuencias, podríamos tener un mayor control de la corrupción.

Finalmente, profesor, hoy en día se está aplicando la Neurología a la política creando la Neuro-política. ¿Cómo podría la misma ayudar a contar con mejores políticos?

Es un concepto nuevo, está en desarrollo. La idea básica es simple. Los seres humanos tenemos una mente la cual ha venido siendo estudiada a través de la Neurología. Cuando nos preguntamos porque alguien quiere ser político, se podría encontrar una especie de respuesta en el funcionamiento de la mente de esa persona. Tiene que ver, además, con los diseños de campañas electorales para descubrir que es más atractivo para un auditorio. Cómo este debe gesticular, hablar, mirar a la gente. Hay claves neurológicas que están siendo estudiadas las cuales ayudan a que el político tenga más empatía con sus seguidores.

En el epílogo de su texto, el profesor Alcántara recurre a la novela universal “EL Quijote de la Mancha”, de la autoría de Miguel de Cervantes y Saavedra, (1547-1616), soldado, poeta, novelista y dramaturgo español, una obra que, a su juicio, ofrece “innumerables pistas desde el humor y la ironía para la comprensión de varias dimensiones del ser humano y, como consecuencia, sobre su posición ante la política, entendida, recuérdese, como las relaciones de poder pensadas en el ámbito público”.

En ese sentido, es propicia la ocasión para refrescarla conversación sostenida en la “ínsula baratería” por un tiempo gobernada por Sancho Panza, de acuerdo a la obre citada, entre El Quijote y Sancho , “en la aquel dice a este: “Si el gobernador sale rico de su gobierno, dicen de él que ha sido un ladrón, y si sale pobre, que ha sido un para poco mentecato. A buen seguro-respondió Sancho-que por esta vez antes me han de tener por tonto que por ladrón”.

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