ENTREVISTA
Emilia Pereyra: Al “vuelve y vuelve” lo creímos sepultado, pero sigue vivito y coleando
En Emilia Pereyra República Dominicana tiene a una de sus grandes voces literarias, con una presencia notable en el mundo de la narrativa y sus novelas han signado un rumbo de trascendencia por la vastedad de sus temas y la manera de contar historias, para concebir un entramado contemporáneo en el que las voces nuevas y las nuevas generaciones pueden abrevar para redefinir concepciones más allá del simple espectáculo que a veces es resorte extraliterario que, lamentable decirlo, no superará el juicio indeclinable de la posteridad.
En esta entrevista Emilia Pereyra se expresa con la voz de cristal de la prudencia, de quien afirma con optimismo que la literatura dominicana va por buen camino. Que critica la vaporosidad política de un liderazgo de conciliábulos políticos en el que el destino dominicano no parece muy bien aspectado.
Si bien opina que los certámenes literarios no deben ser el objetivo primario del escritor o la escritora, es necesario y así opina que en algunos de ellos se dividan los concursos en los que concurren obras inéditas y libros publicados y que, del mismo modo, se resguarde hasta el último momento la identidad de los autores, en los renglones inéditos.
La lucha de intereses es descarnada e impiadosa, pero el objetivo de tanta batahola politiquera es dominar como sea para satisfacer apetencias grupales y sectoriales y acrecentar el ego. La palabra públicamente empeñada se devalúa en vivo y directo y se negocian las decisiones políticas en mercados de distintos colores.
“Al 'vuelve y vuelve' lo creímos sepultado, pero sigue vivito y coleando y aquí lo tenemos pasando rodillo y descoyuntando títeres. Mientras, subsisten los mismos problemas, como la mala educación, las deficiencias energéticas y la pésima salud pública, sin que se perciba una firme voluntad por superarlos”, dice.
Manifiesta que como el debate lo monopolizan políticos y corifeos, con sus manipulaciones abiertas y solapadas y sus impúdicas destemplanzas, los intelectuales se han quedado con pocos espacios o no han sabido, podido o querido construirlos.
Es un diálogo para la historia que nos muestra la piel interna de una escritora que es una pensadora, que promete y cumple, y sobre todo, no deja de trabajar.
A continuación la entrevista:
¿Cree Emilia Pereyra que existe una literatura de hombres en República Dominicana o la mujer ha roto esos esquemas sexistas con una obra cualitativa y material superior a la de los hombres?
EP: Tenemos una cantera de hombres que producen literatura de calidad. Las escritoras están haciendo sus aportes y los han hecho en el pasado. Por razones conocidas contamos más producciones literarias masculinas, pero dado que ahora tenemos más féminas estudiando, esperamos que en los próximos años se incremente la producción literaria de nosotras.
Hombres y mujeres tenemos distintas maneras de ver el mundo y de sentir. Por ende, nuestras creaciones reflejan universos particulares y visiones creativas distintas. Esa diversidad enriquece la literatura. Y ¡claro!, es incuestionable que la mujer va rompiendo esquemas en este arte.
¿Por qué Francis Drake y no Juan Pablo Duarte en una novela?
EP: Los corsarios Francis Drake y Henry Morgan, los independistas Juan Pablo Duarte, Francisco del Rosario Sánchez, Ramón Mella y Juana Saltitopa, el esclavo Francisco Sopo o cualquier otro personaje de la historia o de la contemporaneidad, como Lula, la desconocida vendedora de frutas, Chago el plomero del barrio, la cantante Shakira, la famosa Sobeida Félix, los presidentes Danilo Medina y Barack Obama, políticos como Hipólito Mejía, Leonel Fernández o Silvio Berlusconi, el diablo o Dios o “seres” míticos, como las ciguapas o las marimantas, pueden protagonizar o formar parte de la galería de personajes de una novela. No existen limitaciones a la hora de escoger.
Me interesa la figura histórica de Juan Pablo Duarte, sobre todo por las posibilidades literarias que ofrece para proyectarlo como ser de carne y hueso e individuo esclarecido, paradigmático, visionario y profundamente espiritual que padeció infamias y diatribas y nos dejó un legado invaluable, desdeñado en muchos momentos de la historia nacional.
Ya Duarte forma parte de mi novelística. Próximamente editorial Santillana, en su colección juvenil, publicará El faldón de la pólvora, mi obra sobre la heroína María Trinidad Sánchez, en la que Duarte es un personaje, como otros héroes de la independencia. La memoria del prócer me ha acompañado en los últimos tiempos y no descarto que siga inspirándome.
Emilia Pereyra es una novelista con una obra en crecimiento constante, ¿cuál ha sido la transición entre El Crimen verde, Cenizas del querer, Cóctel con frenesí, esta última que narra vicisitudes en la vida marginal, urbana y de pobreza. Ha sido de crecimiento o estancamiento?
EP: Son novelas surgidas en diferentes etapas de mi vida. Las tres contienen temas y enfoques disímiles. El crimen verde y Cóctel con frenesí le deben a mi ejercicio del periodismo. Cenizas del querer es mi novela azuana construida con la memoria de la niñez y la adolescencia. Las tres obras tienen en común mi pasión por contar y mi aprecio por el lenguaje. Esos ejercicios de escritura han significado para mí introspección, crecimiento, desafío, afianzamiento de mi vocación y conciencia de oficio.
¿Por qué la novela en un país de poetas y cuentistas, por Faulkner, Virginia Woolf, Isabel Allende, Emilia Pereyra?
EP: La novela es atrayente y el público suele valorarla. En mi caso es ineludible, pues disfruto leerla y escribirla. Por fortuna, en mi casa paterna siempre tuvimos libros de calidad, gracias a que mi madre, que era maestra, fue una gran lectora. De modo que tuve al alcance de la mano obras como Los tres mosqueteros, Las palmeras salvajes, Los miserables, La mañosa, Crimen y castigo, La divina comedia, El viejo y el mar y muchas otras.
Si bien me inicié escribiendo cuentos y aun los cultivo, la novela me convoca fielmente, y suelen atraerme temas que relaciono con la escritura extensa. Entré en el género con suavidad, fluyendo como mis ideas y escribiendo como si fuese algo natural.
Para escribir novelas se necesitan técnicas, ciertas destrezas para armar historias, paciencia y algún aliento poético. De modo que en todo narrador o narradora de raza, descubrimos las estelas luminosas de la poesía, la perseverancia y la vocación por la narrativa.
Todos conocemos el éxito de sus libros, la precisión de sus enfoques narrativos, su incursión por movimientos y su empuje con una obra que recoge en esencia moldes de nuestra atmósfera literaria latinoamericana universal, ¿son sus libros una guía que puede servir a los nuevos escritores como ejemplo de buena narrativa?
EP: Estoy disfrutando el viaje retador que significa producir literatura. Si a alguien le sirve la experiencia y sus resultados, sería otra gratificación como las que encuentro en el solitario e íntimo ejercicio de escribir.
Muchos de sus libros han sido reconocidos en la sociedad dominicana, ¿se considera una autora consagrada o la novelista dominicana por excelencia en la actualidad?
EP: Me considero una escritora seducida por el oficio, con una vocación acentuada, un compromiso arraigado con el quehacer literario y un deseo constante de leer, aprender y experimentar. Con esto me siento compensada y con suficientes motivos para continuar.
¿Qué le dicen estos nombres a Emilia Pereyra: Marcio Veloz Maggiolo, Andrés L. Mateo, Avelino Stanley, Pedro Antonio Valdez, Manuel Salvador Gautier, Rafael Peralta Romero, Manuel Núñez, Manuel Mora Serrano, Ray Andújar, Juan Bosch, Pedro Henríquez Ureña?
EP: Son autores de reconocidos talentos, con la mayoría de los cuales tengo el privilegio de la amistad y de coexistir en el mismo tiempo y espacio.
¿Qué le dicen estos nombres a Emilia Pereyra, Ángela Hernández, Rita Indiana, Chiqui Vicioso, Aida Cartagena Portalatín, Hilma Contreras, Soledad Álvarez, Martha Rivera Garrido?
EP: Creadoras fecundas, personalidades distintas, que han dejado y dejan huellas en la literatura.
En épocas pasadas se fomentaron los grupos y las capillas literarias, de los cuales existen historias de rupturas entre autores de la literatura fundamental de nuestro país, lucha de egos, muchos fueron excluidos y marginados, ¿ha sido usted tomada en cuenta por esos grupos hegemónicos o la marginaron?
EP: Esas situaciones se repiten en distintas épocas y geografías, porque es cierto que no se aprende con cabeza ajena y cada generación pare sus bondades y martirios. Todo eso es parte de la lucha por la preeminencia que suele gestarse en cualquier espacio social, político o cultural, causando daños e injusticias. Ex profeso, en esos cotos se suele practicar el ninguneo y la negación de obras y autores.
Hay gente que pierde de vista que en materia literaria no existe el oráculo ni la palabra de Dios y que el tiempo y el trabajo de calidad sedimentan y elevan. En cuanto a mí, he recibido bastante apoyo y cálida acogida. Hay muchísima gente a la que le agradezco su respaldo desinteresado y pleno. Lo demás son previsibles situaciones colaterales, espejos que muestran lo que cada uno lleva dentro y de los que aprendes qué debes hacer y qué nunca debes hacer.
Usted que ha sido una abanderada de los certámenes literarios, con una novela, Cenizas del querer, entre las finalistas del Premio Planeta y que a pesar de las dudas y de los debates que muchos de los premios locales han generado durante décadas, ¿cree que son limpios los actuales certámenes para estimular a los jóvenes a concurrir a ellos?
EP: Los concursos literarios son una opción. Se pueden ganar o no. Ése es el riesgo. Cuando participas de antemano te sometes a unas reglas de juego. Hay que estar preparado para los imponderables. El resultado no depende necesariamente de que presentes una excelente obra. Hay premios que se conceden o se niegan incluso por razones extra literarias.
Las preferencias temáticas y técnicas del jurado tienen un peso enorme a la hora de decidir. Ciertos veredictos han sido determinados por malquerencias y disputas generacionales, y en certámenes extranjeros pueden incidir hasta la geopolítica y las implacables leyes del mercado. No siempre suceden, pero pueden ocurrir casos y cosas.
En resumen, entran en liza variables incontrolables. De modo que no hay que obsesionarse con concursos ni premios, pero si se ganan, bienvenidos sean, pues ayudan a la promoción de la obra y si proceden del exterior aportan para que se vaya acreditando la producción literaria nacional.
Como en toda faena humana, los resultados pueden ser defectuosos o no gustar, pero considero que hay que mejorarlos. En los concursos de obras inéditas debería resguardarse hasta el último momento la identidad del autor, pues eso ayudaría a evitar que determinen el tráfico de influencia y los prejuicios, y no deberían mezclarse obras inéditas y publicadas.
¿Qué opina del desdén que se muestra desde muchos ámbitos hacia los autores dominicanos y las preferencias de autores del exterior sobre nuestros escritores, es cierto que esto se debe a que tienen una mayor calidad o que se trata de una realidad impuesta por las propias deficiencias sistémicas del país?
EP: Es un tema recurrente que causa cierto escozor. La gente tiene derecho a leer lo que quiera, sea de factura nacional o extranjera. Valga resaltar que tenemos libros en nuestro país que pueden competir en el exterior. Es sabido que el sistema no ayuda y que aquí no se promueven debidamente la cultura y el estudio. Por tanto, hay que mejorar la educación y promover el libro y la lectura. Así podría crecer el universo de lectores.
El Estado dominicano, que ahora dispone de más recursos para la educación, podría elaborar un plan nacional de lectura, propuesta que el Grupo Mester de Narradores de la Academia Dominicana de la Lengua, al que yo pertenezco, ha estado promoviendo. Ojalá los ministerios de Educación y Cultura lo concibieran y desarrollaran. Yo me sumaría y otros autores también a una iniciativa como esa. Esto contribuiría a elevar el nivel educativo de nuestros estudiantes y a promover la literatura.
¿Qué opinión le merecen Ángela Hernández, Emilia Pereyra, Jeannette Miller, Martha Rivera, Ligia Minaya, Rita Indiana, lo mejor de la novela dominicana escrita por mujeres?
EP: Contamos entre ellas a personas en plena capacidad productiva, de incuestionables talentos, que han aportado obras de calidad. He tenido la oportunidad de escribir sobre algunas.
¿Podemos competir desde nuestra realidad actual en un mundo editorial cada vez más competitivo y signado por poderosas casas editoriales, que en nuestros mundos literarios locales se rigen por el grupismo y la exclusión, y de ahí su fracaso local?
EP: No podemos competir, lamentablemente. Hace falta que interioricemos nuestra realidad, seamos conscientes de las debilidades y trabajemos, unidos y con planes concretos, para tratar de superarlas.
¿Qué escritor dominicano la representa? ¿De quién son sus influencias formativas en el camino de la literatura?
EP: Aquí tenemos escritores y escritoras con obras literarias reconocidas y altamente apreciadas. Cualquiera de ellos puede ser una digna representación mía y del conglomerado.
En cuanto a mis influencias, lo que he leído, vivido y pensado a lo largo de los años ejerce algún influjo en mi creación literaria. Sin embargo, es difícil identificar cómo y en qué momento se produce, pues existe también inconscientemente.
Puedo decir que le he puesto especial atención a las estrategias narrativas expuestas por Vargas Llosa en muchas de sus obras, que me ha seducido la prosa de García Márquez y que me dejó sin aliento El túnel, de Ernesto Sábato o que soy una admiradora de las suculentas prosas de Terenci Moix y Juan Marsé, dos grandes novelistas españoles.
Puedo hablar de un libro que me conmocionó en la adolescencia, La amortajada, de María Luisa Bombal, y del estremecimiento que me produjo en la niñez la lectura del Diario de Ana Frank y del deslumbramiento que me causó Jorge Luis Borges con El jardín de los senderos que se bifurcan.
Recuerdo con gratitud, por lo aprendido y en muchos casos disfrutado, los cuentos de Juan Bosch y Virgilio Díaz Grullón, libros de historia de Frank Moya Pons, Roberto Cassá, Mu Kien Sang, Harry Kelsey y Orlando Inoa, textos de Pedro, Camila y Max Henríquez Ureña, ensayos de Bruno Rosario Candelier, Manuel Núñez, Ortega y Gasset, Simone de Beauvoir, Jean Paul Sarte y José Antonio Marina, poesías de Salomé Ureña, Dámaso Alonso, Gabriela Mistral, Mieses Burgos, Aída Cartagena y Pedro Mir y muchos otros textos nacionales y extranjeros.
¿Han sido responsables los intelectuales dominicanos con su realidad, sus valores o traidores como denuncia Manuel Núñez en su libro El Ocaso de la Nación Dominicana, al minimizar las luchas patrióticas de la Independencia ante las tropas haitianas?
EP: La pregunta sobre el juicio de Manuel, quien es por cierto mi compadre, abre el pensamiento sobre posibles temáticas para la narrativa. Y en este punto resultaría útil tomar en cuenta cómo se gestan las ideas creativas y que la literatura implica practicar el supremo ejercicio de la libertad. Un autor o autora tiene todo el derecho a escoger el tema que le cautive y toque su sensibilidad. Es difícil que haya obra si su creador no se siente llamado por un tópico y es receptivo al encantamiento. Desentrañar cómo, cuándo y por qué se produce la motivación nos llevaría a bucear en aguas muy profundas.
Es igualmente válido escribir sobre el gozoso encuentro de dos amantes en un cuchitril de Villa Mella, de la Independencia Nacional o del fusilamiento de Francisco del Rosario Sánchez, del escarabajo de Franz Kafka, de la mosca soldado de don Marcio Veloz Maggiolo o de la joven prostituta de la bolita del mundo. Nada humano, ni que forme parte del cosmos en que vivimos o imaginamos, debe resultarnos ajeno. Hasta el polvo de estrella puede ser un motivo literario.
A mi juicio tenemos varios temas pendientes en la narrativa dominicana, incluso tan importantes como este relativo a la Independencia Nacional, con sus embrollos y amplia coreografía de héroes, villanos e indiferentes. Puede ser que poco a poco surjan obras que aborden ese y otros dramas nacionales que han esperado durante largos años. La determinación saldrá, ineludiblemente, del mundo íntimo del autor o autora, allí donde se toma la decisión libérrima, que en muchísimas ocasiones obedece a motivos insondables y ni siquiera se pueden explicar.
Las canteras literarias son riquísimas, y hay en ellas muchas gradaciones de sombras y esplendores, excelentes materias primas para crear, por cierto. Sin embargo, convendría evaluar como parte del debate algunos enfoques reduccionistas y ampliar las perspectivas en cuanto a las complejidades de la creación.
¿Qué opina de la situación actual de los escritores dominicanos? ¿Quién es escritor, el que escribe o el que publica?
EP: Me parece que el escritor o escritora debe concentrarse en hacer su trabajo sin alimentar expectativas mayores, para que no se caiga del techo. Debe proteger su ámbito creativo y espacio mental si quiere ver algún resultado y ha de blindarse emocionalmente contra la malquerencia y el terrorismo verbal.
El medio no suele ser amable y hay una tendencia a la dispersión hasta por motivos de supervivencia básica. Pese a las adversidades, hay que concentrarse. ¿Acaso no escribió Cervantes una obra monumental con pluma a la luz de temblorosas velas, en un contexto difícil, y García Márquez no creó Cien años de soledad, abstrayéndose de la precariedad económica?
Escritor es quien escribe, tiene destrezas literarias, ejerce el discernimiento y se siente comprometido con su oficio. Publicar o no depende de muchas circunstancia, que se le reconozca o no, tampoco depende exclusivamente de su obra, pero lo fundamental es que haga el trabajo y que persista si posee la llama creadora. Luego el tiempo dirá.
¿Existe una novela dominicana? ¿Quién la escribió? ¿Emilia Pereyra?
EP: Abundan novelas dominicanas y reflejan a nuestra sociedad en diferentes momentos de su historia. Además, han sido escritas desde la perspectiva cultural nuestra. Mas es quimérico pretender que exista consenso sobre cuál es “la novela dominicana”. Si es práctica arraigada y añeja negar al ser nacional, ¿por qué no esperar que se siga negando per secula seculórum la novela dominicana? ¡Eso también es parte del paisaje!
¿Qué opina de los autores jóvenes dominicanos?
EP: Es grato comprobar que han surgido nuevas voces con vigor y originalidad. Hay que esperar que su trabajo fructifique y encuentre justa valoración.
¿Qué opina de las intervenciones de los intelectuales dominicanos en los temas nacionales, cree que han jugado su papel en la sociedad dominicana, que han sido críticos más allá del chisme y los grupismos políticos?
EP: La nación tendría que ser repensada en muchos sentidos. Es perceptible que vamos al garete desde hace tiempo. Al país no lo rigen por un plan de desarrollo ni a mediano ni a largo plazo y por tanto no se percibe coherencia en las acciones de los sectores que realmente inciden en el devenir nacional.
La lucha de intereses es descarnada e impiadosa, pero el objetivo de tanta batahola politiquera es dominar como sea para satisfacer apetencias grupales y sectoriales y acrecentar el ego. La palabra públicamente empeñada se devalúa en vivo y directo y se negocian las decisiones políticas en mercados de distintos colores.
Al “vuelve y vuelve” lo creímos sepultado, pero sigue vivito y coleando y aquí lo tenemos pasando rodillo y descoyuntando títeres. Mientras, subsisten los mismos problemas, como la mala educación, las deficiencias energéticas y la pésima salud pública, sin que se perciba una firme voluntad por superarlos.
Como el debate lo monopolizan políticos y corifeos, con sus manipulaciones abiertas y solapadas y sus impúdicas destemplanzas, los intelectuales se han quedado con pocos espacios o no han sabido, podido o querido construirlos.
Esos ámbitos podrían ser fundados con posturas responsables y planteamientos que defiendan los intereses colectivos. Es una tarea pendiente, entre muchas otras. Dadas las coyunturas actuales, para emprenderla hay que tener vocación para desgañitarse en la tribuna bullanguera y batirse en combates moralmente fratricidas, pues la racionalidad y el respeto se han esfumado. Se dan muchas borracheras de poder y no sólo en el Estado. Cada uno debe decidir cuáles deben ser sus causas y para qué quema sus energías… Unas preguntas para meditar en estas horas.
Finalmente, ¿Quién es Emilia Pereyra?, que los niños, los adolescentes y los jóvenes puedan entender las razones de su pensamiento y de sus actitudes intelectuales de escritora comprometida con la causa de su país.
EP: Una dominicana que aspira a ejercer la libertad y a que en este país de sus profundos amores realmente prevalezca la justicia, avance la educación y haya desarrollo económico, social y cultural.
Deme cinco nombres que crea merecen obtener el Premio Nacional de Literatura de la Fundación Corripio y el Ministerio de Cultura en el 2016.
EP: ¡Sólo cinco nombres! Tendría que ser excluyente y dejar de lado al menos dos o tres nombres de peso por género, incluyendo el teatro y el ensayo.
El jurado de este premio tiene una gran responsabilidad. La ha ido honrando a lo largo de los años. Una revisión del listado de los ganadores y ganadoras nos dice que han hecho atinadas selecciones.
Tendrían que ser valoradas en el 2016 y los próximos años personas que durante un tiempo considerable se han dedicado concienzudamente a la literatura y han producido obras de reconocida calidad. Esperemos que se haga justicia.
Biografía activa
Emilia Pereyra nació en Azua de Compostela en 1963. Se licenció en Comunicación Social en la Universidad Autónoma de Santo Domingo e hizo una maestría en periodismo multimedia, en la Universidad del País Vasco, en España.
Ha publicado las novelas El crimen verde, Cenizas del querer, Cóctel con frenesí y El grito del tambor. También Rasgos y figuras, conjunto de perfiles biográficos, y El inapelable designio de Dios, libro de cuentos.
Próximamente Editorial Santillana, en su colección juvenil, publicará El faldón de la pólvora, su nueva novela sobre la heroína María Trinidad Sánchez.
Varios de sus cuentos han sido incluidos en antologías dominicanas y extranjeras y traducidos al inglés y al italiano. Su novela Cóctel con frenesí fue traducida al noruego y publicada en Noruega.
La autora es miembro correspondiente de la Academia Dominicana de la Lengua e integrante del Grupo Mester de Narradores de la misma institución y del Movimiento Interiorista.
Recientemente hizo una especialización en Investigación Histórica e Historia del Caribe, curso de postgrado auspiciado por el Archivo General de la Nación y la Facultad de Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).